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Columna de John Müller: “Cauas, el hombre de la política de shock”

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POR Equipo Radio Pauta |

La misma semana que Milei lanzaba su plan de ajuste en Argentina, desaparece el hombre que lo encarnó en Chile en 1975.

Jorge Cauas pasó a la historia como el hombre que aplicó la política de shock en Chile. Su fallecimiento, acaecido el 22 de diciembre pasado, ha coincidido con el ‘megadecreto’ aprobado por Javier Milei. Aunque las circunstancias siempre son distintas -la más evidente es que Argentina es una democracia muy imperfecta y Chile era una férrea dictadura militar- la muerte de Cauas nos permite reflexionar sobre los enormes desafíos que suponen los planes estabilización y reformas.

En el caso de Cauas, la política de shock se refería a un programa de estabilización económica, no al concepto político que más tarde popularizaría la periodista Naomi Klein en un libro del mismo nombre publicado en 2007. De hecho, cuando el llamado ‘modelo chileno’ empezó a adquirir sus características fundamentales, Cauas ya no estaba en el gobierno.

Tras unos meses de confusión después del golpe de Estado de 1973, los militares buscaron asesores que tenían visiones enfrentadas (Orlando Sáenz, Raúl Sáez, Juan Villarzú) o que carecían del poder y la decisión para imponer un rumbo. Fernando Léniz, hombre de El Mercurio, fue reclutado tempranamente como ministro de Economía, pero al final sería Cauas, desde Hacienda, el que reuniría todo el poder bajo su mano. Este poder del titular de Hacienda -que más tarde afianzaría su sucesor Sergio de Castro- se transformaría en un rasgo relevante de la política chilena hasta 2010.

Chile necesitó más de 20 años para pasar de una inflación de tres dígitos a una del 4%. En ese plazo, el economista Sebastián Edwards ha distinguido tres enfoques antiinflacionarios distintos. Uno, entre 1974-1977 basado en una restricción monetaria con un tipo de cambio indexado a la inflación pasada. Otro, de 1978 a 1982, que incluyó un tipo de cambio fijo predeterminado. Y el tercer enfoque, a partir de 1985, basado en el control de la demanda agregada mediante el manejo de los tipos de interés.

Aunque el gobierno militar declaraba que su principal objetivo económico era controlar la inflación, el enfoque gradualista aplicado en el primer año y medio fue un fracaso. A finales de 1974, la tasa de inflación todavía era del 369,2%. La razón: la emisión monetaria, en junio de 1974, seguía creciendo al 333%, mientras que la tasa máxima registrada en la época de Allende había sido del 342% en agosto de 1973.

El gradualismo salía caro porque, por una parte, no se visualizaban los beneficios del ajuste y, por otro, se empezaban a pagar los costes del mismo. En 1975, la inflación apenas había bajado al 340,7%, pero el desempleo se duplicó (del 9,1% al 17,6%). A Cauas le resultaba frustrante esta situación. Esta evolución debería recordarnos que el shock tuvo más de carrera de fondo que de velocidad.

Todo cambió el 10 de abril de 1975, cuando se abandonó el gradualismo. Ese día Cauas dictó lo más parecido al ‘megadecreto’ de Milei. Personalmente preparó un texto que lo erigía en una especie de superministro, con amplias facultades económicas. Aunque oficialmente seguía siendo ministro de Hacienda, tenía bajo su mando a todas las reparticiones públicas y a diez ministerios más: Economía. Agricultura, Minería, Obras Públicas, Transportes, Vivienda, Salud, Trabajo, Odeplan y Corfo.

En ‘La Historia Oculta del Régimen Militar’ (Ed. Antártica, 1989), sus autores narran que el texto del decreto de Cauas contenía un detalle que pasó inadvertido: en un apartado se daba poder a Cauas para remover a cualquier funcionario público, excepto los ministros, que debían serlo por el jefe de Estado (Pinochet). Hasta ese momento, los ministros eran nombrados “con acuerdo de la Junta”.

El plan de choque se articuló sobre una reducción de hasta el 25% del gasto público, un aumento temporal del 10% en el impuesto a la renta, una reducción del tamaño del sector público y una política monetaria restrictiva. El déficit fiscal se transformó en superávit en dos años. El ritmo del aumento de precios pasó del 69% en el segundo trimestre de 1975 al 26% a finales de ese año. La producción se desplomó y el PIB se redujo más de un 13% en 1975 y el desempleo superó el 20%. Sólo en 1979, el país volvió a tener el PIB de 1974.

Como ha señalado Edwards en sus trabajos, una de las singularidades del programa de shock fue la preocupación de Cauas por mantener un tipo de cambio estable y realista con un ajuste del cambio nominal que recogiera la inflación pasada, lo cual diferenciaba su plan de un programa convencional de estabilización monetaria.

El 28 de diciembre de 1976, Cauas dejó paso al hombre que realmente conducía la economía chilena: Sergio de Castro. Cauas no era un ‘chicago boy’, pero adscribía a sus ideas, y su mejor servicio a este grupo fue evitar que Pinochet despidiera a De Castro porque le llevó la contraria en un debate. Cuando Cauas se marchó, la expectativa de inflación era del 200% anual. Una vez controlado el crecimiento de la masa monetaria, el tipo de cambio pasó a ser un componente importante de la inflación, lo que llevaría a sus sucesores a la política de cambio fijo que desembocó en la crisis de deuda de los 80.

‘La Historia…’ le dedicó un párrafo que resume bastante bien cuál era su talante personal: “Cauas no salió peleado con el equipo: nunca sintió fascinación por los cargos de figuración pública, era menos ortodoxo que lo que las circunstancias ameritaban y, después de todo, había asumido subrayando siempre que su permanencia sería transitoria”. Un desapego al poder propio de un auténtico liberal.