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Carta al misterioso pueblo de Chile

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PAUTA
POR Andres Sepúlveda |

“¿Quién eres? El que llenó las calles de las ciudades en octubre del 2019 o el que votó masivamente en septiembre del 2022?”, se pregunta Cristián Warnken.

Estimado misterioso pueblo de Chile:

Así te nombró Hugo Herrera en un lúcido ensayo sobre octubre del 2019: “misterioso pueblo”. Herrera afirma: “El pueblo no es objetivable, es un poder dinámico y se contrae, se oculta en las profundidades, se intensifica con rapidez. Estaba en la marcha histórica, masiva, contundente de un día de octubre y al otro se esfuma. Y quizás retorne. Nadie sabe. Nadie puede saberlo”.

Tiene razón Herrera, eres insondable a veces y nadie ha sabido interpretarte bien, sondearte de verdad. Ni la izquierda ni la derecha. Insondable, misterioso, huérfano pueblo, huérfano de un proyecto político que dé respuestas a tus anhelos, tus miedos, tus esperanzas (si todavía las hay).

Cuando saliste multitudinario en octubre, una parte de la izquierda lo interpretó como la necesidad de revolución, en clave refundacional. Pero tú no querías revolución.

Y en septiembre pasado, nuevamente estallaste, pero ahora en silencio, cívicamente y dejaste a la izquierda en silencio, en shock, como antes habías dejado a la derecha en shock. Ellos, aferrados a sus ideas hechas, a sus respectivas ideologías, enamorados de ellas, no han tenido el coraje ni la imaginación para proponerte un relato, un proyecto político.

Se han mirado en el espejo de sus ideas y se han ahogado en ellas, como Narcisos. Uno, el Narciso de la derecha, un narciso, a veces un poco ramplón y desconectado, repite: “crecimiento, crecimiento”, como si ese puro mantra bastara. Y el otro Narciso, el de izquierda, frente a su espejo roto (no ha asumido que está roto), repite: “igualdad, igualdad”, como palabras mágicas que lo solucionan todo.

Uno ha creído que se puede hacer crecimiento sin dignidad, y el otro, igualdad sin crecimiento. Y seguimos dando vueltas en el laberinto de las confrontaciones predecibles de dos élites, tan desconectada la una como la otra, aferradas a sus ideas bellas, condenándonos a un laberinto sin salida.

¿Podrán esta vez ponerse de acuerdo, al menos, en las reglas constitucionales o estamos condenados a seguir a estos dos Sísifos de la política, la política del absurdo, sin resolver los grandes problemas y sin tener una carta de navegación para el futuro?

Tienes que ir a votar este domingo, otra vez, misterioso pueblo. Y la izquierda y la derecha esperan el resultado que depositarás en la urna para volver a mirarse otra vez al espejo. ¿O tendrán el coraje de salir de sus cómodos lugares de poder para ir a escucharte de verdad, habrá algún buzo táctico de la política que se atreva a sumergirse en las profundidades de tu ser insondable?

La palabra “pueblo” se ha gastado, la palabra “gente” también. ¿Existe el pueblo todavía, ese pueblo al que un Allende dirigía vibrantes discursos? ¿O ese pueblo ya cambió y ya eres otro? ¿Quién eres? El que llenó las calles de las ciudades en octubre del 2019 o el que votó masivamente en septiembre del 2022? ¿O eres el mismo pueblo como un monstruo con dos caras, pueblo cambiante, líquido, impredecible, inaprehensible? ¿Quién eres, pueblo de Chile, dónde estás, adónde vas?

“Vox populi, vox dei”, la voz del pueblo es la voz de Dios-reza el antiguo dicho. ¿Pero cuál es el dios que adoras, pueblo? ¿Acaso el becerro de oro del consumismo que se democratizó en estas décadas? ¿Acaso la dignidad, palabra tan hermosa y convertida en consigna vacía? ¿O acaso tu dios ahora es el orden, la seguridad?

Sociólogos, antropólogos, cientistas políticos siguen llenando páginas y páginas para entenderte. A ellos también (como a los políticos sus ideas hechas) les cuesta abandonar sus tesis. Cada uno se siente intérprete u oráculo del pueblo. Pero este pueblo no tiene intérpretes, ni oráculos, ni profetas. Afortunadamente, tampoco un líder claro y carismático (de esos que nacen todos los días en nuestra estropeada Latinoamérica).

Pueblo de Chile: estás solo, estás cansado y tienes miedo. Este domingo se oirá otra voz. ¿Será un clamor, un grito o sólo un susurro democrático? Quién sabe, nadie sabe. Esperemos. Recuerdo esa frase memorable de Heráclito el oscuro: “Espera y hallarás lo inesperado”. ¿Qué es lo inesperado que nos traes este domingo de elecciones, misterioso pueblo de Chile? Lo esperamos con temor y temblor. 

Un abrazo.