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Columna de John Müller: “El mito de la tasa de reemplazo”

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POR Equipo Radio Pauta |

Las nuevas pruebas conseguidas por David Bravo revelan cómo las carencias del debate sobre políticas públicas nos han traído hasta la situación presente.

La evidencia presentada por David Bravo respecto de las tasas de reemplazo reales que ha ofrecido el sistema de AFP en Chile no sólo contribuye a derribar un arraigado mito sobre los fondos de pensiones, sino que es un severo llamado de atención sobre la magnitud del descarrilamiento político que ha experimentado el país desde octubre de 2019. Cada año que pasa, son más los chilenos que se dan cuenta del daño que el octubrismo le infligió al país.

Pero el eslogan “no son 30 pesos, son 30 años” nunca hubiese prendido si no hubiese existido un caldo de cultivo alimentado o tolerado por intelectuales y personajes públicos que forman parte de la elite chilena. Muchos de ellos son economistas o sociólogos muy reputados. Unos presentaron evidencia tramposa o incompleta en los medios de comunicación y redes sociales que le dio alas a los extremismos en debates como el del sistema educativo o el de pensiones, y otros, simplemente, prefirieron callar porque creyeron que la cosa no iba con ellos.

Bravo reconoció en el seminario organizado por la Asociación de AFP que en 2014, cuando encabezó la comisión de reforma de las pensiones que llevó su nombre bajo el gobierno de Michelle Bachelet, no dispusieron de los historiales completos de cotización para hacer los cálculos de la tasa de reemplazo. El resultado es que se han dado por buenas cifras -incluso oficiales- que han subestimado las tasas para hombres hasta un 50% y las de las mujeres mucho más.

Ahora, Bravo ha contado con los historiales anonimizados que le han facilitado seis de las siete AFP activas y ha podido comprobar este fenómeno en el Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales de la Universidad Católica.

El problema es que el daño ya está hecho y las decisiones equivocadas ya se adoptaron. Las cifras erróneas impidieron apuntalar la idea de que el ahorro continuo da grandes frutos y que la gestión de las AFP tenía importantes ventajas. El debilitamiento de este concepto condujo a que los políticos aprobaran la nefasta política de retiros previsionales durante la pandemia. Hoy, las tasas de reemplazo del futuro ya no serán tan generosas debido a esto.

El Frente Amplio y sus socios están empeñados en acabar con el sistema de AFP. La izquierda extrema nunca ha querido contemplar el hecho de que un sistema privado de pensiones no es una cortapisa para la solidaridad que se puede expresar perfectamente a través de pilares financiados de manera transparente por impuestos. El problema es que ahora el Estado ha descubierto que el impacto de la Pensión Garantizada Universal (PGU) reduce el margen de maniobra fiscal y que tiene que recaudar aún más, distorsionando la actividad económica e induciendo menos crecimiento.

Y ahí están, dándole vuelta al callejón sin salida de su pacto fiscal y su reforma previsional, que no son más que la soga en la casa del ahorcado, en vez de reconocer que han estirado más el brazo que la manga.