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Warnken y detención de Llaitul: “Deja múltiples interrogantes, extrañas conexiones entre funcionarios de Gobierno y la CAM”

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POR Andres Sepúlveda |

“Es grave que parte del mundo intelectual y cultural, esté dispuesto a justificar la violencia como arma política”, dice Cristián Warnken: “Todo esto es de la máxima gravedad”.

“La detención de Héctor Llaitul, líder de la CAM en Cañete, no solo ha provocado la primera salida de una ministra del gabinete del Presidente Gabriel Boric, y también marcará la última etapa de la campaña del Plebiscito constitucional, sino que deja abiertas múltiples interrogantes, devela oscuras o por decirlo menos, extrañas conexiones entre funcionarios de Gobierno y el miembro de la CAM. Pero además, muestra que hay un sector del mundo intelectual y político que está dispuesto a ponerle piso teórico, apoyo e incluso exaltación a la actuación del líder de este grupo terrorista.

Es el caso sorprendente del reputado historiador José Bengoa, quien pidiera días atrás al mismo Héctor Llaitul suspender las acciones armadas hasta que terminara el Plebiscito para no perjudicar al Apruebo.

Y es el caso también de un miembro del directorio del Servel que en un Twitter de hace un año, alabando una entrevista que se le hizo a Llaitul, declara su emoción y sorpresa positiva ante la densidad reflexiva y el pensamiento y el tonelaje del entrevistado. Después se desdijo y acaba de afirmar que ha sido un error, pero hay muchos más.

Hay probablemente del mismo Gobierno y de la misma coalición de Gobierno figuras oficiales que justifican que en algún momento han alabado incluso la figura de este “héroe”, así lo llamó el abogado querellante que además también había sido abogado defensor de Llaitul.

Sin ir más lejos, muchos gestos y declaraciones del actual Presidente de la República antes de ser Presidente, van en la misma dirección. Todo esto es de la máxima gravedad. Es grave que parte del mundo intelectual y cultural, esté dispuesto a justificar la violencia como arma política. Algo semejante ocurrió en España con la ETA y ahí está la figura insobornable y valiente del filósofo español Fernando Savater que expresara “su náusea” ante aquellos que le dan aval teórico e intelectual a la violencia política.

Todo esto debiera hacernos reflexionar. ¿Qué ha sucedido con la élite intelectual pensante y también política de nuestro país o una parte de ella? Para que se entusiasme, se emocione, sea capaz de escribirle prácticamente odas, líricas a un dirigente de un movimiento que ha hecho tanto daño en una parte importante del país que es la Macrozona Sur y particularmente La Araucanía. No solamente quemando tractores, no solamente destruyendo iglesias, bibliotecas, escuelas, probablemente también implicándose en asesinatos de personas completamente inocentes. 

Estamos ante una crisis moral y ética de una parte de nuestra élite que explica mucho los hechos que hemos vivido desde octubre del 2019. Este es el momento que empieza a aparecer la verdad, algo de esa verdad empieza a saltar a partir de la develación del audio de la asesora de la ministra saliente Vega en que intenta comunicarse con Llaitul.

Probablemente en los próximos días, semanas o meses iremos conociendo más detalles y más implicancias. Lo importante es que surjan voces claras, críticas y contundentes que sepan distinguir entre lo que es el anhelo legítimo de dignidad el pueblo Mapuche y la organización criminal y violenta de un grupo que no trepida en hacer daño a la economía, a la vida, a la cotidianeidad de miles de chilenos.

Si no surgen estas voces, si no crece un pensamiento crítico a la violencia, la crisis del país será muy grande. La intelectualidad cumple justamente un papel de alerta, de despertador ante las confusiones teóricas y éticas. Ahí está la figura insobornable del filósofo chileno Jorge Millas, que en la década de los 70′ escribió ese famoso ensayo “Las máscaras de la violencia”. Donde denunció y de alguna manera desmanteló las falacias que están detrás de gran parte de el pensamiento filosófico contemporáneo del siglo XX, dándole piso, dándole aval a la violencia.

La figura de Jorge Millas me vuelve a aparecer como un fantasma que nos viene a penar y a recordar que jamás la violencia debe ser justificada. Que jamás la violencia debe entrar en la política, que el rechazo a toda forma de violencia es un imperativo ético e intelectual de primer orden o sino, los países se hunden en el abismo.

Soy Cristián Warnken,

Desde el Jardín.

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