Actualidad

Columna de Gonzalo Cordero: “Chapó”

Imagen principal
POR Equipo Radio Pauta |

“La decisión del expresidente es, en consecuencia, de admirable coraje moral. Es difícil apartarse de la “tribu”, de un grupo de referencia tan sentido para alguien que está en la última etapa de su vida pública”, dice Gonzalo Cordero.

El expresidente Frei acaba de hacer pública su decisión de votar “A favor” en el plebiscito del próximo 17 de diciembre, apartándose así de la posición formal del partido demócrata cristiano. La decisión, sin duda, es polémica, porque hay mucho en juego y lo coloca en la vereda contraria del partido del cual su padre fue fundador, su familia ha sido un verdadero símbolo y que él presidió.

La decisión del expresidente es, en consecuencia, de admirable coraje moral. Es difícil apartarse de la “tribu”, de un grupo de referencia tan sentido para alguien que está en la última etapa de su vida pública, después de haber alcanzado los mayores honores y responsabilidades que son posibles en una República democrática.

Votar a favor o en contra son opciones igual de legítimas, para cada una de las alternativas se pueden esgrimir razones respetables, aunque algunos recurran a triquiñuelas que no lo son, de manera que la admiración que expreso en estas líneas intenta prescindir del contenido de la decisión y apuntar al valor de seguir la propia conciencia, pagando el costo que haya de derivarse de aquello.

No ha faltado el que reaccionó con descalificaciones e injurias, expresando la intolerancia que tanto daña la sana convivencia, juzgando intenciones, amenazando con sanciones políticas, entre otros alardes. La verdad es que la decisión sobre si aprobar o no una propuesta de orden constitucional cae dentro de la esencia de la libertad de conciencia, de una decisión de orden prudencial, en que se busca lo mejor para nuestro país.

Con los años, y no solo por esto, he aprendido a valorar la figura del expresidente. Puede que no haya sido un gobernante entretenido, ni un carismático orador, pero con los años se descubre que es mucho más importante el rigor, la disposición a escuchar las distintas posiciones, respetar la historia, gobernar con sobriedad.

Su gobierno se caracterizó por el avance en materia de infraestructura, lo hizo sin dogmatismo, privatizó, desarrolló un modelo de integración público privado, les dio continuidad y profundidad a políticas de Estado. Su periodo debió sufrir los efectos de la llamada crisis asiática, nada de fácil; sin embargo, y comparado con mucho de lo que hemos visto después, no recurrió a medidas populistas ni a un discurso disociador.

Respecto de la propuesta de la Convención, tuvo una posición clara que expresó, fiel a su estilo, con claridad y sobriedad. No puedo dejar de recordar el verso de la canción que hizo famosa Pedro Vargas: “no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar”.