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¿Quién levanta la mano?

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POR Santiago Parro |

¿Será verdad que no hay ninguna persona en condiciones de abandonar la crítica anónima para asumir un liderazgo que al menos genere alguna esperanza?. Es una lástima que se haya retirado Ricardo Abumohor, uno de los pocos que tuvo una actitud de oposición y no obsecuencia a Jadue desde el minuto uno.

“No hay peor ciego que el que no quiere ver” dice el refrán popular. El pasado lunes el presidente de la ANFP, Pablo Milad, aseguró que el fútbol chileno no está en crisis. Vaya atrevimiento, porque lo dijo justo después de un fin de semana donde dos partidos debieron ser suspendidos producto de la inoperancia, la falta de gestión, de planificación y precisamente por la crisis de inseguridad que este año se ha acentuado en los estadios, obligando a las autoridades políticas a intervenir con medidas más extremas para autorizar los eventos deportivos relacionados con el fútbol.

Es difícil precisar a quién quiso engañar Milad, porque lo cierto es que, como nunca antes, la actividad atraviesa por uno de sus peores trances de su historia. La profunda depresión que enfrenta la actividad no es sólo deportiva, con la selección fuera del mundial y una competencia local cada vez menos competitiva y más depreciada, sino que también económica, con cifras alarmantes que tienen a la propia ANFP y a varias sociedades anónimas que componen el consejo de clubes al borde de la quiebra.

Peor aún, la crisis es también de transparencia. Ha sido durante el mandato de Pablo Milad en que han vuelto a surgir denuncias no aclaradas por arreglos de partidos, de malos manejos en el cuerpo arbitral, cuya cabeza máxima ha tenido que cambiar en tres oportunidades en este periodo, además de las dudas que provocan la poca independencia que han mostrado los tribunales de disciplina, órganos que bajo el mandato del ex intendente de la región del Maule, se han alejado de su misión de impartir justicia, transformándose en oficinas que entregan resoluciones a gusto del cliente de turno, moviéndose bajo parámetros más bien políticos.

Ni hablar de la promesa de campaña que hizo Milad antes de asumir su mandato, incumplida por cierto, en relación con aclarar quiénes son los reales dueños detrás de cada una de las instituciones, y despejar vía reforma de estatutos la prohibición de la multipropiedad de los clubes. Sacando la administración de Sergio Jadue, que debido a sus vínculos con una red de corrupción internacional y que, por lo mismo, con justa razón, mantiene el rótulo como el peor mandato que haya tenido el fútbol chileno, la gestión de Pablo Milad le sigue en el ranking como la administración de peor gestión de la era profesional.

No se entiende, por tanto, que pese a todo esto hayan presidentes de clubes que insistan en querer su reelección. No se entiende, salvo que en efecto en la propiedad de las instituciones hayan permeado otros intereses, alejados de los proyectos deportivos fundacionales, y que ahora les resulte cómodo un gobierno mediocre, débil, manejable, torpe y permisivo. Hasta el cierre de esta columna no estaba claro quién o quiénes podrían ser los eventuales rivales de Milad en la elección del próximo 8 de noviembre.

El ex presidente de Audax Italiano, Lorenzo Antillo, se ha mostrado disponible. Un nombre que lejos de generar entusiasmo, plantea aún más dudas, ya que tras de él aparecen clubes que derechamente están muy vinculados a representantes de futbolistas. Su eventual triunfo podría
generar un escenario aún peor, aunque resulte difícil imaginarlo. Porque el fútbol chileno ha demostrado que siempre se puede estar peor. El escenario es pesimista. El futuro se ve muy negro.

Sin duda que el desprestigio al que los actuales dirigentes han llevado a la ANFP aleja a los buenos, a los decentes. Pero hoy más que nunca es necesario implorar por su aparición. Es momento que aquellos que realmente deseen el bien de la actividad estén dispuestos al sacrificio, y a ponerse al servicio de la difícil misión de la reconstrucción. Aunque sea a través de una candidatura testimonial, pero que ayude a exponer ante la opinión pública que la crisis es real y no una invención como se pretende hacer creer desde la actual cabeza.

¿En serio no hay ningún club capaz de poner una cuota de cordura?; ¿Será verdad que no hay ninguna persona en condiciones de abandonar la crítica anónima para asumir un liderazgo que al menos genere alguna esperanza?. Es una lástima que se haya retirado Ricardo Abumohor, uno de los pocos que tuvo una actitud de oposición y no obsecuencia a Jadue desde el minuto uno. Pero ¿qué dice O’Higgins, su club? ¿Apoya todo este ridículo?.

Pienso en Edmundo Valladares, el ex presidente de Colo Colo, que en el peor momento de la institución, dejó de lado su postura en contra de las sociedades anónimas para asumir en Blanco y Negro, liderando la resurrección del club.

Y, claro, lo sacaron porque su éxito planteaba un peligro para el modelo. O en Andrés Fazio, un dirigente hábil, prudente y preparado, y que lamentablemente se alejó de la ANFP, según reconoció, por discrepancias personales con el ex presidente Sebastián Moreno. O quizás sería bueno alguien como Federico Valdés, el dirigente más exitoso de la era de Azul Azul, un actor que permanece vigente porque nunca ha dejado de opinar de la actualidad del fútbol chileno. Imagino a gente como ellos, pero de ninguna manera a Pablo y a Lorenzo. ¿Quién levanta la mano?.