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La incesante guerrilla entre Espacio Público y Minsal por el manejo de la pandemia

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Agencia Uno
POR Cecilia Andrea |

El ministro Enrique Paris ha hablado directamente con ellos dos veces. Pero las críticas de lado y lado son semanales. El think tank ha tenido aciertos. Y también reveses.

Tienen una lista de cruces con el Ministerio de Salud que ha presenciado todo el país, en vivo y en directo, que exceden incluso el cambio de ministro. Primero se enfrentaron con el más duro, Jaime Mañalich, y ahora con el más dialogante, Enrique Paris. Es el equipo de Espacio Público, el centro de estudios fundado por el economista Eduardo Engel, a cuyos informes han respondido varias veces los titulares de la cartera de Salud, con críticas por la visión del desarrollo de la pandemia que semana a semana han presentado los académicos.

Desde este think tank vinculado a la centroizquierda le bajan el nivel a la disputa. En realidad, dicen que los comentarios recibidos apuntan al contenido intelectual y no a lo personal, y que, como la mayoría de ellos son profesores universitarios, están acostumbrados a ese nivel de discusión.

Con Mañalich la historia es más bien breve e incluso terminó con un punto anotado por Espacio Público. Con Paris, los encuentros en las vocerías han sido al menos una vez por mes. La última, el miércoles de esta semana, cuando el jefe de Salud acusó que lo que planteaban “no se condice con la verdad” y que existía “una serie de inexactitudes” en el más reciente informe publicado.

Otra vez afirmó que varias de las críticas tenían “trasfondo político” y en otra oportunidad manifestó que “merecemos el respeto de algunos centros de investigación, de estudios o de pensamientos, que utilizan frases muy desafortunadas para referirse al trabajo del Ministerio de Salud”.

De políticas públicas a los números de la pandemia

La historia de Espacio Público partió cuando Engel -quien luego encabezó el Consejo Asesor Presidencial contra los conflictos de interés, el tráfico de influencias y la corrupción, conocido como Comisión Engel- se unió en 2012 a un grupo de académicos ligados a la centroizquierda para desarrollar un centro de estudios, que finalmente vio la luz en 2013.

El objetivo era muy preciso. “Mejorar el debate, diseño y ejecución de políticas públicas en el contexto del desafío que en el último medio siglo habían enfrentado muchos países: pasar de una economía de menor escala a una de renta per cápita promedio a nivel mundial”, según plantean en su página web.

Cómo pasaron de aquello a entregar semanalmente informes sobre la evolución de la pandemia de Covid-19 en Chile es otro tema. A principios de marzo de este año, cuando la pandemia no era el asunto que es hoy, el equipo detectó lo que a su juicio era la comparación de la situación nacional con la de otros países sobre la base de una elección “poco clara” y con parámetros “discutibles”, explica a PAUTA el presidente ejecutivo del centro, Diego Pardow.

A esa altura, pocos reportes mundiales incluían a Chile. Así, los informes de Espacio Público buscaban evitar la propagación de noticias falsas e información que polarice a las audiencias. “Eso ha sido históricamente parte de nuestra misión como centro de estudios, que es tratar de canalizar el debate público hacia la discusión de evidencia”, agrega Pardow.

Cuando la disponibilidad de información aumentó, empezaron a trabajar en visualizaciones de datos de Chile y ahí comenzaron las primeras polémicas. Bajo la gestión del ministro Mañalich, partió la primera crítica con el cuestionamiento a la idea de las cuarentenas dinámicas, que funcionaron durante buena parte del segundo trimestre.

“Hemos ido entrando en los tópicos donde nos parece que hay mucha polarización en las posiciones de las audiencias y poca discusión respecto de la evidencia disponible. Nuestro trabajo ha sido todo el tiempo intentar ofrecer un espacio común, apuntando a cuál es la evidencia, cómo uno puede interpretarla, de dónde se saca y cómo visualizarla adecuadamente”, suma el presidente ejecutivo del centro.

Una llamada y 653 fallecidos

Pero el punto cúlmine ocurrió a mediados de año, cuando avanzaron hacia investigar las denominadas “muertes en exceso”, a partir de un análisis que la periodista Alejandra Matus realizó y que fue desacreditado inicialmente por las autoridades de Salud y Ciencias.

“Los muertos que no cuentan”, subtitularon los académicos el 3 de junio, cuando afirmaron que había evidencia de que existían 712 decesos no registrados, que de sumarse casi duplicaban la cantidad oficial de fallecidos existente hasta ese momento.

“No se ajusta a la realidad”, respondió Mañalich en ese minuto. Pero luego de una conversación telefónica con el mismo Engel, tuvo que retroceder y declarar que el informe del centro tenía una metodología válida.  Esa misma semana, el Minsal sumó 653 fallecidos más, luego de ajustar la manera de contabilizar las muertes. 

