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¿Por qué las elecciones en Nicaragua están cuestionadas?

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POR Lucía Alegrete |

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, consiguió la reelección en unas votaciones ilegítimas.

Este domingo 7 de noviembre, Daniel Ortega fue reelegido presidente de Nicaragua en unos comicios fuertemente cuestionados. No fueron comicios libres. Los líderes opositores no pudieron participar ya que fueron detenidos en los últimos meses, acusados de traición a la patria, a instancias de Ortega. De ese modo, el dictador fue despojando a sus rivales, uno a uno, de las chances de desafiarlo.

El mandatario acabó compitiendo en las elecciones sin ningún tipo de oposición real. Oposición que había hecho un llamamiento a los nicaragüenses a no acudir a las urnas bajo el eslogan quedémonos en la casa porque nos han secuestrado nuestro derecho a elegir

Por esto también la participación en los comicios ha sido cuestionada. Según el órgano electoral acudió un 65,34% de los 4,4 millones de votantes habilitados para votar; sin embargo, el observatorio multidisciplinario independiente Urnas Abiertas fijó en un 81,5% la abstención.

Condena de las autoridades internacionales

Las elecciones presidenciales de Nicaragua este domingo 7 de noviembre no están siendo reconocidas por la mayoría de la comunidad internacional. Solo los gobiernos de Rusia, Bolivia, Cuba y Venezuela avalaron los resultados.

A través de un comunicado, la Cancillería chilena afirmó: “El Gobierno de Chile rechaza y no reconoce la legitimidad de las elecciones realizadas en Nicaragua, las que apuntan a eternizar a Daniel Ortega y Rosario Murillo en el poder consolidando un régimen dictatorial”.

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Uno de los primeros en pronunciarse fue el presidente estadounidense, Joe Biden, quien calificó los comicios como una “pantomima ni libre, ni justa, y ciertamente, no democrática”. Y agregó que usará “todas las herramientas diplomáticas y económicas” para pedir responsabilidades y ampliar las sanciones.

Por su parte, la Unión Europea consideró que la reelección de Daniel Ortega carece de legitimidad, al ser unos comicios sin garantías democráticas. También afirmó que esta situación completa la conversión del país en un régimen autocrático.

Otros que condenaron el proceso fueron las organizaciones defensoras de los Derechos Humanos como Human Rights Watch. De hecho, su director ejecutivo, José Miguel Vivanco, fue muy duro a través de un hilo en Twitter donde tildó las elecciones como una farsa.

También afirmó que Ortega asumirá su cuarto mandato consecutivo a fuerza de represión, censura y miedo y que es fundamental redoblar la presión internacional para exigir la liberación de los presos políticos y para que se restablezca la democracia en el país.

El poder incondicional de Daniel Ortega

Ortega ya lleva más de 14 años consecutivos en el poder junto a su incondicional vicepresidenta y esposa, Rosario Murillo. Ambos son los líderes del partido Frente Sandinista de Liberación Nacional fundado en los años 60 y que protagonizó el fin de la dinastía de los Somoza en Nicaragua.

El exguerrillero sandinista dirigió el país durante la década de 1980. Puso en práctica un programa marxista inspirado en la Cuba de Fidel Castro. Esto sumió al país en una grave crisis económica y política que le hizo perder en las elecciones ante Violeta Chamorro.

Tras varios intentos fallidos, consiguió alianzas que le permitieron volver al gobierno el 10 de enero de 2007 en condiciones democráticas. De a poco fue absorbiendo el control de otros poderes del Estado. Hoy ya puede ser considerado un dictador.

Durante estos años, el mandatario ha ejercido un absoluto control político y militar del país, ejerciendo un fuerte dominio contra sus opositores y represión contra la población que inició con las masivas manifestaciones a la reforma a la seguridad social de abril del año 2018.

De hecho, la mayoría de los 159 presos políticos fueron arrestados durante unas protestas que dejaron más de 300 muertos. El número de detenidos fue dado a conocer por el Mecanismo para el Reconocimiento de Personas Presas Políticas, cuyos datos avala la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Ortega se ha definido como aliado de los gobiernos de Cuba, Rusia y Venezuela, así como enemigo incondicional de Estados Unidos. Además, tiene una lucha histórica contra los obispos católicos y el empresariado nicaragüense, a los que acusa de todos los problemas del país.