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Carta abierta a Arturo Prat

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PAUTA
POR Francisco Gomez |

“¿Dónde están nuestros héroes de hoy? ¿Quiénes son? Mientras nos hacemos la pregunta, usted siga saltando al vacío, porque ese salto es también vuelo, ese arrojo nos enseña que “patria” no es una abstracción”, reflexiona Cristián Warnken.

Carta a Arturo Prat:

Esta carta podría ser la típica tarea que un profesor de historia podría proponerle a sus alumnos, en el colegio, para celebrar el 21 de mayo, día de las glorias navales. Pero esta carta no es una tarea escolar, la escribe un adulto que desde un futuro que usted no alcanzó a imaginar, y que todavía lo recuerda con emoción. No se trata de patrioterismo ni de un simple saludo de la bandera. No. Usted emerge desde el fondo de la historia con una luz propia y única.

Siempre me he preguntado por qué el combate naval de Iquique se convirtió en un mito, y caló el inconsciente nacional, y no otras batallas tan importantes y decisivas como esta. Ahí hay un misterio que tiene que ver más con la emoción que con la razón histórica. Por qué el ser humano, lleno de defectos y virtudes como todos los seres humanos, cristaliza en arquetipo y logra trascender en el tiempo.

Hemos visto en estos últimos años como se derriban estatuas, como se rayan monumentos y hace poco alguien sacó la espada de uno de esos monumentos de nuestra ciudad en donde usted está inmortalizado. Una suerte de odio a los héroes se ha convertido en moda, un afán de desmitificar la historia completa, de no dejar héroes con cabeza. El viejo odio al padre que el psicoanálisis ha estudiado en detalle. Se ha querido matar (simbólicamente) a todos los héroes de la patria, se ha querido decir que toda la historia que se nos contó cuando niños era mentira y escondía en realidad dominación y abyecciones varias.

Se ha moralizado sobre el pasado desde el presente y se ha intentado no sólo destruir los símbolos, sino también deconstruir la idea misma de nación o patria. Ese intento demoledor nace en la academia, desde teorías deconstructivas importadas, pero no ha tenido eco en el pueblo, porque el pueblo chileno tiene un especial apego a sus símbolos patrios, y si eso que llamamos Chile es una gran mentira, es una mentira que nos hemos contado entre todos, y que nos ha dado identidad y continuidad en el tiempo. Los mitos, las leyendas, los cuentos son mentiras que nos ayudan a levantarnos todos los días para seguir viviendo. Mentiras verdaderas.

¿Qué es la verdad y qué es la mentira? Por algo Sancho Panza llora desconsoladamente en el lecho de agonía de Don Quijote, que declara que él no es Don Quijote, sino Alonso de Quijana. Sancho no se resigna a eso. Le pide que se levante y salgan vestidos de caballeros o pastores, pero vestidos de algo, porque sin la aventura, sin el mito, sin una ilusión en el horizonte, es muy difícil vivir. Pero hoy día nos quieren quitar nuestros héroes de la infancia, quieren debilitar nuestros mitos.

Todas las comunidades necesitan héroes y hoy esos héroes escasean. Nadie quiere sacrificarse por nada ni nadie, por una causa, por su propio país, el espíritu de sacrificio se ha debilitado hasta límites impensados. Usted pertenece a una generación de hombres que estaba dispuesto a sacrificarse por Chile, una generación donde el individualismo egoísta y egótico (agravado en este tiempo narcisista como el nuestro) no había producido la devastación que ha producido entre nosotros y que hace muy difícil articular un “nosotros”. Usted saltó, saltó al vacío y se dio el tiempo de articular una arenga a sus hombres, en medio del fragor de una batalla imposible y perdida de antemano.

Usted hizo de la derrota, victoria, usted nos enseñó que el coraje es una de las virtudes más importantes, coraje que hoy vemos escasea entre nuestros líderes. Su gesto final me sigue emocionando o tal vez emociona al niño sediento de heroísmo que todavía vive en mí, el niño que en nosotros no quiere que abdiquemos totalmente ante el cinismo, el frío cálculo y el puro interés personal

¿Dónde están nuestros héroes de hoy? ¿Quiénes son? Mientras nos hacemos la pregunta, usted siga saltando al vacío, porque ese salto es también vuelo, ese arrojo nos enseña que “patria” no es una abstracción. Uno no se sacrifica por abstracciones. Usted es más real que muchos que hoy sólo defienden su metro cuadrado, sus pequeñas parcelas, sus cómodos límites.

La patria es lo contrario de eso. No me pidan definir qué es patria, pero cuando pienso en mi patria, pienso en Arturo Prat, en usted saltando a un vacío que es también horizonte. Gracias por seguir saltando todos los años, en este mayo otoñal, gracias por entregarse en vez de protegerse, gracias por decirnos una y otra vez, con una voz que atraviesa las balas de cañón, la pólvora y la sangre, que no hay que rendirse. La vida es salto, riesgo y pienso en usted cada vez que recuerdo esta bella frase del poeta Hölderlin: “en el peligro crece también lo que nos salva“.

Gracias por salvarnos del peor de los peligros: el miedo, el miedo que no nos deja ser.

Un abrazo más allá del tiempo.