Columna de John Müller: Los árboles no nos dejan ver las redes
De cómo el arbolado urbano no tiene responsables en Chile y la cambiante naturaleza estatal de Enel.
¿De todos los animales, cuál es el mejor amigo del hombre? Mi querido colega, el periodista y profesor de Historia del Pensamiento Económico, Carlos Rodríguez Braun, siempre dice que no es el perro, sino el chivo expiatorio. La crisis eléctrica en Chile le ha vuelto a dar la razón.
Veo dos cuestiones que me llaman la atención. La primera es el papel de los alcaldes y las municipalidades. ¿De quien era la responsabilidad sobre esos árboles que colapsaron e interrumpieron el suministro eléctrico? Un candidato a alcalde me dice que “aquí hay un cruce de competencias”. La típica explicación burocrática para no reconocer que la responsabilidad cae en el suelo porque nadie la toma.
Muy rápido decayeron las amenazas de alcaldes indignados con las compañías eléctricas y pronto se alinearon detrás del Sernac, quizá porque, cuando el viento amaine, se descubrirá que la responsabilidad de las municipalidades es mayor de lo estimado.
En todos los lugares el viento tira árboles. Hace unos años, en Madrid cayeron varios de ellos. En 2018, uno mató a Darío, de cuatro años, que patinaba en el popular parque del Retiro. Sus padres no tienen consuelo. Desde entonces, el acceso al lugar se restringe en los días de viento y el arbolado tiene un plan director. Pero, como se produjo un debate político, el alcalde de Madrid ordenó revisar todos los árboles, uno por uno, para supervisar su estado y condición. Por eso sabemos que hay más de 660.000 árboles en la ciudad.
El segundo aspecto llamativo ha sido la reacción del gobierno italiano poniéndose a disposición del chileno para que Enel “cumpla sus compromisos”. Hace unos años, cuando Enel adquirió la española Endesa, a través de la cual se quedó con los activos de lo que fue Endesa Chile, el gobierno italiano hizo lo imposible por disimular que el Estado controlaba Enel. La razón es que no querían dar alas a la crítica de los españoles que decían que no habían privatizado Endesa para que la comprara un estado extranjero, por muy europeo que fuera.
Ahora el argumento ha cambiado. El Estado italiano ya no disimula, sino que saca pecho sobre su control sobre Enel.
¿Obedece esto a que en Chile hay un gobierno de izquierdas que simpatiza con las empresas públicas? ¿Pensará el gobierno italiano -al que se califica de extrema derecha en los medios- que esto aplacará la ira de los partidarios de Mazzucatto en Chile que están sin luz?
Creo que el hecho de que Enel esté controlada por un estado extranjero es tan problemático como que el gobierno de Gabriel Boric decida crear una empresa eléctrica del Estado. Lo primero, sin embargo, debió plantearse como salvaguardias cuando Enel compró la Endesa española en 2009 y, lo segundo debe considerarse a la luz de los problemas que tiene Codelco. Ya hay una empresa pública a cargo de la electricidad en Chile, sólo que es del público italiano.
El Ejecutivo debería centrarse en desarrollar una buena legislación sobre redes (eléctricas, de agua, sanitaria, informáticas, de comunicaciones), definiendo sus condiciones (¿deben ir enterradas o no?, ¿podemos asumir el costo?) y mejorando su resiliencia ante acontecimiento extremos. Eso significaría que hemos aprendido algo de esta crisis.