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Columna de John Müller: “O el asilo contra la opresión”

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POR Equipo Radio Pauta |

¿Sabrá el PC que si el gobierno de Boric le concedió refugio al teniente Ojeda en 2023 es porque lo consideraba perseguido por el régimen de Maduro?

Un elemento simbólico -nuestro himno nacional- ha sido puesto en cuestión por el asesinato del ciudadano venezolano Ronald Ojeda: asilarse en Chile no garantiza librarse de la opresión y ni siquiera seguir con vida, como se ha comprobado con el malogrado teniente.

Nuestro himno no es un tema musical que ganó un festival hace cientos de años cuando los gustos del público eran otros. La canción nacional es una declaración de principios, compendio de nuestras convicciones republicanas. La indignación social ante lo ocurrido demuestra que esto no es un mero residuo histórico.

Ojeda era un exmilitar que, según el gobierno venezolano, participó en una conspiración contra el régimen: un intento de magnicidio contra Nicolás Maduro. El pasado 23 de enero su nombre fue citado en una ceremonia de degradación pública de militares organizada en el patio de honor del Ministerio de Defensa. El gobierno de EE.UU. consideró “poco creíbles” las acusaciones.

Se da la circunstancia de que el exteniente Ojeda no estaba en Chile porque se sintiera protegido por la canción nacional, sino porque gozaba de la condición de refugiado político desde finales de 2023, como reconoció públicamente el fiscal Ángel Valencia.

La concesión de la condición de refugiado es un acto jurídico del Ministerio del Interior que significa que la República de Chile reconoció ante el mundo básicamente dos cosas: primero, que Ojeda era objeto de una persecución que ponía en peligro su vida (la opresión) y, segundo, que se le garantizaba el ejercicio de sus derechos fundamentales con libertad en el territorio chileno (asilo).

Lo primero implica señalar oficialmente a Venezuela como la fuerza opresora. Este gesto chileno no le debe haber complacido a Maduro y a los suyos. Tampoco a sus aliados del Partido Comunista de Chile que forman parte del gobierno de Gabriel Boric o lo apoyan.

Por lo mismo, no tiene mucho sentido que el mismo gobierno que hace pocos meses le concedió asilo a Ojeda porque consideraba que el régimen venezolano lo oprimía, diga ahora que los que señalan a Nicolás Maduro como responsable de lo ocurrido siguen atrapados en la mentalidad de la Guerra Fría.

Tampoco es de recibo que sus asesores comunistas sugieran que el opresor del exteniente Ojeda puede haber sido la CIA o un grupo narcotraficante o alienígena. No le concedimos protección por eso.

El asesinato de Ronald Ojeda supone una agresión a la soberanía de Chile en la medida que pone en cuestión nuestra capacidad de brindar refugio a los disidentes. Pero también es un ataque directo a la doctrina de derechos humanos del presidente que propugna una defensa irrestricta sin importar el color político del gobierno o Estado implicado. Ahora mismo esa doctrina es papel mojado. Y la canción que cantamos desde niños, pura música.