Deportes

La tormenta perfecta

Imagen principal
Agencia Uno
POR Andres Sepúlveda |

“De Milad no podemos esperar mucho. Ya nos notificó hace un tiempo que para él, el fútbol chileno no está en crisis”, dice Fernando A. Tapia.

Fue en Julio del año 2021. La columna publicada en este mismo espacio se tituló “Los grandes olvidados”. La referencia era a los jugadores del fútbol formativo que entonces acumulaban 21 meses sin competencias. El estallido social primero, y la pandemia después, sirvieron como pretexto perfecto para que los dirigentes paralizaran los torneos juveniles en todas sus categorías.

Varios fueron los cuerpos técnicos que fueron cesados de sus funciones, despedidos, con el objetivo de reducir los costos de los clubes. En el consejo de presidentes de la ANFP, así como en la directiva encabezada por Milad, nadie se mostró muy preocupado por las consecuencias que esto podría acarrear. Al contrario, respiraron aliviados, porque las sociedades anónimas han demostrado en los hechos que el fútbol formativo no es una prioridad.

Lo ven más bien como un costo que no se ajusta al modelo de negocio de los nuevos dueños del fútbol, porque poner plata en las divisiones inferiores no da rédito en el corto plazo. Los proyectos deportivos han sido desplazados por el negocio, por la inclinación de ir a buscar a jugadores ya formados y en condiciones de ser vendidos pronto, tras un fugaz paso por las instituciones, con el objetivo de obtener ganancias por los traspasos.

Pero como dice el refrán: “no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague”. La falta de competencia durante casi dos años era un atentado para la formación de al menos dos generaciones que el fútbol chileno no tardaría en lamentar. En el campeonato sudamericano Sub 20 disputado en Colombia, la selección chilena volvió a sumar un nuevo fracaso, con el agravante de que el equipo dirigido por Patricio Ormazábal ni siquiera mostró amor propio. Derechamente no compitió y dejó una triste imagen en un grupo en el que además no tuvo que enfrentar a los gigantes de Sudamérica.

Ciertamente que las razones del fiasco futbolístico van más allá de la mencionada paralización de las competencias entre los años 2019 y 2021. De hecho la Roja Sub 20 suma ya cuatro eliminaciones consecutivas, acumulando una década de ausencias en campeonatos del mundo de la categoría. El hecho no deja de ser alarmante, considerando la urgente necesidad de recambio en la selección adulta que, también, suma dos rotundos fracasos en línea, al quedar eliminada de los mundiales de Rusia y Qatar. El panorama es desolador. El técnico de la Roja juvenil, Patricio Ormazábal, fue cesado.

Públicamente debió asumir en solitario toda la responsabilidad de esta nueva decepción. Pero margen no tenía para seguir, no sólo por el resultado. Equivocó el mensaje desde un comienzo, hablando de los “niños” -los mismos que ya alternan en la Primera División, tienen contratos profesionales y se manejan con representantes- eludió el carácter competitivo del torneo, y tomó decisiones abiertamente negligentes, como fue restarle protagonismo a los dos jugadores más talentosos del equipo: Lucas Assadi y Darío Osorio se movieron entre la titularidad y la suplencia. Inexplicable. Raro, como la exclusión en la nómina final del defensa Bastián Roco, uno de los pocos en su puesto con importante experiencia en el campeonato de primera. El zaguero fue marginado de la convocatoria para el Sudamericano justo cuando entró en conflicto con su club, Huachipato, que decidió apartarlo del primer equipo luego que el futbolista se negara aceptar una prórroga unilateral de su contrato. El caso es incluso más escabroso, ya que desde su entorno reconocen que el joven jugador, representado por una empresa argentina, ha sufrido presiones para cambiarse de agente, para que firme por el mismo que ronca en el fútbol chileno. Otro caso que alimenta las suspicacias es el del talentoso jugador de Colo Colo, Jordhy Thompson, de buen inicio en el primer equipo albo este año, que tampoco fue considerado para la selección Sub 20. Su agente es el mismo que tiene Bastián Roco. Curiosa coincidencia. En los hechos el técnico Patricio Ormazábal, con sus decisiones, no hizo mucho por despejar las sospechas de que la guerra entre representantes, sus vínculos y poderosa influencia en la selección juvenil, pudieron terminar por afectar su labor.

Mientras tanto el presidente del fútbol chileno brilla por su ausencia. Pablo Milad optó por atrincherarse en el silencio, ya sin el escudo protector del exdirector deportivo de la Federación, Francis Cagigao, que dejó su cargo sin pena ni gloria. Su vacante no tiene aún un reemplazante, y es quien debe resolver quién asumirá ahora en la Sub 20. Pero de Milad no podemos esperar mucho. Ya nos notificó hace un tiempo que para él, el fútbol chileno no está en crisis. Es la tormenta perfecta.