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El Radar de Plaza Pauta: una “ciudad bosque en China” y un barrio destruido en Los Angeles

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POR Rita Cox |

El proyecto de ciudad verde de la oficina del célebre arquitecto italiano Stefano Boeri y el relato de una serie de Netflix de cómo un barrio luminoso puede convertirse en un infierno.

Una “ciudad bosque” en China

La oficina de arquitectura del italiano Stefano Boeri, destacado por su trabajo en edificios verdes y edificios-bosques, está trabajando en el levantamiento de la primera ciudad “ciudad bosque” del mundo, que se emplazará en las afueras de Liuzhou, provincia de Guangxi, China.

El objetivo de este proyecto, tan experimental como único, además de un nuevo ejemplo de cómo China avanza imparable en materia de arquitectura y urbanismo, es generar una urbe para unas 30 mil personas, que combata la contaminación y sea sustentable. Esto, a través de una planificación que incorporará cerca de 40 mil árboles y un millón de plantas de más de cien diferentes especies.

Como se lee en la página Steffano Boeri Architetti, “la ciudad funcionará como una gran máquina sostenible, podrá absorber alrededor de 10 mil toneladas de CO2 y 57 toneladas de micropartículas cada año, produciendo unas 900 toneladas de oxígeno lo que ayudará a combatir el problema de la contaminación atmosférica”.

La ciudad será autosuficiente y funcionará en base a energías renovables, como la solar y la geotérmica. Tendrá zonas comerciales y de oficinas, áreas residenciales, espacios recreativos, un hospital y dos escuelas. Estará unida al centro de Liuzhou a través de una infraestructura ferroviaria rápida y altamente eficiente, y una red de carreteras reservada exclusivamente para autos eléctricos.

El proyecto tenía una fecha de finalización en 2020, pero debido a la pandemia por covid-19 aún no se ha informado cuándo será su corte de cinta.

El “asesinato” de un barrio en Los Angeles 

Esta semana Netflix estrenó el documental Escenas del crimen: Desaparición en el Hotel Cecil, una realización de Joe Berlinger, el mismo director de Conversaciones con asesinos: Las cintas de Ted Bundy (2019). La trama de la vida real se sumerge en la desaparición de la canadiense Elisa Lam (21), en febrero de 2013, cuando en un alto en sus estudios, viajó sola a California de vacaciones. Tras una estadía en San Diego, Lam llegó a Los Angeles, donde desapareció.

Aunque en sus cuatro capítulos el documental explora en el fenómeno mediático, teorías conspirativas y episodios freaks entorno a la que, finalmente, fue la muerte de la estudiante, es el retrato del Hotel Cecil, donde se alojó Lam y desde donde se le pierde la huella, y del barrio que lo rodea, lo más logrado de esta producción.

En los primeros dos episodios se cuenta cómo este hotel fue un gran lugar, bastante lujoso, cuando se inauguró en 1924, en el centro de Los Angeles, ciudad cuya economía pujante y brillo atraía a viajeros. Todo se viene a pique con la crisis del 29, incluido el Hotel Cecil, que pasa a ser un hotelucho frecuentado por drogadictos, prostitutas y escenario de hechos policiales y de muertes. Igual de decadente, el barrio comienza a transformarse en un lugar sumamente peligroso, especialmente Skid Row, zona a cuadra y media del hotel, calificado por algunos entrevistados como “un ghetto” de pobreza, personas sin vivienda, expresidiarios y enfermos psiquiátricos. Un par de cuadras marcadas por la marginalidad, las drogas y la violencia. “El basurero” de LA, según también se dice.

Otro punto notable del documental es el esfuerzo por parte de los propietarios del Hotel Cecil de rescatarlo de las garras de la decadencia, a pesar del contexto barrial y de la normativa que obligaba a tener algunas de sus setecientas habitaciones para renta diaria y otras para renta por períodos más largos. Tan largos que alojó algunos pasajeros durante 30 o 40 años, con mensualidades que no superaban los 400 dólares mensuales. En definitiva, un documental sobre un caso policial, pero también sobre la caída libre de un barrio.

Los murales del metro inspirados en Alberto Hurtado

Vale la pena tomar el metro y llegar hasta la estación San Alberto Hurtado, en Estación Central. Allí fueron inaugurados, y lucen coloridos y con personalidad, los cuatro murales de la diseñadora y artista Beatrice di Girólamo, inspirados en elpensamiento social de Alberto Hurtado.

Hechos en madera, un material de Beatrice viene trabajando hace años, estas cuatro mega piezas suman también elementos dados por la comunidad: rastros de sus casas y vida cotidiana.

Según contó en el programa Plaza Pauta, de Radio PAUTA, Para el encargo del Hogar de Cristo, la artista trabajó en base a cuatro colores a los que le dio cuatro significados: Rojo (justicia social); azul (Chile y nación); verde (Hogar de Cristo); y amarillo (jóvenes).

Murales Beatrice Di Girólamo
Créditos: Beatrice Di Girólamo

Pero, además, cada muro se construye como un relato independiente a partir de la visualidad, el ritmo en que se disponen los materiales y las frases de Hurtado. El mural rojo, en el muro nororiente de la estación, se basa en la frase “La caridad comienza donde termina la justicia”. El azul, de la zona poniente, se inspira en “Una nación más que una tierra, es una misión que cumplir”. El Mural verde, muro suroriente, atiende a la frase “No descansen mientras haya un dolor que mitigar”. Y, finalmente, el mural amarillo, muro surponiente, cita “Si tú no vienes, una obra quedará sin hacerse, que tú solo tú puedes realizar”. 

Revise la entrevista completa con Beatrice Di Girólamo en Plaza Pauta