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Columna de John Müller: “El paquete chileno”

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POR Equipo Radio Pauta |

El gobierno de Gabriel Boric haría bien en entender que, a veces, la carambola es la mejor jugada.

Durante la dictadura militar de Augusto Pinochet, muchos chilenos partieron al exilio en Venezuela. En aquel momento, el país caribeño vivía en medio de la prosperidad que generó el hecho de que el precio del barril de petróleo se cuadruplicara entre 1973 y 1974 hasta llegar a los 12 dólares por barril, lo que hoy serían unos 75,3 dólares. La subida fue ocasionada por el embargo que la OPEP, dominada por los productores árabes, impuso a los países que apoyaron a Israel en la guerra de Yom Kippur.

El país recibió un chorro de dólares con los que no contaba y empezó a hablarse de la ‘Venezuela saudita’. Los venezolanos llenaban los aviones con destino a Miami y volvían a su país con televisores, refrigeradores y todo tipo de bienes de consumo. El santo y seña de un venezolano en Miami era “este producto ‘tá barato, dame dos”. Los comerciantes les llamaban “los indios tabaratos”.

Los exiliados chilenos de alto nivel fueron muy bien tratados. Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez y los demás presidentes repartieron generosas prebendas. Los profesionales chilenos encontraron buenos trabajos. Un tío mío construyó kilómetros de carreteras en el Amazonas. Pero, con este grupo de personas, también llegaron criminales. No eran delincuentes violentos, sino carteristas o estafadores, un rubro en el que Chile se distinguía a nivel mundial.

La estafa que en Chile se conoce como ‘el cuento del tío’ o ‘la estafa del fajo de billetes’ en Venezuela se llama “el paquete chileno”, porque fueron delincuentes de nuestro país los que lo popularizaron.

Los lazos que vinculan a la sociedad chilena y a la venezolana exceden con mucho a sus gobiernos actuales y pasados. El venezolano Andrés Bello fue fundador de la Universidad de Chile, además de su rector, y elaboró de su puño y letra nuestro Código Civil. El primer edificio de la primera Escuela de Periodismo que se estableció en Chile lo financió Clara Rosa Otero que era hermana del fundador del diario El Nacional de Caracas, Miguel Otero Silva. El profesor Pedro Cunill Grau, autor de la ‘Geografía de Chile’ con la que toda mi generación se aprendió los ríos y volcanes de nuestro país, partió al exilio y se convirtió en un académico de gran predicamento en Venezuela, con tal prestigio que fue llamado a delimitar la frontera colombo-venezolana.

Son tres rasgos muy rápidos de los hilos invisibles que hay entre ambos países.

Y los traigo a esta columna para avisar al Gobierno de Gabriel Boric de algo que al de Sebastián Piñera II le costó mucho aprender: los dictadores son malos enemigos y los dictadores caribeños todavía más.