Tráfico vehicular: 61% de chilenos piensa que lo peor se lo lleva el medioambiente
Según una encuesta realizada por Kapsch a más de 9 mil personas en nueve países, la percepción supera a la que se tiene en España, Argentina, Austria y Francia.
Según una encuesta realizada por Kapsch a más de 9 mil personas en nueve países, la percepción supera a la que se tiene en España, Argentina, Austria y Francia.
Agencia Uno
Cerca del 55% de la población mundial vive en áreas urbanas. Y, según la ONU, se espera que para 2050 esta cifra aumente, hasta alcanzar el 68%, lo que significa que cerca de 2.500 millones de personas se sumarían a las ciudades.
¿Cómo podría afectar esto en el parque automotor, al tráfico que se genere en las calles y a la contaminación?
Este último punto es crucial. Según los resultados del Índice Kapsch TrafficCom 2020, encuesta realizada a más de 9 mil ciudadanos en nueve países del mundo, el 61% de los encuestados en Chile considera que la principal consecuencia de la congestión vehicular radica en los efectos negativos al medioambiente y calidad del aire. Una cifra que supera la percepción que tienen países como España, Argentina, Austria y Francia.
"En los resultados de esta encuesta destaca que los ciudadanos chilenos son los que se ven más afectados por la contaminación y la congestión. Esto se refleja en que el impacto es negativo para más del 85% de los encuestados a nivel nacional", dijo en Plaza Pauta, de Radio PAUTA, Carlos Wiedmaier, vicepresidente de Solution Consulting de Kapsch para Latam.
Un estudio publicado por la revista estadounidense Science Advances muestra que al abrir todas las ventanas del auto disminuyen los riesgos de contagio.
De acuerdo con los datos que arrojó el estudio, los chilenos están cada vez más abiertos a buscar alternativas de transporte, manifestándose a favor de iniciativas como el uso de vehículos eléctricos (96%); de bicicletas (90%); y la implementación de carriles segregados para autos con más de un ocupante en un 84%.
Es más. Un 89% de los conductores chilenos señaló que estarían dispuestos a no utilizar su vehículo privado, a determinadas horas, para mejorar la calidad del aire en la ciudad.
"Los ciudadanos están dispuestos a aportar en estas ideas, aportar en las soluciones y comprometerse con ellas", cuenta Wiedmaier.
El ingeniero civil y especialista en movilidad activa afirma que, como en otros países, la pandemia y la crisis económica acelerará el interés y la necesidad del traslado en bicicleta.
La pandemia también ha jugado un rol importante en este aspecto. Por un lado, la población ha podido apreciar mejoras medioambientales producto de medidas como las cuarentenas y el teletrabajo. Pero por otro, la crisis del covid-19 ha tenido un impacto en la movilidad.
"Vimos una mejora en la calidad del aire y la disminución en los tiempos de viaje", dice Wiedmaier. "Esto fue notorio y está generando también cambios en los comportamientos que tenemos y las posibilidades de, por ejemplo, trabajar a distancia permitiendo que la congestión pueda disminuir un poco", agrega.
Pero no todo es positivo, ya que una vez que las ciudades comienzan a reabrir tras sus confinamientos, se ha visto cómo la congestión aumenta y lo hace por sobre los niveles previos a la pandemia. Esto se debe a que, por ejemplo, la gente rehúye compartir sus autos por miedo a un posible contagio y, entre otros motivos, se evita el transporte público.
Un análisis realizado por la UCV demuestra que en varias rutas de Transantiago-Red la posibilidad de guardar distancia de un metro entre pasajeros es casi nula.
En primer lugar, Wiedmaier señala que para hacer frente a esta situación se debe partir por reconsiderar la estrategia de movilidad respecto de cómo se ha concebido hasta ahora. "Esto incluye crear espacios para peatones y ciclistas. La gente quiere evitar los medios masivos de transporte", comenta.
Asimismo, se debe lograr -tanto las autoridades públicas como los operadores privados- una gestión integrada de la movilidad. Es decir, que se trabaje en conjunto para que los medios de transporte funcionen como una red. De este modo, si alguno falla, otro se active con mayor fuerza para solventar la situación.
Y señala que toda la información que está disponible en sensores, en la comunidad y en servicios que gestionan la movilidad, se debe comunicar "de manera fluida e integrada para ofrecer mejores soluciones. Se trata de poner al ciudadano en el centro para tomar las decisiones", puntualiza Wiedmaier.
El desconfinamiento y el retiro de los ahorros previsionales impulsaron la demanda, pero hubo problemas en la internación de vehículos.
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