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La teleserie del verano

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Agencia Uno
POR Santiago Parro |

“El guion giró dramáticamente, y el protagonista, en este caso Lucero, no pudo ante la suculenta oferta del club Fortaleza de Brasil”, dice Fernando A. Tapia: “El argentino pasó de ser el bueno de la película al villano de la serie”.

Juan Martín Lucero, el goleador argentino figura del Colo Colo Campeón, es el nuevo protagonista del culebrón del momento en el fútbol chileno. El artillero, autor de 15 goles en el campeonato pasado, pasó del amor al odio luego de plantarse en rebeldía y decidir que no cumplirá su contrato en Chile y seguirá su carrera en tierras brasileñas, desde donde recibió una tentadora oferta.

Para los más fanáticos, un acto de alta traición que debe ser castigado con las penas del infierno, que en el fútbol se reduce al olvido, a borrarlo de la memoria y bajarlo drásticamente del altar de los ídolos. Lucero parecía estar muy confortable en Chile, feliz por el resurgimiento de su carrera tras estar en apenas un segundo plano en el fútbol de su país, y ser reconocido en solo un año como uno de los jugadores más valorados por la hinchada popular y en general por todo el medio chileno. Fue un amor a primera vista, de correspondencia mutua, y que prometía prolongarse por mucho más tiempo.

Pero todo se derrumbó en apenas unos días. Como en las teleseries, el guion giró dramáticamente, y el protagonista, en este caso Lucero, no pudo ante la suculenta oferta del club Fortaleza de Brasil, que le puso sobre la mesa un nuevo trato, con mejores condiciones económicas, además de la opción de seguir su carrera en la mejor liga de Latinoamérica, transformando el rol del jugador en la historia reciente de Colo Colo: el argentino pasó de ser el bueno de la película al villano de la serie.

Seguramente el caso nos mantendrá atentos durante buena parte del verano, ya que los dirigentes de Blanco y Negro aseguran que harán respetar el contrato, según ellos, refrendado hace apenas unos días por ambas partes, y que, por lo tanto, defenderán los intereses del club hasta las últimas consecuencias, es decir, llevarán los antecedentes ante la justicia del fútbol, a la FIFA y, de ser necesario, ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS).

Sin embargo, aun cuando los jueces le den la razón a Colo Colo, hay algo que se rompió definitivamente. El lazo de confianza jamás volverá a ser el mismo, tampoco el cariño y respeto de la hinchada. Lucero podrá argumentar a su favor que mientras estuvo en el club respondió plenamente a su acuerdo con la institución, que rindió dentro de la cancha y que fue siempre un buen profesional. Todo eso es verdad. Dirá que, como cualquier futbolista, debe velar por su futuro y que su familia está primero, y que según su interpretación el contrato establece una cláusula de salida, la que está dispuesto a pagar, dejando incluso una buena cantidad de dinero a las arcas de Colo Colo. Esto último está por verse.

Pero lo que no podrá evitar será el juicio de los hinchas, que pasarán de tratarlo como un delantero bestial a una bestia sin código de honor. Los más radicales hablan de un futbolista mal agradecido que no supo valorar lo que significa haber jugado en el equipo más popular de Chile. Quizás por lo mismo lo aconsejable es desatar rápidamente el lazo que une a las dos partes, y llegar a un acuerdo que le permita al club seguir su camino buscando un nuevo centro delantero que venga a llenar rápidamente el vacío. No es fácil encontrar un atacante con la jerarquía de Lucero, eso no se discute.

Pero no vale la pena extender el libreto de esta teleserie más allá de lo conveniente. Finalmente, el goleador argentino no alcanzó, con apenas un año de estadía en el club, a justificar una procesión a su casa para rogarle que se quede. De ninguna manera. Falta, eso sí, escuchar la versión de Juan Martín Lucero. Quizás ese sea el momento de más alto rating de este culebrón veraniego. Sin embargo, difícilmente podrá igualar las audiencias alcanzadas por otros casos similares que nos ha entregado el fútbol chileno en épocas estivales pasadas.

Muy importante será hoy Lucero, pero su melodrama no se asemeja al impactante traspaso de Patricio Yáñez desde la “U” a Colo Colo en los cálidos meses de 1991, que incluyó el arribo de un enviado de la dirigencia azul a la presentación del jugador en el equipo albo con un maletín con una última oferta en su interior. Fue de alto impacto. O la renuncia en el verano de 1996 de Jorge “Lulo” Socías como técnico de la Universidad de Chile, después de haber conseguido el primer título tras 25 años, y un bicampeonato, y que decidió abandonar la pretemporada en Miami, enfurecido por la contratación de un desconocido volante argentino, Fabián “Pícaro” Fernández, sin su visto bueno.

Su encuentro final con el entonces presidente del club, el doctor René Orozco, fue transmitido en vivo y en directo desde la consulta del dirigente en el Hospital J.J. Aguirre. Impresionante. O el caso Sampaoli y su renuncia a la selección chilena en el verano de 2016. Novelón bautizado como “El Rehén”, ya que el entrenador dijo sentirse atrapado por el contrato con la Roja, y que se alargó como serie turca, porque todavía hay juicios pendientes en tribunales. Hoy Lucero es el protagonista del momento. Un “gato” en fuga podría titularse la teleserie del verano en el fútbol chileno.