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La rápida adaptación del PS contra el gobierno de Piñera

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POR Josefina Ríos |

Un diagnóstico precoz, disciplina y pragmatismo son las claves de la estrategia del partido dirigido por Álvaro Elizalde para convertirse en la principal fuerza opositora de los primeros meses de la nueva administración.

La aplastante victoria de Sebastián Piñera sobre Alejandro Guiller en la segunda vuelta presidencial de diciembre pasado marcó el quiebre definitivo de la Nueva Mayoría. El fracaso electoral sumió a la excoalición gobernante en un estado de perplejidad y crisis de identidad en la mayoría de los partidos que la integraban. La DC y el PPD, pese a que ya eligieron nuevas directivas, aún se debaten entre las distintas almas que conviven dentro de sus colectividades. En el otro plano opositor, el Frente Amplio ha comenzado a experimentar públicamente los problemas propios de administrar el poder en su conglomerado diverso, donde conviven 14 fuerzas políticas con carismas disímiles.

La desarticulación evidente de la oposición auguraba que el gobierno de Piñera lograría imponer su agenda sin mayores dificultades, objetivo que en parte se logró durante sus primeros 100 días. Pero solo en parte: el Partido Socialista (PS), a diferencia de sus exaliados, rápidamente entendió que el nuevo escenario político les imponía desafíos distintos como partido y adoptó un rol de duro opositor con estrategias y mensajes definidos que han puesto a la actual administración en jaque frente a la opinión pública en más de una oportunidad.

Etiquetas como “sequía legislativa”, “decretismo” y “motosierra administrativa” son solo algunos de los conceptos creados al interior de PS y ante los cuales el Gobierno ha debido salir a contraatacar. El propio Piñera dijo en La Tercera a comienzos de julio que “las leyes son importantes, pero también es importante la actitud, la voluntad, la calidad de gestión del Gobierno, de los poderes del Estado y de la sociedad civil. Esto de la sequía legislativa es un invento del Partido Socialista”. Además, en la misma oportunidad, criticó a la colectividad presidida por Álvaro Elizalde de “obstruccionista” y de protagonizar una “política de negar la sal y el agua”.

Desde el socialismo, sin embargo, no acusan el golpe: “Ni obstruccionista ni condescendientes: somos una oposición inteligente”, retruca Álvaro Elizalde, su presidente. Tarea para la cual, admite otro parlamentario, se apoyan fuertemente en los insumos que les aporta el Instituto Igualdad, centro de pensamiento que depende del partido y que en la actualidad ha cobrado una relevancia mediática inédita desde su creación en 2001.

La búsqueda de la causa común

El diagnóstico era relativamente obvio, pero no por eso fácil de asimilar. “La derrota electoral fue tremenda, pero teníamos que ser capaces de rearmarnos rápidamente. La ciudadanía no había optado por nuestra propuesta y ahora seríamos oposición, un papel distinto al que veníamos desempeñando y en un escenario de disidencia muy diverso”, afirma el exsecretario General de la Presidencia Gabriel de la Fuente.

Frente a estos hechos, se acordó que el partido adoptaría un rol fiscalizador desde el Congreso. La estrategia apunta a dos áreas principales. Por una parte, tensar que las políticas públicas propuestas por el nuevo gobierno se ajusten no solo obviamente a la Constitución y las leyes, sino también a que cumplan los objetivos que se proponen. Para lograr ese cometido fiscalizador está el trabajo en comisiones parlamentarias y las discusiones en sala, pero también se incluyen, en caso de ser necesario, requerimientos a la Contraloría General de la República, como sucedió en el caso del protocolo de objeción de conciencia por la ley de aborto tres causales, o el “téngase presente” que enviaron al Tribunal Constitucional para que promulgaran la ley Sernac, tal cual había salido de la Cámara de Diputados. En el primer caso tuvieron éxito; en el segundo, sin embargo, el TC no les dio la razón a los socialistas.

La otra área de fiscalización propuesta pone el acento en temas de probidad y transparencia. Así, en los cuatro primeros meses de gobierno han liderado varias instancias relativa a esos tópicos. Por ejemplo, el 10 de julio pasado, el diputado PS Leonardo Soto presentó una indicación para incluir el tipo penal de cohecho sin contraprestación, medida que no incluía la propuesta gubernamental. A pesar de que ese día el oficialismo rechazó la idea, ocho días después el gobierno aceptó incluir la propuesta.  En la misma línea se enmarca el requerimiento ante la Contraloría por el nombramiento de Pablo Piñera, hermano del Presidente, como embajador en Argentina, o la reciente petición liderada por el diputado PS Juan Luis Castro ante el mismo organismo para que audite al Ministerio de Salud, tras la polémica surgida en torno al ministro del área, Emilio Santelices, por sus acciones de la empresa Sonda.

Otra definición estratégica tomada en enero por el Comité Central del PS fue avanzar en el diálogo con toda la oposición, desde la DC hasta el Frente Amplio, para buscar una fórmula que les permita enfrentar unidos al oficialismo. “Podemos ser mayoría en la sociedad, pero sin unidad seremos derrotados por la derecha”, plantea Elizalde. La tarea en este sentido no ha sido todo lo fluida que quisieran. “Este año en particular ha sido complicado. Salvo el PS, que entendió rápidamente su rol, el resto de la oposición se encuentra en fases más introspectivas y de búsqueda de una identidad definida. Esto repercutirá en que nuestro intento aglutinador deba ser más pausado”, agrega un dirigente histórico de la colectividad.

