Deportes

Vergüenza mundial

Imagen principal
PAUTA
POR Andres Sepúlveda |

“Tantas desgracias no valen la pena por 5760 minutos de fútbol”, dice Fernando A. Tapia: “Seguramente una vez iniciado el mundial todo quede relegado a un segundo plano”.

Hacer el mundial en Qatar fue un error. Lo dijo el expresidente de la FIFA, Joseph Blatter, apenas días antes de la inauguración de la Copa del Mundo. La confesión del otrora poderoso dirigente suizo llegó demasiado tarde, cuando ya no hay vuelta atrás. La máxima cita del fútbol se llevará a cabo en el desierto de oriente medio, en una fecha insólita, y finalizará apenas seis días antes de navidad. Fue una de las consecuencias de la elección de este país como sede del campeonato del mundo, ya que en los meses tradicionales en los que se han jugado los mundiales, es decir junio y julio, el calor abrasador del verano árabe hacía imposible el desarrollo normal del juego.

Cuando el 2 de diciembre de 2010 los 23 miembros del comité ejecutivo de la FIFA, incluyendo a Blatter, decidieron que Qatar albergaría la Copa del 2022, no pensaron en éste pequeño gran detalle, o mejor dicho simplemente lo desatendieron.

El putrefacto olor a corrupción rápidamente pudo ser advertido, ya que los dirigentes más poderosos de la FIFA habían obviado el informe negativo que su propia comisión encargada de evaluar a los países candidatos hizo respecto de esta sede. Qatar se impuso en la última ronda de votaciones al otro poderoso aspirante a organizar el mundial: Estados Unidos. Un manto de sospecha se instaló de inmediato, y es evidente que el hecho aceleró las investigaciones por corrupción en el fútbol por parte de la justicia norteamericana.

Cuando en el 2015 estalló el caso FIFA, y la Fiscalía de Nueva York emitió varios órdenes de detención en contra de importantes dirigentes y empresarios, las denuncias hechas dos años antes por la revista France Football tuvieron más asidero. “Qatargate” se tituló el reportaje de investigación en el que dio cuenta de la trama de sobornos y coimas que le habrían permitido al país petrolero comprar votos en el comité ejecutivo para asegurarse la sede del mundial. Una danza de miles de millones de dólares que incluso salpicó y le costó su carrera directiva a la ex súper estrella francesa Michel Platini, por entonces presidente de la UEFA y vicepresidente de la FIFA.

Según el informe, Platini, que había mostrado su simpatía por la candidatura de Estados Unidos, cambió su voto a última hora y empujó a que otros cuatro miembros del comité ejecutivo hicieran lo propio. Todo se había fraguado en una reunión secreta en el Palacio del Elíseo, en Paris, donde Platini asistió a una entrevista con el entonces Presidente de Francia Nicolás Sarkozy y el Emir de Qatar, Tamir Bin Hamad.

Platini desmiente haber recibido sobornos, pero si reconoció que el Presidente de su país le había sugerido inclinar la balanza a favor de Qatar. “Por el bien de Francia” fue la frase que empleó Sarkozy. Seis meses después de la elección de la sede de la copa mundial, un fondo de inversión qatarí compró el PSG y la cadena Bein Sport, también de Qatar, se hizo de los derechos de transmisión televisivos de la liga francesa de fútbol.

No fue lo único, ya que posteriormente la industria aeronáutica de Francia selló millonarios acuerdos para la venta de aviones militares y civiles al emirato. Qatar compró un mundial en el que invirtió miles de millones de dólares. Pero esto no es lo peor. Si bien tuvieron que acomodar las fechas para que los futbolistas no sufrieran con el calor en pleno verano, nadie se preocupó de los miles de trabajadores que durante todos estos años tuvieron que levantar los estadios y la infraestructura necesaria con casi 50 grados de temperatura. Y en condiciones laborales calificadas por diversos organismos internacionales como de esclavitud.

Un informe del diario británico The Guardian, cifró en 6.500 los obreros fallecidos desde el 2011 al 2022, muchos de ellos víctimas de golpes letales de calor en un régimen de trabajos forzados de más de 12 horas diarias, sin descanso durante semanas e incluso meses.

Qatar ha desmentido estas cifras, pero ha tenido que enfrentar denuncias de organizaciones de derechos humanos, por la poca transparencia de los datos. Organismos que además confirmaron que durante la construcción de estadios e infraestructura, los trabajadores, casi en su totalidad migrantes de países pobres de la región, fueron además sometidos a condiciones de hacinamiento, acreditando que las empresas contratistas llegaron a retener sus pasaportes para evitar la fuga de mano de obra. El mundial se realizará en un país donde los derechos de las mujeres están limitados, y en el que colectivos de las diversidades sexuales están proscritos.

La prohibición de demostraciones de afecto por parte de esta comunidad han provocado una ola de manifestaciones en contra de esta Copa del Mundo. Seguramente una vez iniciado el mundial todo quede relegado a un segundo plano. Pero éste no es el espíritu que debe tener la fiesta mayor del fútbol.

Es deber ético exponerlo aun cuando choque con el entusiasmo de los hinchas, y también exigir de la FIFA una actitud prioritaria en defensa de los derechos humanos. Tantas desgracias no valen la pena por 5760 minutos de fútbol. El juego y la pasión no deben borrar esta vergüenza mundial.