La historia con Paris

Con Paris las interacciones directas han sido dos: una llamada telefónica y una cita virtual. En su semana de estreno en la cartera, a mitad de junio, Paris convocó a Engel, Pardow y al ingeniero y escritor Pablo Simonetti a una reunión vía Zoom. Fue calificada como “cordial, abierta”, y en ella se habló sobre la capacidad de testeo y cómo mejorarla.

En ese minuto, Paris sostenía una serie de citas con los principales críticos de la gestión de su antecesor. Aquello era leído como un giro en la estrategia comunicacional y un cambio de paradigma en las tensas relaciones que Mañalich mantenía con el entorno.

No obstante, a principios de julio el centro de estudios criticó la forma de contabilizar los muertos con y sin confirmación de PCR, información que se entregaba por separado y no en un único total. A juicio de los académicos, aquello generaba desconfianza a la ciudadanía. “Estas críticas, cuando tienen un trasfondo político, obviamente que generan desconfianza en la ciudadanía. Nosotros hemos sido absolutamente transparentes”, respondió Paris.

Un mes y medio después, Espacio Público sostuvo que el camino que había seguido el Gobierno en cuanto al Re (o número de reproducción del virus) equivalía “a jugar a la ruleta rusa con balas en al menos dos de los tambores del revólver”. Paris intentó no referirse al tema en la rueda de preguntas en La Moneda, pero acabó haciéndolo de igual forma. Dijo entonces que algunos centros de estudios debían respetar al Ministerio. “Hablar de ruleta rusa es un término poco académico, poco serio y acusando además a nuestros funcionarios de salud”, planteó.

La última polémica fue esta misma semana. El documento más reciente publicado por el think tank cuestiona que algunas comunas pasaran a Transición y que, nuevamente, el proceso completo fuera “dinámico”. Pero además, estima que los parámetros que tiene el Minsal sobre testeo, trazabilidad y aislamiento son dudosos. 

El ministro respondió este miércoles 2 de septiembre que el informe era interesante, pero inexacto. “(No) voy a decir la palabra más dura, pero no se condice con la verdad”.

Al objeto, no a la persona

“A veces les cuesta más a las autoridades aceptar la crítica. En parte eso es una responsabilidad colectiva: somos una sociedad poco acostumbrada a la crítica frontal. Quienes estamos en Espacio Público somos todos académicos, la mayoría profesores universitarios. Y si hay algo que caracteriza a los profesores de universidades es que están muy acostumbrados a la crítica”, comenta Pardow.

Que la crítica se refiera a “un objeto” y no a la persona es fundamental para Pardow. En ese sentido, afirma que no cree que el ministro los haya criticado personalmente y que, en el caso de la ruleta rusa, por ejemplo, se refería en específico a la metáfora. “No me lo tomo para nada personal. Él está haciendo su trabajo y nosotros estamos haciendo el nuestro, como sociedad civil, de tratar de aportar en el debate”, afirma.

La sombra de la hibernación y los rebrotes

Otros comentarios han incomodado más. En redes sociales, parte de la crítica al centro apunta a que quienes firman los informes, quienes dan entrevistas u opiniones en medios sobre la pandemia, no son médicos ni especialistas en el área. 

El mismo Simonetti protagonizó un cruce en Twitter con el decano de la Facultad de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez, Francisco Covarrubias, por el tema.

Las críticas del decano: que anunciaron rebrotes para mitad de agosto -y estos no ocurrieron- y que no saben nada de salud pública.

Sobre el primer punto, desde el centro apuntan a que lo que hicieron no fue un pronóstico. A fines de julio, cuando partía el plan Paso a Paso, Pardow, Simonetti, Engel, Juan Díaz y Camila Arroyo afirmaron que “recién a mediados de agosto veremos si las cifras de contagios se mantendrán en niveles bajos o volverán a subir. Nos preocupa que tengamos un rebrote, no porque sea inevitable sino porque se dio inicio al desconfinamiento sin escuchar a la mayoría de los expertos que aconsejaban no hacerlo todavía”.

Pardow detalla que “normalmente comunicamos riesgos, umbrales de confianza, ciertas métricas, que son lo más lejano a una certeza. Cuando hablábamos de la ruleta rusa, estábamos hablando de rangos de probabilidades, y eso no es certeza, es incerteza. La probabilidad es una manera de lidiar con la incerteza”. 

En cuanto a la crítica por no ser salubristas, responde que, en primer lugar, consultan a todos los especialistas necesarios antes de redactar. Y luego, que esa visión es “pueblerina”, ya que “si uno mira los países exitosos, se han aproximado a este problema desde la multidisciplinariedad, no desde una sola disciplina”.

Según Pardow, la epidemia no es un problema eminentemente epidemiológico. Y en el terreno de los datos, del análisis cuantitativo, ellos tienen “una fortaleza y una trayectoria un poco más establecida”.