El costo de criar: gasto en hogares con niños y adolescentes es un 35% más alto que en aquellos sin menores

En 2024 Chile registró una nueva caída anual en su nivel de nacimientos y las familias del quintil más alto gastan un 94,6% más en educación que las del quintil más bajo.
Es un hecho que la crisis de la natalidad en Chile se va convirtiendo cada vez más en un tema en la agenda pública. A 2025, el gasto de hogares con la presencia de menores a 18 años en el hogar en Chile es un 35% más alto que en aquellos hogares sin presencia de menores de edad. Así se evidenció en el estudio “Crisis demográfica y de natalidad en Chile”, realizado por el centro de pensamiento Rumbo Colectivo.
Y es que una pregunta común, entre quienes aún están en la indecisión de ser padres o no, es ¿cuánto cuesta tener un hijo en la actualidad en Chile? Justamente uno de los factores que incide de forma directa en las decisiones reproductivas es el costo económico que implica la crianza. Según datos de la IX Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF), los hogares con niños de 0 a 18 años gastan, en promedio, $1.710.511 mensuales, mientras que los hogares sin niños, niñas y adolescentes registran un gasto promedio de $1.267.738.
En ese sentido, la diferencia es significativa y asciende a $442.773 mensuales, que representa un 34,9% más de gasto en términos relativos. Las decisiones reproductivas en general responden a múltiples dimensiones y el peso económico es un componente crítico en la actualidad.
Los datos son claros y el mayor gasto que realizan los hogares con hijos está relacionado con servicios de educación. Las casas con menores de 18 años gastan, en promedio, un 184,6% más que aquellos sin menores. Vestuario (60,2%), seguros y servicios financieros (42,9%) y alimentos (41,7%) son otros de los rubros con mayor gasto entre este tipo de hogares.
Tasa de fecundidad en Chile: 1,03 hijos por mujer
La tasa de fecundidad alcanza su nivel más bajo en la historia del país, con 1,03 hijos por mujer. Esta cifra -que refleja el número promedio de hijos por mujer en edad fértil- está muy por debajo del nivel de reemplazo poblacional (2,1), en la misma línea que la caída de nacimientos es de un 44,6% entre los años 1992 y 2024, y de un 11,3% entre 2023 y 2024, consolidando una tendencia a la baja de largo plazo, que se ve más marcada en grupos jóvenes.
La investigación también arrojó que la tasa de fecundidad adolescente cayó de 64,6 nacimientos por cada 1.000 adolescentes en 1990, a 12,2 en 2022, consolidando una baja de 81,1%.
Otros factores en la baja natalidad
El perfil de Rumbo Colectivo indica que la maternidad hoy está asociada a mujeres con educación superior y mayor edad que en décadas anteriores. Respecto al cambio en la edad promedio de la maternidad, el estudio revela que en 1992 predominaban los nacimientos en mujeres jóvenes -principalmente en los grupos de 20 a 24 años y 25 a 29-, mientras en las últimas décadas ha aumentado significativamente el peso relativo de los nacimientos en mujeres mayores de 30 años.
En cuanto al gasto desigual en educación, el estudio señaló que las familias del quintil más alto gastan un 94,6% más en educación que las del quintil más bajo. Además, solo el 0,2% de los padres hace uso del postnatal parental, lo cual refleja una persistente desigualdad de género en el cuidado.
Otro aspecto a considerar es la tasa de participación laboral femenina. En los últimos 30 años ha aumentado 15,8 puntos porcentuales, lo que equivale a un aumento del 38,6% en 1994 a 52,6% en 2024, el mayor registro que se tiene de esta cifra.
La brecha respecto de los hombres sigue siendo significativa, de acuerdo con los datos del INE, para el trimestre febrero-abril 2025 la participación laboral masculina ascendió a 72,1% mientras que la femenina fue solo de 52,8%, lo que significa una brecha de 19,3 puntos porcentuales.
Conclusiones del estudio
Desde Rumbo Colectivo, informaron que esta investigación busca “superar el enfoque catastrofista y avanzar hacia un debate sobre natalidad centrado en derechos, cuidados y justicia social”. Para eso, es necesario que se tome en cuenta la necesidad de “reconocer que la baja fecundidad refleja barreras estructurales“, lo que equivale a los altos costos de crianza, ausencia de apoyos por parte del Estado, persistencia de roles de género, inseguridad económica y también, ambiental.
Por otro lado, hicieron el llamado a avanzar hacia políticas públicas que “redistribuyan el trabajo de cuidados, garanticen servicios universales de calidad y aseguren condiciones materiales y simbólicas para que las mujeres y familias puedan decidir libremente si quieren tener hijos y cuándo”.