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Qué es el chemsex y por qué es tan peligrosa su práctica: puede provocar hasta la muerte

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POR María Alejandra Gallardo Contreras |

El caso del joven fallecido en un posible encuentro de chemsex reabre el debate sobre estas prácticas sexuales asociadas al consumo de drogas, que conlleva graves peligros.

Francisco Albornoz, un químico farmacéutico de 21 años, desapareció la noche del 23 de mayo. Después de 10 días de una búsqueda incansable por parte de su familia y amigos, su cuerpo fue encontrado a un costado del río Tinguiririca, en la Región de O’Higgins.

El rescate del cuerpo fue posible gracias a la información que entregó el médico ecuatoriano de 31 años, Christian Alexander González Morales, quien confesó el lugar preciso donde habían dejado el cuerpo del joven.

Según información preliminar, Albornoz habría sufrido una sobredosis mientras participaba junto a Gonzaléz y otro detenido identificado como José Miguel Baeza, en un encuentro con amigos en un departamento ubicado en Ñuñoa, durante una práctica conocida como chemsex.

¿Qué es el chemsex?

El término chemsex, abreviatura de chemical (químicos) y sex (sexo), de origen británico, fue acuñado para referirse a la ingesta voluntaria de drogas psicoactivas en contextos recreativos, con el fin de facilitar y/o intensificar las relaciones sexuales, principalmente entre hombres que tienen sexo con otros hombres.

El objetivo apunta a aumentar el placer sexual y prolongar su duración, mediante el consumo de drogas como metanfetaminas, mefedrona, ketamina, “poppers” y GHB.

Este tipo de encuentros sexuales se organizan habitualmente en casas particulares, aunque también pueden tener lugar en saunas, discotecas, hoteles, fiestas o locales arrendados especialmente para ello.

Según expertos, el chemsex y el slamsex (una variante en la que las drogas se inyectan) representan un serio problema de salud pública que debe ser abordado por las autoridades sanitarias, ya que conlleva riesgos graves, desde intoxicaciones agudas hasta la muerte.

Polémico estudio del Minsal

En julio de 2023, la División de Prevención y Control de Enfermedades (Diprece), del Ministerio de Salud, publicó una licitación para estudiar las prácticas chemsex.

La convocatoria, por un monto de poco más de 49 millones de pesos, se titulaba: “Estudio de carácter etnográfico sobre usos de drogas sexualizadas y prácticas chemsex en población de interés para la prevención del VIH y las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) en la Región Metropolitana desde la perspectiva de reducción de daños”.

El objetivo era conocer en terreno el comportamiento de usuarios de drogas pertenecientes a diversos colectivos LGTBIQA+ y no binarios.

La propuesta establecía que quienes realizaran la observación serían llamados “colaboradores” y debían pertenecer a los colectivos LGTBIQA+, HSH (hombres que tienen relaciones con otros hombres) y no binarios. Además, serían capacitados para ejercer roles de investigación directa.

Sin embargo, tras duras críticas del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) y la resistencia interna dentro del propio ministerio, el convenio, adjudicado a la empresa Gloria Ochoa Servicios Profesionales EIRL, fue terminado anticipadamente.

Las críticas apuntaban a que el estudio etnográfico se realizaría sin el consentimiento de los propietarios o clientes de los espacios LGBTIQA+, los que han sido considerados históricamente como lugares protegidos frente a la discriminación, donde las diversidades pueden expresarse sin temor.

Lo anterior implicaba levantar información y antecedentes sensibles que vulneraban la privacidad de las personas y, de paso, dañaban la confianza ciudadana en el Estado, especialmente en sus iniciativas para prevenir las ITS.

La opinión del Movilh

Ramón Gómez, encargado de derechos humanos de la organización, conversó con Pauta y afirmó que, si bien no cuentan con estudios específicos sobre encuentros de tipo chemsex, sí les preocupan los peligros a los que están expuestos los miembros de la comunidad al utilizar este tipo de prácticas.

Una de las mayores inquietudes, según Gómez, es la escasa fiscalización en las aplicaciones de citas como Grindr, Tinder Badoo, Scruff, entre otras.

En su opinión, “es una contradicción que la aplicación te recomiende tener encuentros seguros y cerciorarte de la persona con la que te vas a encontrar, y al mismo tiempo haga vista gorda a las ilegalidades vinculadas a drogas que se producen en la aplicación”.

Agregó que en estas plataformas “hay mucho delincuente que se aprovecha de la vulnerabilidad de los hombres homosexuales”, porque saben que es menos probable que se denuncien situaciones peligrosas vinculadas a sexo y drogas.

Consultado por el uso del preservativo en estos encuentros, señaló que no cuentan con datos específicos, pero han observado que “a partir de 2013 aproximadamente, cuando el VIH se hizo crónico, se relajó el uso de preservativo”.

Resultados de encuesta advierten relajamiento en medidas preventivas

En febrero de 2020, la Seremi de Salud de entonces, junto al Movilh, dieron a conocer los resultados de la Primera Encuesta sobre el Comportamiento Amoroso, Sexual y Erótico de Hombres Adultos de la Región Metropolitana que Tienen Sexo con Hombres.

“Los resultados de este sondeo son preocupantes, en tanto explicitan relajamiento en los mecanismos preventivos del VIH y otras ITS, así como una conducta de riesgo muy extendida: tener sexo bajo los efectos de alguna droga”, sostuvo en esa oportunidad Óscar Rementería, vocero de la organización.

El mismo estudio arrojó que el 70,3% de los encuestados ha tenido sexo bajo el efecto de las drogas. Esta cifra da cuenta de la necesidad de campañas de concientización que apunten a levantar las alertas de los peligros que conllevan estas prácticas sexuales, independiente del género y de la orientación sexual.