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¿Es cierto que se están extinguiendo las abejas?

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Fernanda Monasterio/PAUTA
POR Matias Bobadilla |

En Chile hay registros de 464 especies diferentes, de las cuales el 70% son endémicas. El cambio de uso del suelo y la aplicación de pesticidas son algunas causas de su declive.

En primavera es común ver abejas entre las flores, las que son vitales para el proceso de polinización y, por lo tanto, para la mantención de la flora en el mundo. Nuestro Perro de caza, de Watchdog PAUTA, salió a investigar si estos insectos polinizadores han disminuido su presencia en las áreas verdes de diferentes sectores de Chile.  

¿Las abejas se están extinguiendo?

“La palabra extinción significa que ha habido una prueba evidente de que han disminuido drásticamente las poblaciones de abejas, hasta los límites de poder hablar de extinción”, explica Gloria Montenegro, profesora e investigadora de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la Universidad Católica.

La experta asegura que, aunque en algunos lugares del mundo donde se aplican pesticidas y fungicidas sí han disminuido las poblaciones, no es posible hablar de extinción de abejas, a pesar de que se observan pérdidas de algunas poblaciones. 

“Si me preguntan si hay un declive de polinizadores y abejas en particular: sí, es real. Hay algunos documentos que señalan que el 40% de los insectos polinizadores y no polinizadores se encuentran en declive”, agrega Maureen Murúa, doctora en Ciencias Biológicas e integrante del Centro de Genómica, Ecología y Medio Ambiente de la Universidad Mayor.

Así lo señala el informe de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas, el cual asegura que las evaluaciones regionales y nacionales de insectos polinizadores indican altos niveles de amenaza, particularmente para las abejas y mariposas (a menudo más del 40%), con Europa como indicador, donde se estima que cerca del 37% de las poblaciones de abejas están en declive.

Sin embargo, es necesario hacer una distinción entre abejas de miel, como animal productivo, y especies nativas, siendo estas últimas las que están en riesgo. Con respecto a las de miel, Leslie Vallejos, investigadora de Salud Apícola Latinoamérica de Fraunhofer Chile Research, señala que hablar de extinción de estas abejas sería casi como decir que se están extinguiendo las vacas . “Al final, es un animal productivo que tiene que ser manejado y que es introducido, entonces no se podía hablar aquí realmente de una extinción”, agrega.  

En cuanto a los polinizadores nativos -entre los que están las abejas, mariposas, moscas, escarabajos e incluso algunos mamíferos- el problema es que muchas de estas especies que podrían estar en peligro no han sido estudiadas, por lo que no hay datos suficientes para confirmar su declive. Esto dificulta especialmente la situación en Chile, donde la desaparición de algunas especies va más rápido que los intentos por describirlas.

“Pueden estar disminuyendo las poblaciones de abejas silvestres, aunque en esto hay menor claridad ya que hay menos estudios y son más complejos de realizar”, señala Edwar Fuentes, profesor asociado de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile. 

El estudio Local actions to tackle a global problem: A multidimensional assessment of the pollination crisis in Chile, publicado en noviembre de 2021, asegura que existen 464 especies de abejas en Chile, de las cuales 70% son endémicas. Murúa, que es parte de los académicos que desarrollaron esta investigación, explica que “hay especies que no alcanzamos ni a conocer y ya no están, porque son especies locales, muy específicas, que cumplen un rol ecológico relevante pero particular”.  

¿Qué factores inciden en el declive de los polinizadores?

“Durante las últimas décadas, los polinizadores han disminuido drásticamente como resultado de los principales impulsores de la pérdida de biodiversidad, a saber, el cambio de uso de la tierra, las especies invasoras, la sobreexplotación, la contaminación y el cambio climático”, indica la investigación.

En este sentido, el ser humano tiene una gran incidencia en el declive de los insectos en general. En el caso de Chile, la deforestación y ruptura de los sistemas naturales del bosque para hacer monocultivos es una de las principales causas, disminuyendo los recursos de los que se alimentan estas especies y sus sitios para anidar, los que se encuentran en el suelo, troncos y ramas.

“Una abeja de un centímetro no va andar más allá de 800 metros o un kilómetro. Entonces, esa especie va a generar un rango de acción de ese espacio. Y en el caso de los cultivos, quedan tan dispersos los recursos florales que para estos insectos es difícil ‘forrajear’, como se llama en ecología, a la recolección de polen”, explica Murúa. 

Además, el uso de pesticidas es otra causa relevante. Muchas veces los agricultores desconocen los impactos de estas prácticas o cuáles son las formas de llevarlas a cabo de una forma menos nociva. “Hacen aplicaciones en horarios que no corresponde. Aunque sean sustancias que no son realmente tóxicas para las abejas, aun así al aplicarlas en horarios que no corresponden va en desmedro de las abejas que están volando”, indica Vallejos.  

El neonicotinoide es una de las sustancias más utilizadas y que, a pesar de no ser en sí mortal, afecta la vida de estas especies. “Influye en el sistema nervioso y la abeja se pierde, por lo que a veces estas mueren en el camino, porque no saben cómo llegar a la colmena”, asegura Montenegro.

