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¿Cómo está combatiendo la industria textil su impacto medioambiental?

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POR Andres Sepúlveda |

El mundo de la moda explica el 8% de los gases de efecto invernadero y tiene una huella hídrica anual de 93 mil millones de metros cúbicos. Pero el sector ha comenzado a tomar conciencia de sus efectos y se están multiplicando las iniciativas para mitigar las consecuencias indeseadas.

El vestuario ha sido parte de la humanidad durante toda su historia y, conforme avanzan los años, se ha ido generando una conciencia sobre los efectos ambientales que genera esta industria. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la industria textil en el mundo utiliza cada año 93.000 millones de metros cúbicos de agua, y también, anualmente, se tiran al mar medio millón de toneladas de microfibra, lo que es equivalente a tres millones de barriles de petróleo. Además, se calcula que el sector de vestuario y calzado es el responsable del 8% de los gases de efecto invernadero.

Chile lidera el ranking en Sudamérica sobre consumo de ropa per cápita. Cada chileno consume, en promedio, cerca de 50 prendas textiles nuevas al año. Además, somos el país que más importa ropa usada en América Latina, con una cantidad anual de 59.000. toneladas. Lo irónico es que, de esa suma, al menos 39 mil toneladas terminan en basurales clandestinos que contaminan en gran medida el suelo y el aire. 

Debido a la cada vez mayor preocupación y claridad en cuánto a las consecuencias que genera la industria de la moda en todo el mundo, nuestro Contestadog de Watchdog Pauta, salió a investigar para responder a la interrogante de cómo se está combatiendo el impacto medioambiental desde las propias industrias.

En general, los productores de moda se encuentran cada día más conscientes de que la industria necesita cambiar. Por esa razón, numerosas compañías han comenzado a integrar los principios de sostenibilidad en sus cadenas de producción. Incluso, lentamente ha ido aumentando la conciencia en la sociedad de que la forma de ser más sostenibles es acabar con la cultura del desperdicio y el fast fashion.

En este sentido, el ministerio del Medio Ambiente decidió incorporar en la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) los residuos textiles. Esta regulación se encuentra actualmente en la fase preliminar de levantar información acerca de la industria para elaborar una nueva regulación para las empresas textiles en Chile.

Natalia Yáñez, directora de Diseño de Moda y Gestión de la Universidad del Desarrollo, explica que las empresas no pueden eludir su responsabilidad productiva. “El impacto del fast fashion en nuestro país ha sido tan brutal que ya las marcas nacionales no pueden no hacer diseños ni moda no considerando las implicancias medioambientales, sociales y económicas que tiene su ejercicio profesional. Deben obligatoriamente incorporarlos en su quehacer”, añade.

Sofía Calvo es la creadora de Quinta Trends, una plataforma especializada en moda de autor latina y además es docente de la Universidad del Desarrollo. Cuenta que la industria local está intentando de alguna forma desarrollar productos desde una mirada sostenible y de la “moda lenta”. “Están todas las esperanzas en el sentido de que están buscando cambiar un paradigma y concientizar a las personas de que a veces es mejor tener poco pero bueno, que tener un montón de ropa que a la primera lavada se va a deformar”, agrega.

En relación a eso, existen en el país numerosas iniciativas locales para intentar combatir los impactos que se generan. Una de ellas es Ecocitex, empresa pionera de economía circular textil en Chile que se dedica a reutilizar, convertir y reciclar lo que no tiene otro uso.

La cofundadora de Ecocitex y gerenta general, Rosario Hevia, menciona que reciben ropa en buen o mal estado y cobran un monto por el reciclaje. La ropa que está en buen estado la venden a precio bajo, entre $799 y $1.990, pero también la ponen a disposición gratuita de aquellas personas que no tengan dinero para comprar. Aquellas prendas que están en mal estado la clasifican por color, la cortan, la desmenuzan y luego la hilan para que sea una especie de lana.

“En el proceso no usamos ni agua ni pintura, con eso se está mitigando la huella de carbono, ya que una tonelada de nuestro proceso de reciclaje mitiga 5,8 toneladas. Con la lana que logramos fabricar hacemos ovillos para tejer, cordones para macramé, distintos tipos de tela y productos terminados. Todos los productos terminados son con confección local de micro emprendedores o con personas en situación de riesgo, principalmente mujeres en reinserción social”, agrega Hevia.

Además, colaboran con marcas como Kaya Unite para seguir creando cambios reales. De esta colaboración nace el primer Punto Limpio Textil en Chile, que se encuentra ubicado en la explanada del Parque Araucano, y cuyo objetivo es culturizar y educar sobre el ciclo de vida que tienen los productos. Para esto, además del reciclaje que luego se va a Ecocitex, han realizado actividades con colegios donde les enseñan cómo reciclar la ropa correctamente.

Asimismo, buscan tener un impacto social, ya que la ropa en buen estado se dona y se generan puestos de trabajo para mujeres en proceso de reinserción social; uno ambiental, ya que se evita que la ropa en mal estado termine en vertederos; y otro económico, ya que la ropa inutilizable es transformada en fibra que luego es comercializada, con lo que se genera economía circular.

