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Estancados

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Twitter / @LaRoja
POR Andres Sepúlveda |

“En noviembre vendrán dos nuevos amistosos, quizás los últimos en fechas FIFA antes del inicio de las clasificatorias”, dice Fernando A. Tapia: “No hay tiempo para seguir desperdiciándolo con las mismas recetas ya añejas y fracasadas”.

El balance de la gira de la selección chilena por Europa nos deja profundamente preocupados. No sólo por los resultados: una derrota ante Marruecos, equipo que nos superó física y futbolísticamente, y un pálido empate frente a Catar, cuadro de tercer y hasta de cuarto orden mundial que, seamos francos, disputará la Copa del Mundo gracias a que literalmente compró el derecho de jugarla.

También por la forma y la ausencia de una idea clara de juego y especialmente de funcionamiento. Ni hablar de la falta de velocidad e intensidad en los movimientos, que nos hacen ver a años luz de las selecciones de la élite mundial.

Eduardo Berizzo tuvo por primera vez la oportunidad de convocar a jugadores de su gusto, y días para entrenar y comenzar a incorporar su estilo y forma.

Lamentablemente todo quedó es apenas enunciados, deseos y frases hechas, porque en la cancha no hubo progresos y, en algunos aspectos, incluso retrocesos. Los encuentros disputados en España y Austria nos dejaron como evidencia que la selección no se puede sacudir de la inercia que en cinco años nos llevó a dos fracasos consecutivos. Como siempre ocurre cada vez que se inicia un proceso, la esperanza está puesta en que un nuevo entrenador debiera traer aires de cambios, pero por lo poco que hemos visto hasta ahora, sólo aumentó el temor de tener más de lo mismo. Se supone que ahora sí comenzaría el recambio, la búsqueda de nuevos nombres que desde ya asuman más responsabilidades, proyectando un trabajo que debiese concluir con la clasificación al mundial del 2026, con una nueva camada. Es verdad que el tiempo apremia, y por eso tenía lógica la convocatoria de varios de los de la generación dorada.

Pero en el entendido de que ellos debieran empujar la transición, ayudando el surgimiento de nuevos liderazgos futbolísticos. Por eso la señal entregada por la selección de Berizzo en este inicio es de alarma. Los mismos de siempre estuvieron en la cancha. Para peor, repitiendo un discurso cada vez menos creíble: que por arte de magia el equipo volverá a jugar como lo hizo en la época de Bielsa y Sampaoli.

Es necesario que luego de estos primeros partidos, el entrenador entre en una profunda reflexión, y aunque el fútbol no es por definición una ciencia, aplique la frase del físico Albert Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. La selección necesita un cambio, y si bien hay problemas estructurales graves, como el abandono en el que estuvo el fútbol formativo o la influencia de los representantes de jugadores en la toma de decisiones directivas y deportivas, Berizzo está obligado a reconstruir si no quiere que su proceso se vea interrumpido prematuramente.

No se entiende que en esta pasada jugadores como Darío Osorio y Clemente Montes no hayan sumado siquiera un minuto en cancha, o que el volante Víctor Felipe Méndez apenas haya jugado 20 minutos. Tampoco que Marcelino Núñez, de gran presente en la Premiership de Inglaterra, no haya sido empoderado desde un principio en este nuevo ciclo, y que Ben Brereton, de los pocos que generó esperanzas en el proceso anterior, haya sido enviado al banco en el segundo compromiso frente a Catar, justo después de las declaraciones de Arturo Vidal, en las que menospreció el torneo en el que milita en Gran Bretaña. Se ha dicho hasta la saciedad que el reconocimiento a lo logrado por los de la generación dorada será eterno, pero eso no se puede transformar en una permanente pleitesía que en la cancha está provocando una atrofia futbolística.

En última instancia la responsabilidad es del entrenador. Si Alexis Sánchez se queja porque no le llega la pelota, y retrocede 50 metros, provocando un desorden que ya sabemos en que termina, es Berizzo el encargado de corregir. Tal como recalcó el propio delantero de Olympique de Marsella, él es el goleador histórico de la Roja y el máximo asistidor, pero a la hora de lanzar penales está lejos de ser efectivo. Esto, que parece un detalle, grafica uno de los problemas con los que ha tenido que lidiar la selección, porque de lo que se trata es rescatar la idea de que el objetivo colectivo debe estar siempre por sobre el legítimo interés de los consagrados por seguir agregando récords individuales. En noviembre vendrán dos nuevos amistosos, quizás los últimos en fechas FIFA antes del inicio de las clasificatorias, previstas para el primer semestre del próximo año. No hay tiempo para seguir desperdiciándolo con las mismas recetas ya añejas y fracasadas. Porque hasta aquí seguimos estancados.

Fernando A. Tapia participa en Pauta de Juego, de Radio PAUTA, de lunes a viernes a partir de las 12:30 horas. Escúchelo por la 100.5 en Santiago, 99.1 en Antofagasta, y por la 96.7 en Valparaíso, Viña del Mar y Temuco, y véalo por el streaming en PAUTA.cl.