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Carta a un ser humano mortal

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PAUTA
POR Andres Sepúlveda |

“Nos enfrentamos hoy a desafíos que pueden colocar en jaque la democracia, la educación y la convivencia entre nosotros. ¿Nos entregaremos a esta nueva realidad, sin hacernos, al menos, algunas preguntas, sin cuestionar sus posibles consecuencias para la humanidad?”, dice Cristián Warnken.

Estimado ser humano mortal:

Te escribo esta carta a ti, humano finito, vulnerable, ser de carne y hueso, pensando, tal vez, que esta sea una de las últimas cartas que un ser humano le escriba a otro ser humano.

¿Cuánto tiempo queda para que seamos reemplazados por las máquinas, cuánto para que ellas sean capaces de crear melodías, textos, cuentos, cartas, o sea, para que ellas se apoderen de la cultura, aquello que ha sido lo que ha definido a lo humano en su paso por la tierra? Probablemente, muy poco.

Tú mismo, ahora, podrás legítimamente dudar que detrás de este mensaje no haya ninguna persona, sino una inteligencia artificial. Ellos -las nuevas máquinas pensantes- se apoderarán de las conversaciones, de los relatos, en realidad serán instrumentos para que líderes dementes, autócratas con delirio de grandeza, aumenten su poder y control sobre la vida de cada uno de nosotros.

Quien se apodere de las conversaciones, se apodera de lo más central de una cultura y una comunidad. El filósofo Hans George Gadamer afirma que la experiencia del mundo es, desde el principio experiencia con los otros, experiencia de la alteridad.

Al conversar sobre el mundo, unos con otros, estamos creando el mundo. No hay experiencia ninguna fuera del lenguaje, fuera del diálogo. La conversación es una actividad fundante del hombre y el mundo. Por algo, Harari quien, junto con otros intelectuales, han levantado en estos días sus alertas, con lucidez y coraje. Harari dice: “si la inteligencia artificial, se apodera la conversación, se acabó la democracia”. 

Yo iría más lejos: si la inteligencia artificial se apodera de la conversación y los relatos, se acabó el ser humano, por lo menos tal como lo conocemos y lo hemos pensado, ese “zoon phonanta” (animal hablante) como lo definió Aristóteles.

Esto que te estoy diciendo no es ciencia ficción, es realidad que ha ido más rápido que la ciencia ficción en estos días. ¿Te acuerdas de la película “Blade Runner”, basada en la novela de Philip Dick, un escritor profético, a la luz de lo que está pasando hoy? En ella, aparecen los replicantes, un tipo de humanoide, androides de última tecnología con apariencia humana, casi indistinguibles de los hombres, creados por otro androide de avanzada inteligencia artificial, Reese, que deseaba tenerlos como sus propios juguetes. Sólo se les da una vida de 4 años para que no desarrollen una inteligencia empática (o emocional).

Nos enfrentamos hoy a desafíos que pueden colocar en jaque la democracia, la educación y la convivencia entre nosotros. ¿Nos entregaremos a esta nueva realidad, sin hacernos, al menos, algunas preguntas, sin cuestionar sus posibles consecuencias para la humanidad?

Me gusta que Noah Harari use esa palabra “humanidad”. Debemos aquilatarla. Tal vez tengamos que resistir y preparar una resistencia humanista ante la entrega ingenua de nuestra civilización ante su nuevo “becerro de oro”. Heidegger en su famosa conferencia “Serenidad” afirmaba hace muchas décadas que la técnica debe ser pensada. Que debemos conservar la libertad para decir hasta donde dejaremos que ella entre y actúe en nuestra intimidad.

Si cultivamos ese “desapego” ante la técnica, y nuestra libertad, eso es una señal de que podemos convivir con los adelantos técnicos. Si la perdemos, esa es la línea roja que no hay que cruzar. El lingüista Noam Chomsky ha advertido que la inteligencia artificial puede degradar nuestra ciencia y envilecer nuestra ética al incorporar a la tecnología una concepción errónea del lenguaje y el conocimiento.

T. S. Eliot, el poeta, ya se hacía esta inquietante pregunta en este monólogo de “la roca”: “¿dónde quedó la sabiduría que se transformó en conocimiento/dónde el conocimiento que degradó en información?”. La sabiduría y el conocimiento, conquistados por una larga evolución de la conciencia humana, debe ser cuidados y protegidos como los tesoros más preciados de la milagrosa historia del hombre sobre la tierra, ante este nuevo Leviatán que tanta fascinación produce en algunos sin preguntarse los efectos nocivos que podrá tener sobre nuestras vidas. No se trata de involucionar a una etapa pre-tecnológica, se trata de preguntarse a tiempo si este nuevo salto tecnológico no significará un retroceso a una era de las cavernas disfrazada de esplendor tecnológico.

Si esta carta te llega a través de ChatGPT, por favor duda de ella, te la envío físicamente también, en un sobre, por correo real, escrita de mi puño y letra, es un primer acto de resistencia de los muchos que habrá que hacer para evitar que perdamos nuestra humanidad.

Un abrazo desde mi fragilidad todavía humana