“Empezamos a finales de mayo y hasta la fecha hemos evitado que lleguen a vertederos 228 kilos de ropa. De esa cantidad, se ha reciclado en fibra para nueva ropa 184 kilos, y el resto se ha ido directamente a donaciones, porque era ropa que estaba en buen estado. Es un paso real”, comenta Nicolás Calderón, de Kaya Unite.

Por otro lado, hay más marcas de vestuario preocupadas de tener responsabilidad en toda la cadena de su producción. Una de ellas es Froens, la que en 2018 se convirtió en la primera marca chilena en lanzar una colección de trajes de baño fabricados con materiales reciclados. Para esto, han reciclado más de 446.000 botellas de plástico para algunos modelos. Además, actualmente colaboran con proveedores que aseguran un trato justo a sus trabajadores y utilizan material reciclado y orgánico certificado en gran parte de sus colecciones.

La directora del área de Responsabilidad de Froens, Alejandra Cuevas, menciona que desde 2017 comenzaron a preocuparse del impacto medioambiental, especialmente desde el diseño y el producto, pero este año armaron el área que ella dirige, que se encarga de actuar responsablemente en los objetivos sostenibles que defienden. “Para nosotros también es importante el cómo le comunicamos a la gente el consumir nuestros productos. Como marca no hacemos prendas que tengan que ver con las tendencias, por lo que no estamos apalancados en la moda rápida. Debido a eso, nos preocupamos de hacer productos de calidad que duren en el tiempo”, añade.

Recomendaciones para un consumo sostenible

Según la Fundación Ellen MacArthur, organización que promueve la economía circular a nivel internacional, en 2017 se vendieron alrededor de 80 mil millones de prendas cuya utilización, antes de ser descartada, disminuyó 36% en comparación con cifras de hace 15 años. Además, se estima que la sustitución tan veloz de las prendas lleva a que el 75% de la ropa producida anualmente termine incinerada, ocasionando más contaminación. En este sentido, los expertos creen que es importante tener en cuenta la forma en que compramos y nos relacionamos con la ropa.

Calderón hace un llamado a que las personas se cuestionen si realmente necesitan lo que están comprando. “La inmediatez facilita el consumo y con un par de clics puedes comprar lo que quieras. Es por eso que hay que cuestionarse, pero si la decisión ya está tomada, hay que investigar un poco más allá del producto, saber quién es el que te está vendiendo y qué prácticas tiene en la elaboración”, agrega.

Por otro lado, Calvo menciona que antes de pensar en comprar ropa propiamente tal se debe pensar en utilizar lo que ya se tiene, o también en reparar, personalizar, reutilizar o intercambiar. “Si llega a ser necesario comprar, se debe proyectar un vestir que dure lo más posible. Para eso es recomendable buscar telas de buena calidad, prendas con siluetas atemporales para que la temporada no determine su uso, y mirar las etiquetas de composición ya que, por ejemplo, las que son 100% tienen más posibilidades de ser recicladas en un futuro en comparación a las mezclas”, añade.

Asimismo, en cuanto a los componentes con los que se hace la ropa, Yáñez explica que las marcas deben considerar las materias primas con las que están trabajando, la procedencia de ellas y que los procesos de manufactura sean los más pertinentes al contexto en el que se insertan. “Ver si las materias primas son importadas, si son endémicas o si tienen presencia permanente y estable en el contexto del proyecto. Si un proyecto considera una tecnología high tech que no se encuentra en Chile, la huella de carbono aumenta si es que tengo que enviar a producir a otro país, no así si considero procesos artesanales”.

 

 

 

 

Referente a los materiales, para producir tan solo un kilo de algodón se necesita entre 10.000 y 20.000 litros de agua, y se estima que de los residuos textiles que se generan en el mundo año a año, se logra recuperar menos del 1%, lo que supone una pérdida anual de más de 100.000 millones de dólares en materiales que no se aprovechan.

 

Debido a eso, Hevia afirma que se debe tener la responsabilidad de hacerse cargo de alargar la vida útil de las prendas lo más posible y también, del residuo final. “Desde el momento en que compramos estamos avalando la cadena productiva y declarando de alguna forma que el producto es nuestro. Eso implica hacernos cargo de usarlo lo más posible y después reciclarlo, reutilizarlo o disponerlo de la forma más sustentable, porque nosotros elegimos consumir, y esa elección debería ir acompañada siempre de responsabilidad”, enfatiza.

 

Cuevas comenta que hoy es posible averiguar sobre las empresas para consumir conscientemente. “Preguntar dónde fabricaron, bajo qué condiciones, qué materiales usaron, todo eso importa. También hay que bajar un poco el estrés porque estamos acostumbrados a un ritmo frenético y eso a veces no nos permite elegir con calma. Hay que entender que cuando uno compra algo de buena calidad está haciendo una inversión, porque la industria nos ha convencido de que la ropa es barata y eso no es así”, asevera.