Otra de las causas, asegura el estudio, es la introducción tanto de plantas como de polinizadores foráneos, porque genera una complejidad adicional para la conservación de las especies, al aumentar la competencia por los recursos y favorecer la llegada de nuevos patógenos.

Los efectos del cambio climático, tales como la degradación de los suelos, la sequía y los cambios de temperatura, que afectan a los recursos florales y por tanto, repercuten en una menor producción de los recursos alimentarios para los insectos polinizadores, son otros de los factores que afectan a esta especie.

“En cuanto a la temperatura, los insectos tienen rangos de tolerancia térmica. En la medida en que hace más frío, a las abejas les cuesta un montón salir a volar porque son insectos que necesitan subir su temperatura corporal para poder volar y cuando hace calor, también quedan aletargados por el exceso de radiación”, agrega Murúa.

¿Por qué las abejas son tan importantes?

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) más del 75% de los cultivos alimentarios del mundo dependen en cierta medida de la polinización. Así, parte importante de la función de estos insectos polinizadores es otorgar seguridad alimentaria.

En ese sentido, la polinización cruzada genera productos vegetales mucho más robustos, vitales y con mayor capacidad para reproducirse. “Si no son polinizadas por abejas y no hay polinización cruzada, tenemos las típicas frutas que presentan aplastamiento, hundimiento o salen con mala piel. Ese es un problema y se ve que tiene menos defensa”, asegura Montenegro. 

Pero, además el rol de los polinizadores no solo responde a esta variable o a la generación de productos derivados directamente de las abejas, que son codiciados por sus beneficios medicinales, sino que otros procesos en que también son relevantes.

“Por ejemplo, el algodón de la ropa que usamos viene de una planta, que si bien no se come, genera algodón para los productos textiles. Los instrumentos que tocamos están confeccionados con madera que requiere de polinizadores para poder crecer”, ejemplifica Murúa.  

La investigadora añade que hay una amenaza mucho menos conocida y es que los polinizadores funcionan de controlador biológico de otros insectos, por ejemplo, solo su presencia física puede ayudar a controlar a otras especies dentro del ecosistema.  

¿De qué manera se puede cuidar a los polinizadores?

Aunque hay otras especies de insectos que complementan la acción polinizadora de las abejas, como las mariposas, moscas, aves y murciélagos, Fuentes asegura que estas especies no son suficientes para realizar esta función.  

El profesor asociado de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile comenta que “incluso en distintos países desarrollados se trabaja en la construcción de microrobots autónomos voladores para aplicaciones de polinización, pero creo que falta mucho para llegar a la eficiencia que tienen  las abejas en esta tarea; por ello son casi irreemplazables. En consecuencia el mundo no está preparado para vivir sin abejas y se deben tomar medidas para asegurar su supervivencia”.

Existe un acuerdo que de las medidas que se pueden adoptar para proteger a los insectos polinizadores, se requiere de un trabajo conjunto de muchos actores. En primer lugar, se necesitan medidas gubernamentales que comprendan la biodiversidad. 

“Se tiene que entender la biodiversidad en términos muy amplios, que implica el número de especies, su abundancia y su diversidad genética, debe ser conservada para el futuro porque sin esa diversidad va a ser muy árido vivir en este mundo”, sentencia Murúa.  

En lo que se refiere a las prácticas agrícolas, el objetivo es tener sistemas más amigables, alejándose de los monocultivos y evitar el uso excesivo de pesticidas o fungicidas, reemplazándolos por alternativas más naturales. “Hay que desarrollar productos naturales y no productos químicos para poder controlar patógenos”, añade Montenegro.  

A escala individual, también se pueden hacer aportes, por ejemplo al  plantar árboles y flores nativas en los jardines, de manera de favorecer la presencia de insectos polinizadores autóctonos.

¿Qué interacciones entre especies nativas de abejas se pueden encontrar en Chile? Maureen Murúa, doctora en Ciencias Biológicas e integrante del Centro de Genómica, Ecología y Medio Ambiente de la Universidad Mayor, menciona dos ejemplos. El primero es el Bombus Dahlbomii, que es el abejorro nativo -en peligro de extinción- y entre la flora con la que interactúa se encuentra el Chilco o Fuchsia Magellanica.

Murúa explica que la mayoría de las flores reciben para la polinización a varios insectos, pero hay especies en el mundo que son con interacciones particulares, es decir, a una flor le llega un grupo de abejas o incluso una especie, lo que se conoce como sistemas especialistas. Tal es el caso de las Calceolarias, flores que con más de 70 especies en Chile “que en vez de néctar, como recompensa floral, generan aceite, por lo que tienen una glándula que secreta aceite. Por lo tanto, esta particularidad hace que haya un grupo específico de abejas que se llaman Centris, que evolucionó para poder colectar ese aceite, porque a todos los insectos no les sirve ese aceite”, comenta.

El aceite que estas abejas colectan con una estructura especial dentro de sus patas, lo utilizan para  impermeabilizar sus nidos y que así puedan desarrollarse las larvas; además de preparar con ellos bolos alimenticios para sus crías.


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