Carta de Cristián Warnken: a un amigo ecuatoriano
“Ecuador fue vulnerable, Chile también es muy vulnerable, los países son frágiles, y en nuestro continente el caos siempre nos está esperando con su fuerza destructiva”, dice Cristián Warnken.
Querido amigo ecuatoriano:
Imagino la angustia que debes estar viviendo en estos días, junto con todos los ciudadanos de Ecuador, ese bellísimo país, esa joya que hace muchos años me descubriste, en ese viaje iniciático que hicimos en un tren atravesando pequeños pueblos en pleno carnaval, o en el bello, Baños, recuerdo la dulzura de la gente, la variedad de climas, la costa y la sierra, la maravillosa y patrimonial Cuenca, ¡Ecuador! Ese país que era para muchos el diamante en bruto de Latinoamérica, tu Ecuador, hoy puesto en jaque por organizaciones criminales.
Cuántas veces hemos visto a países de nuestro continente de rodillas ante el crimen organizado: Colombia, Venezuela y ahora Ecuador, hoy convertido en el país más violento de nuestro continente. Me imagino el dolor hondo que debes sentir: como nos duelen nuestras patrias cuando el miedo y la violencia las asolan.
Recuerdo que me escribiste después de octubre del 2019, del así llamado “estallido”, también preocupado por nosotros, por ese Chile que parecía o era la estrella del continente, de pronto envuelta en llamas, con el espacio público asolado por turbas destructivas, que algunos romantizaban como una primera línea insurreccional, pero que terminamos por descubrir que eran también en gran parte lumpen, lumpen desatado, ocupando el espacio vacío que había dejado el Estado. “Eso no podía pasar en Chile” -recuerdo que me dijiste, pero pasó. Desde entonces la anomia es parte de nuestra cotidianeidad.
En tu país, también muchos dijeron cuando miraban El Salvador “esto no va a pasar nunca en Ecuador”: y ahora ocurrió. Y ahora, muchos en Chile, partiendo por varias autoridades, dicen “esto no va a ocurrir en Chile, es distinto”… Pero ¿no está ocurriendo ya de a poco todos los días, bajo nuestros propios ojos? ¿No matan, queman, descuartizan todos los días a extranjeros en ajusticiamientos o ajustes de cuenta entre bandas o entre grupos que luchan por tener el poder en sus bandas? ¿No es así como empezó en Ecuador la pesadilla que hoy tiene paralizada al país?
Aquí no se van a corromper los jueces, los abogados, las policías, las políticas, aquí no, porque Chile tiene una solidez institucional… Eso dicen… Pero, ¿quién puede asegurarlo? ¿Y qué de efectivo, no de retórico o de efectista se está haciendo de verdad para impedir que lleguemos al mismo punto en que hoy está Ecuador? ¿Podemos confiar en nuestras autoridades y expertos que estén de verdad haciendo todo lo que hay que hacer para vencer o hacer retroceder al narco crimen?
¿Cuándo uno ve que nuestra clase política no ha sabido ponerse de acuerdo en temas sentidos para la población, cuando uno ve que el cortoplacismo o el horizonte de una elección próxima es el que marca las decisiones que se van a tomar, puede acaso confiar que esos dirigentes están trabajando de verdad para impedir la catástrofe, que, como lo muestra Ecuador, está a la vuelta de la esquina?
¿Quién puede asegurar que la filtración del narcotráfico no ha llegado ya hasta el poder político, jurídico y policial? Son preguntas que me hago, querido amigo, con angustia, los expertos se han equivocado demasiadas veces, los expertos suelen llegar tarde o han sido lentos para reaccionar y nos vienen diciendo hace décadas “esto no va a pasar aquí”.
Ecuador fue vulnerable, Chile también es muy vulnerable, los países son frágiles, y en nuestro continente el caos siempre nos está esperando con su fuerza destructiva y entrópica debajo de un orden precario y nunca totalmente asentado. La desidia, la improvisación, la falta de visión a largo plazo son males atávicos que nos hacen hoy fáciles presas del peor de los enemigos de estos tiempos: el crimen organizado. Crimen organizado: estados desorganizados.
No se trata de sembrar el pánico (ese que ustedes vivieron en estos infernales días) sino que, para evitar llegar a ese peligroso pánico colectivo (terreno seguro para el surgimiento de liderazgos autoritarios) pedirles a nuestras autoridades que dejen repetir ese mantra vacío: “esto no va a pasar aquí”. ¡No señores, esto sí puede pasar aquí! Esto ya está pasando y hay dejar de hacer declaraciones o frases para el Twitter, y gobernar a la altura de las circunstancias, y eso significa fortalecer nuestro Estado ante las nuevas y peligrosas amenazas que nos tienen en vilo, restablecer el orden allí donde no existe, trabajar con coraje y sensatez al mismo tiempo para evitar que conviertan nuestros maravillosos países en entidades inviables, haciéndonos retroceder de la civilización a la barbarie.
Al narcotráfico no se lo derrota ni con lírica ni con retórica ni tampoco con populismo. Entre otras cosas, hay que poner atención en los miles de niños y jóvenes que se han retirado del sistema, ahí está la semilla de los ejércitos del narco. Y eso (perder a esos miles de estudiantes y perder nuestra educación pública) que “no nos iba a pasar”, ya nos pasó. Y si eso nos pasó, no es tiempo para quedarse dormidos en la autocomplacencia y la inercia, en el “peso de la noche”.
Te envío un abrazo, querido amigo, hermano, como nunca hermanos, en el dolor de ver nuestros países, tan llenos de luz y de belleza, secuestrados por la sombra.