Álvaro Elizalde, presidente PS, es partidario de unir a toda la oposición, desde la DC al FA. Crédito: AgenciaUno

 

La disciplina en el Congreso

El Parlamento se ha convertido en centro neurálgico del PS. Sus 20 diputados igualan en número a toda la representación del Frente Amplio en la Cámara Baja y supera con creces a la presencia de sus exsocios de coalición. En el Senado es aventajado por el PPD, colectividad que tiene ocho senadores, dos más que los socialistas. Sin embargo, hasta ahora el PS ha logrado imponer con mayor éxito, al menos comunicacionalmente, sus causas. “El socialismo tiene una densidad ideológica e histórica muy potente, es claro que somos de izquierda y en eso no hay voces disidentes. Tanto la dirigencia como la militancia comparte esta identidad y por eso nos resulta más fácil que al resto de la ex Nueva Mayoría ordenarnos”, admite un importante dirigente.

Las discusiones, por lo mismo, han definido, se deben dar en el Congreso.  Así, la decisión de no participar en las comisiones para los acuerdos nacionales propuestas por Piñera se dio de manera natural. “A nadie se le ha prohibido nada, pero hay coincidencia respecto a la necesidad de actuar institucionalmente”, sostiene Elizalde. Otro parlamentario PS agrega que “tenemos una línea definida. No pasa lo mismo en el resto de la oposición, donde vemos, por ejemplo, en el PPD, que si Ricardo Lagos Weber no va, sí asiste Guido Girardi y viceversa; o en la DC, que si Jorge Pizarro dice que no, Carolina Goic dice que sí. En el FA sucede algo parecido”.

No obstante, en el PS también ha habido voces disidentes, protagonizadas principalmente por el senador José Miguel Insulza, quien se ha mostrado partidario del diálogo y de llegar a acuerdos con el oficialismo. Respecto a estas divergencias con la dirigencia partidaria, un miembro de la comisión política reflexiona: “Queremos y respetamos mucho a José Miguel, pero él vive en los noventa. El país cambió y también la forma de hacer política. Debemos recordar que él estuvo cerca de 10 años fuera de Chile en la OEA”.

Más allá de este caso particular, la coordinación parlamentaria ha sido un tema prioritario. En esa labor, el trabajo de los jefes de bancada Manuel Monsalves (Cámara de Diputados) y Rabindranath Quinteros (Senado) ha sido clave, según Gabriel de la Fuente, jefe del área legislativa del Instituto Igualdad y probablemente el asesor legislativo más importante de ese partido. “Ambos son parlamentarios muy componedores y con gran sentido de equipo. Promueven la conversación dentro de sus bancadas y no acaparan la atención mediática. Por el contrario, permiten que los distintos legisladores lideren las diversas iniciativas que propone la colectividad”, explica.

En la misma línea, un dirigente histórico agrega que “el intenso trabajo desplegado por los representantes PS, más el hecho de que el partido preside hoy ambas cámaras -Carlos Montes en el Senado y Maya Fernández en la Cámara de Diputados- redunda en que la presencia PS en el Parlamento se vea muy fortalecida”.

¿Defensores del legado?

Para el trabajo parlamentario los insumos que entrega el Instituto Igualdad se han transformado en un producto clave. A través del trabajo que realizan en sus 15 programas elaboran minutas, informes y documentos que apoyan la discusión de sus parlamentarios en las diversas comisiones y en la elaboración de requerimientos y de téngase presentes, entre otras iniciativas legislativas. Además, de evaluar las nuevas políticas públicas que propone el Gobierno, el instituto también hace el seguimiento en la aplicación de las reformas que fueron introducidas en el gobierno de Michelle Bachelet.

De hecho, muchos de los colaboradores del Instituto Igualdad participaron activamente en alguno de los dos gobiernos de Bachelet. Entre ellos, Gabriel de la Fuente, exsecretario General de la Presidencia; Paula Narváez, exvocera; Francisco Díaz, exsubsecretario del Trabajo, y Soledad Barría, ex ministra de Salud en la primera administración de Bachelet. De ahí que muchos apunten a este think tank como un reducto del “bacheletismo”, donde una de sus misiones principales es resguardar el legado de la expresidenta socialista.

Al respecto, De la Fuente asegura que “el bacheletismo como tal no existe. Ahora, la expresidenta sin duda es una de las figuras más importantes del PS y es cierto que muchos de nosotros fuimos colaboradores de su gobierno y ahora estamos en el Instituto Igualdad que pertenece al partido. Pero nuestra misión actual va mucho más allá de defender lo hecho. Estamos trabajando para generar políticas públicas novedosas que nos permitan volver a ser gobierno”.

En la misma línea, los parlamentarios PS también han sido sindicados como los “escuderos de Bachelet”. “Obviamente que en nuestro espíritu está defender las conquistas sociales que hicimos durante el gobierno pasado. Pero no basta con la mera defensa de esa obra, la ciudadanía no votó por la continuidad, entonces tenemos que ser capaces de hacer una propuesta de futuro”, sostiene un senador de la colectividad. “Michelle Bachelet entra y sale de Chile, ella no está operando, como algunos quieren hacer creer. No lo hizo cuando era presidenta menos lo va hacer ahora”, remata un líder histórico de la colectividad.