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Parálisis de sueño

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POR Matias Bobadilla |

“Quizás a Garin le faltó consultar con Nicolás Massú y Fernando González de la inigualable experiencia de poder representar a Chile”, escribe Fernando Tapia tras la renuncia del número 1 de Chile a Tokio 2020.

No es fácil poder comprender la decisión del tenista Cristián Garin de restarse de los próximo Juegos Olímpicos de Tokio. No es fácil, también, aceptarlo. Es cierto que la máxima cita deportiva del planeta ha tenido que convivir con la renuncia de muchos atletas, los que finalmente han sido ahuyentados ante la incertidumbre reinante por la pandemia, y las severas medidas restrictivas en las que se van a disputar las competencias.

En este sentido Garín no es el primero y, probablemente, no será el último en bajarse. Antes que él ya habían anunciado su renuncia jugadores de la talla de Rafael Nadal, Dominic Thiem, Roberto Bautista-Agut, Guido Pella, Federico Delbonis, Denis Shapovalov y Richard Gasquet, entre otros. La lista es más amplia y hasta esta semana ya iba en más de una docena de nombres.

En todos los casos la razón más recurrente está asociada a privilegiar sus respectivos calendarios, entendiendo que ir a Tokio aparece simplemente como un evento que bloquea la participación en torneos oficiales de la ATP donde sí hay puntos que disputar y especialmente suculentos premios económicos que no ofrece la cita máxima del deporte mundial.

Desde que comenzó a aparecer en el circuito, Cristián Garin debió cargar con la mochila del recambio del tenis chileno, tras la brillante generación que inauguró Marcelo Ríos y que continuaron de forma monumental Nicolás Massú y Fernando González. Sin duda no ha sido fácil poder colocarse a esa altura. Y probablemente ha sido ese recuerdo entre los aficionados chilenos el fantasma con el que también ha tenido que lidiar la actual raqueta número uno de Chile, de quien muchos especialistas señalan que tiene en su propia cabeza el principal obstáculo para llegar a niveles más altos.

Hasta ahora no le ha ido mal en todo caso. No cualquiera se mete entre los veinte mejores tenistas del mundo. Las condiciones las tiene, y por eso su nombre genera tanta expectativa de poder ver una vez más a otro chileno en el grupo más selecto de los tenistas del orbe. Pero no se trata solamente de títulos en el circuito. Si todas las semanas seguimos las actuaciones de Garin no solo es por querer verlo triunfar en un deporte que es esencialmente individual, también lo hacemos porque proyectamos sus acciones en beneficio del equipo chileno de Copa Davis y en el mejor de los casos, precisamente, en los Juegos Olímpicos.

Lo queremos ver triunfar porque todos sentimos un orgullo especial cuando un chileno lo hace, pero mucho más cuando es en representación de todo el país. En resumidas cuentas si gana en el circuito, aplaudimos y nos alegramos por él; si lo hace por Chile, nos levantamos del asiento y festejamos.

Es probable que Garin haya tenido poderosas razones para renunciar. Los juegos no entregan puntos para el ránking ATP, los premios económicos –que en esta caso otorga el estado chileno sólo si hay medallas- son muy inferiores a los que se entregan en un torneo, la estricta burbuja sanitaria a la que tendría que someterse lo obligaba ir sin compañía y finalmente, quizás, lo desmotivó el hecho de que la competencia se realizará en canchas de superficie dura, que interrumpe su preparación en arcilla, con el agravante que tampoco habrá público en las tribunas. Razones legítimas para entender su decisión, aún cuando no las compartamos.

De hecho, por eso se resta, aunque no lo haya querido reconocer en el comunicado donde dio a conocer su decisión. “Representar a mi país y sobretodo participar en un JJ. OO. siempre ha sido un sueño para mí y fue el eje principal de mi planificación en el año 2020. Sin embargo, debido a la inestabilidad de este año (donde tuve que bajarme del Australian Open por lesión y mi posterior contagio de covid 19), sumado a las condiciones establecidas no me permitirán vivir la experiencia real de lo que significan unos juegos”, dijo a través de su cuenta de Instagram cinco días después de haber confirmado su presencia a las autoridades de la Federación de Tenis y el Comité Olímpico, organismos que se vieron sorprendidos por esta decisión y no disimularon su molestia también a través de un comunicado de prensa.

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Por supuesto no se puede cuestionar su derecho a declinar su participación en los Juegos, de privilegiar su carrera, renunciando a la posibilidad de alcanzar gloria deportiva que ofrece la cita de Tokio. De seguro no es totalmente consciente de los costos de su decisión.

Quizás a Garin le faltó consultar con Nicolás Massú y Fernando González de la inigualable experiencia de poder representar a Chile en esa instancia. O conocer el gigantesco esfuerzo de cientos de deportistas de otras disciplinas, que sin la cobertura mediática de la que él goza en sus torneos, dedican años de trabajo con el objetivo de llegar a una cita olímpica, aún cuando las opciones de medalla sean remotas.

Ser parte de unos JJ. OO. no es solo poder aspirar a una presea, el símbolo global de la excelencia deportiva, es también formar parte de un equipo que compite con orgullo bajo una misma bandera ante la mirada de millones de personas en todo el planeta. Este es un tren que pasa apenas cada cuatro años.

Ojalá en Paris 2024 el tenis le brinde una oportunidad de reivindicarse con el público chileno, porque basta revisar la reacción que en estos días ha habido en las redes sociales para darse cuenta que su voluntad ha sido calificada, por lo bajo, como poco empática. No se entiende que después de decir que representar a Chile en unos JJ. OO. ha sido un anhelo muy esperado, termine por renunciar tan abruptamente a cumplir ese supuesto deseo. Decepcionante, Cristián, esta parálisis de sueño.

Fernando A. Tapia participa en Pauta de Juego, de Radio PAUTA, de lunes a viernes a partir de las 12:30 horas. Escúchelo por la 100.5 en Santiago, 99.1 en Antofagasta, y por la 96.7 en Valparaíso, Viña del Mar y Temuco, y véalo por el streaming en PAUTA.cl.