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Columna de Luis Ruz: “Primarias oficialistas y la hora de la verdad”

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POR Equipo Radio Pauta |

“A días de la elección no sabemos si habrá capacidad de entusiasmar a un electorado esquivo con la política”, escribe Luis Ruz, presidente del Centro Democracia y Comunidad.

Llegó la hora de la verdad. El domingo 29 de junio los candidatos ceden su protagonismo a los electores. Es la hora de las urnas. En ese marco, esta columna de opinión tiene la pretensión de revisar cómo se ha llevado a cabo este proceso eleccionario y ofrecer algunas consideraciones políticas hacia el futuro.

Comencemos diciendo que no parece que fuera una primaria del oficialismo. Haber logrado este acuerdo e implementarlo constituye un esfuerzo por mantener a las distintas fuerzas de la izquierda y la centroizquierda en un cauce común.

Esa ha sido la aspiración del presidente Boric como una manera de proyectar un acuerdo que se ha construido a trastabillones. Recordemos que este gobierno se conformó a partir de dos coaliciones que compitieron en la misma elección. Ha sido un ejercicio tan particular que hasta el día de hoy la “coalición” gobernante carece de un nombre que la identifique. Así, podemos decir que el gobierno se ha conducido como un auto con dos motores instalados en la marcha.

A días de la elección no sabemos si habrá capacidad de entusiasmar a un electorado esquivo con la política. Sabemos bien que, bajo la modalidad de voto voluntario, es clave provocar “emociones” o “tensiones” para convocar a los electores afines e independientes. Y visto la baja intensidad, esta disputa ha sido tibia o casi fría.

En cuanto al debate programático, las candidaturas han transitado entre las coincidencias y las diferencias. Sólo al final, los contendores han procurado mostrar con mayor intensidad sus propuestas y sus discrepancias. El problema es que lo hicieron tarde.

Respecto del futuro, para este sector, la convocatoria será un antecedente relevante. Aunque parezca obvio, hay que reconocer que el número de votantes y quién gane serán datos claves para el camino que viene. Se dice que, a menos convocatoria, más posibilidades tendría la candidatura de Jannette Jara porque así se expresaría con mayor nitidez un voto de nicho. Y, a la inversa, a más convocatoria, más posibilidades tendría la opción de Carolina Tohá por cuanto se entiende que acudirían a votar sectores más diversos y cercanos a lo que se define como el centro político. Ahora bien, esta mirada corresponde a una categoría tradicional. Por cierto, los electores pueden tener otro comportamiento que nos sorprenda a todos y a los encuestadores de la plaza.

En esta lógica de revisar este proceso, es oportuno preguntarse qué es lo principal. Por una parte, las diferencias en las propuestas y, por otra, los efectos que tendrá el resultado para los partidos involucrados y para todo el sector.

Sobre la diferenciación, hay que decir que Jaime Mulet reivindicó su condición de regionalista y de impronta humanista cristiana. Gonzalo Winter intentó recuperar la base votante frenteamplista que nace desde la contestación social post dictadura. Jeanette Jara ha hecho una campaña como candidata comunista, pero sin parecerlo. Y Carolina Tohá volvió a la fuente concertacionista y los atributos de la gobernabilidad.

¿Esta diferenciación es real? ¿Cuál es su impacto a la hora de configurar una opción política coherente? O, para decirlo de otro modo, ¿son proyectos con alguna base común que verdaderamente se puedan proyectar? Hasta aquí no se hace fácil responder estas preguntas. Sabemos bien que las campañas son espacios donde se confrontan las miradas sobre el país y los atributos de los actores que aspiran a gobernar. El ganador de esta primaria deberá responder qué modelo de desarrollo pretende promover para el país y cómo se consolida una democracia que muestra signos de fatiga institucional. Y lamentablemente son cuestiones que no quedaron del todo claras en la campaña.

Por lo pronto, los emplazamientos y los ataques cruzados en materias de fondo dan cuenta que aún persisten fantasmas que se pensaban superados. Por ejemplo, el Frente Amplio, en su franja electoral, desempolvó sus ácidas críticas a la Concertación con su polémico spot “la mesa del poder”. Esta estrategia de campaña se aparta de del cambio de eje reconocido en el mismo presidente Gabriel Boric. Y lo mismo desde el Socialismo Democrático. La polémica frase de Oscar Landerretche, que, si bien no forma parte del comando de Carolina Tohá, fue un misil contra la izquierda del FA al señalar algo así como que: “pago por ver cómo ha evolucionado el FA”. Y, más aún, qué decir con un PC que no condena los gobiernos autocráticos de Venezuela y Cuba y su candidata que, al mismo tiempo, condena la violación de los DDHH en esos lugares.

Por lo dicho, quedará pendiente la definición de la base programática y del proyecto político a ofrecer que supere la actual configuración que ha sostenido al gobierno hasta aquí. Los gestos, las opiniones y las dudas indican que se trata de una discusión que no ha terminado de decantar.

Es lógico pensar que el buque se estibará luego de los resultados del próximo domingo. Sin embargo, el amplio mundo progresista quedará con la tarea de encauzar la reflexión sobre cómo configurar una coalición que propicie transformaciones sociales, pero con gobernabilidad política y bienestar económico. Sólo aquello hará posible la construcción de una alternativa creíble y consistente para los desafíos políticos de Chile.

Sin nostalgia alguna, vale la pena recordar que esa fue la virtud política de mundos distintos agrupados en la Concertación que en el pasado se confrontaron, pero que tuvieron la capacidad de unirse para recuperar la democracia. La política sigue siendo aquella difícil tarea de unir a diversos tras propósitos comunes. Bien vale la pena hacer esta reflexión porque Chile requiere con urgencia concretar acuerdos amplios en beneficio de la mayoría. Esa es la tarea política para los líderes de este tiempo.