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Impermeabilización, falta de un plan maestro y crecimiento acelerado: ¿Por qué colapsa Santiago cuando llueve?

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Agencia Uno
POR Manuel Izquierdo |

En Radio Pauta, urbanistas entregan las razones que explican por qué sufre la ciudad cada vez que llueve y qué casos han tenido éxito en el manejo de las aguas lluvias. Apuntan a una falta de planificación urbana, el uso excesivo de materiales como el pavimento y problemas en la implementación de políticas públicas.

Un intenso sistema frontal de carácter cálido afecta esta semana a las regiones Metropolitana, de O’Higgins, Bío Bío y Los Ríos, y se espera que las precipitaciones lleguen a los 60 milímetros en la zona central del país.

El temporal de lluvias ha dejado en Santiago, como en otras oportunidades, calles anegadas, cortes de rutas, inundaciones en pasos bajo nivel, semáforos apagados y desprendimiento de tierras en distintos sectores de la capital.

¿Por qué colapsa la ciudad en cada sistema frontal? ¿Qué explica este fenómeno? En Radio Pauta, tres urbanistas entregan las razones que explican por qué sufre la ciudad con cada precipitación y cómo tener éxito en el manejo de las aguas lluvias.

Impermeabilización, falta de un plan maestro y crecimiento acelerado: ¿Por qué colapsa Santiago cuando llueve?

Según el arquitecto y urbanista, Sergio Baeriswyl, ganador del Premio Nacional de Urbanismo 2014, la impermeabilización es la principal responsable del caos causado por las lluvias. “Las ciudades, en general, cuando van desarrollándose y creciendo tienden a construir un manto impermeable sobre los suelos, los valles o los lugares donde se emplazan”, constata.

“Esta impermeabilización de los suelos, ya sea por los pavimentos, las calles, los patios embaldosados, o las techumbres de las edificaciones, impide que las aguas lluvias puedan penetrar en el subsuelo y rellenar los acuíferos subterráneos”, explica Baeriswyl en conversación con Radio Pauta.

El también expresidente del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano plantea que “en vez de eso, lo que ocurre es que las aguas escurren sobre la superficie y aumentan la escorrentía. La escorrentía es este caudal de agua que se va por las superficies, porque no puede penetrar al subsuelo, y termina, obviamente, en caudales muy importantes, a veces sobrepasando todas las posibilidades de los sistemas de evacuación de aguas lluvias que pueda tener una ciudad”.

En esa línea, en diálogo con Radio Pauta, el director de la Escuela de Arquitectura UC, Luis Eduardo Bresciani, es lapidario y sostiene que “aunque se han hecho muchos avances en los últimos 20 años, especialmente después de las lluvias del año 2002, la ciudad aún no está preparada para lluvias continuas. Esta condición se ha agravado por la impermeabilización de los suelos urbanos que impide el buen drenaje y por la pérdida de masa vegetal en la precordillera que antes impedía que justamente las aguas lluvias escurrieran sobre la ciudad”.

Esto se refleja por ejemplo, comenta el arquitecto, urbanista y académico UDD, Julio Nazar, en que “todos los escurrimientos naturales de la precordillera que bajaban a través de quebradas para ahí encontrarse con canales y llegar al Mapocho, al río Maipo, y al Zanjón de la Aguada, ahora se encuentran completamente urbanizados y carecen de capacidad de infiltración y de manejo de las capas intermedias para poder absorber bien estas aguas”.

Ante este fenómeno, Baeriswyl propone introducir un nuevo concepto: el de ‘ciudades esponja’, que tienen “mayor permeabilidad en sus suelos, en sus pavimentos, en sus edificaciones, o tienen sistemas de conducción de las aguas hacia el subsuelo y que permiten absorber las precipitaciones en vez de aumentar las escorrentías superficiales”.

Pero, según Nazar, la impermeabilización no es la única causa. A su juicio, “no se ha consolidado un plan maestro de aguas lluvias para la capital, pero también hay una ausencia de una regulación que permita organizar todo lo que es el escurrimiento de las aguas superficiales y el manejo de las aguas lluvias al nivel de la ciudad”.

“No tenemos un plan maestro para poder orientar estas aguas lluvias”, reclama el profesor UDD en entrevista con Radio Pauta.

Al respecto, desde Concepción, el expresidente del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano añade que “en el caso de la mayoría de las ciudades chilenas los planes maestros de aguas lluvias no han sido ejecutados en su totalidad, de manera tal que los sistemas públicos de evacuación de aguas lluvias no están lo suficientemente desarrollados o ejecutados en plenitud. Por tanto, ahí tenemos un déficit de infraestructura que también se suma a este problema”.

Para los urbanistas, otro aspecto relevante es el “crecimiento acelerado” que ha experimentado la ciudad en los últimos 30 años. Para Nazar, “Santiago es una ciudad cuya expansión no ha ido de la mano de un buen nivel de urbanización para poder recolectar adecuadamente las aguas lluvias”.

El especialista señala que “esa falta de visión o de inversión en la infraestructura necesaria para poder manejar estos eventos naturales” puede causar consecuencias graves.

El centro de Santiago, un caso de éxito en el manejo de aguas lluvias

Sin embargo, hay un sector de la capital que no colapsa con las lluvias. Se trata del centro de Santiago. El director de la Escuela de Arquitectura UC precisa que esto ocurre por dos razones. La primera es que “tiene un sistema de colectores de aguas de grandes dimensiones bajo sus calles”, pero también “se encuentra el punto más alto del centro, siendo su punto más bajo el Zanjón de la Aguada”.

Julio Nazar agrega que la zona “posee verdades galerías subterráneas de gran dimensión en donde el agua, el escurrimiento superficial, la lluvia no anega nunca las calles. Esto no se ha hecho en el resto de la ciudad en todo el crecimiento hacia el oriente, poniente, norte y sur de la misma. Eso está pasando la cuenta hoy en día en la ciudad”.