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La batalla por el “voto evangélico” polariza la recta final de la segunda vuelta de las elecciones en Brasil

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Flickr - Governo do Estado de São Paulo
POR Manuel Izquierdo |

En el país más grande de América Latina, el 31% de la población se declara evangélico, lo que hace que este grupo sea decisivo en los comicios de este domingo 30 de octubre. Bolsonaro domina la mayoría de esos sufragios, pero el apoyo a Lula va en aumento.

La contienda electoral en Brasil se ha convertido en una “guerra santa” por el voto evangélico, con la religión situada en el centro de un debate político azotado, a la vez, por un huracán de desinformación.

El presidente derechista Jair Bolsonaro, y el exmandatario izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva se enfrentan este domingo en las urnas por el liderazgo del gigante sudamericano en juego. Lula lidera las encuestas de intención de voto con alrededor de 4,6 puntos de ventaja media con respecto al actual líder de Brasil, que ha recortado distancias en los últimos días.

En ese contexto de igualdad, el voto evangélico será clave para un Bolsonaro que ya logró ser elegido en 2018 con el apoyo del 70% de los electores que profesan esa fe. Para eso, debió alinear su discurso con el de algunos de los pastores más conservadores e influyentes del panorama religioso brasileño, que han reclamado en numerosas ocasiones el voto para el líder derechista, a pesar de que la ley prohíbe la propaganda electoral en las iglesias.

“La Iglesia en Brasil es un gigantesco proyecto de poder en su gran mayoría, y la política se percibe como el mejor camino para alcanzar ese poder”, comenta Léo Matrapilho, después de participar en un culto evangélico que defiende la libertad de voto, la pluralidad y la diversidad dentro de las iglesias.

Su congregación, Redençao Baixada, se reúne cada domingo en un ‘coworking’ de Nilópolis, un municipio humilde del noroccidente de Río de Janeiro, de calles destapadas, edificios de dos o tres pisos cuyas fachadas están enterradas en cables de electricidad, con grandes bolsas de pobreza y donde ganó Bolsonaro en la primera vuelta.

Matrapilho, un afrobrasileño, con el pelo estilo rasta y cuyo cuerpo está tatuado con varios motivos bíblicos, cree que la victoria del derechista en su localidad tiene que ver mucho con la prédica en las iglesias evangélicas.

“Hoy hay líderes evangélicos muy conocidos que están dentro de ese proyecto de poder. Bolsonaro es el becerro de oro que les va a llevar a ese lugar de ascensión y de riqueza, distante del mensaje de Jesús, que es para los pobres y en pos del acogimiento de quienes son afectados por la sociedad”, añade el también miembro del grupo conocido como Nuevas Narrativas Evangélicas.

El cambio de estrategia

Alrededor del 32% de los electores se declaran evangélicos y Bolsonaro domina la mayoría de esos sufragios. La última encuesta de la firma Datafolha, publicada el 20 de octubre, le otorgaba al mandatario un 66% de intención de voto en ese segmento, frente al 28% que conseguiría Lula.

El exmandatario es consciente de esa desventaja y ha llevado a cabo varias estrategias en segunda vuelta para intentar reducir la distancia. Hace unos días envió una carta a los fieles evangélicos en la que se compromete a defender la libertad de culto y a la familia, que definió como “sagrada”.

También dijo en televisión que él personalmente está en contra del aborto, aunque defiende la libertad de elección al respecto, y se ha dejado ver en ambientes religiosos.

Un fuerte respaldo en ese sentido fue el apoyo que le dio Marina Silva, su exministra de Medio Ambiente, fiel evangelista, que se había separado del líder progresista hace una década. No ha conseguido, aún así, el apoyo de grandes iglesias, aunque sí es defendido por congregaciones y líderes menores.

Bolsonaro, por su parte, ha seguido fiel a sus lemas “Dios, Patria, Familia y Libertad”, así como “Brasil encima de todo, Dios encima de todos”, siendo acompañado por pastores tan influyentes como Silas Malafaia, que llegó a viajar con él a Londres para el funeral de la reina Isabel II.

El discurso del presidente es claro: defensa integral de la familia tradicional, oposición al aborto, a la legalización de las drogas y a la introducción de la denominada ‘ideología de género’ en las escuelas. Para asegurar el voto protestante ha puesto a hacer campaña a su tercera mujer, Michelle, que es intérprete de símbolos en cultos neopentecostales.

La oleada de la desinformación

Ambos candidatos hacen frente también a las oleadas de ‘fake news’ con trasfondo religioso. La campaña de Lula tuvo que desmentir que el candidato sea satánico por haber participado en el pasado en celebraciones religiosas de credos afrodescendientes. También Bolsonaro fue acusado de satanismo por haber acudido a reuniones masónicas.

Lula desmintió asimismo que estuviese pensando cerrar las iglesias o en establecer baños unisex en las escuelas, una preocupación en los chats de WhatsApp evangélicos, mientras el actual presidente fue acusado de canibalismo.

No obstante, la identificación de parte importante de los líderes y cultos evangélicos con Bolsonaro y la visión ultraconservadora ha provocado disidencias. En Redençao Baixada se dan cita personas que han dejado sus iglesias debido a la radicalización del mensaje, también político.

“Somos un grupo que salimos de una iglesia tradicional. Ya no estábamos encajando en ese perfil. El pastor y otros miembros tenían influencias como Silas Malafaia, que hablan muchas cosas absurdas. El discurso comenzó a extremarse con afirmaciones como que los militares tenían que tomar cartas en el arreglo de los problemas de Brasil”, asegura Maecio Gomes, otro de los fieles del culto en Nilópolis, reunido en torno a mesas escolares en el salón del ‘coworking’.

“Somos una iglesia aislada, discriminados y marginalizados. Bolsonaro ganó aquí en la zona norte de Río de Janeiro porque ha cooptado el discurso en las iglesias y en la segunda vuelta volverá a ganar”, añade, cerca de una ventana por donde aparecen las decenas de cables que copan las calles del humilde municipio del área metropolitana de Río.

“Quienes piensan como nosotros somos demonizados”, añade Matrapilho. “Nos dicen que no somos cristianos de verdad, que no seguimos a Jesús, que somos abortistas y queremos legalizar las drogas. Eso es violento, porque ser cristianos es lo que da sentido a nuestras vidas y atenta contra nuestro sentido de pertenencia a una cosa mayor que es el evangelio de Jesús”.

Cree también que los motivos del apoyo evangélico a Bolsonaro van más allá de lo político. “La iglesia ha sido instrumentalizada políticamente para beneficio propio, como la exención fiscal que hubo para muchas de ellas”, sostiene.

El 49% de los brasileros asegura que la religión de los candidatos tiene mucha importancia a la hora de decidir el voto en un país que acudirá a las urnas el domingo en un ambiente de gran polarización.