Quién fue Vicente Ruiz: el artista que llevó el cuerpo a la primera línea de la contracultura chilena
Actor, performer y gestor cultural, Vicente Ruiz fue una figura clave de la contracultura chilena de los años 80. Su obra, marcada por la performance y el arte político, desafió las convenciones culturales durante la dictadura y la transición democrática.
Vicente Ruiz fue una de esas figuras que incomodan a su tiempo y, precisamente por eso, lo retratan con mayor nitidez.
Actor, performer, director, dramaturgo, profesor y gestor cultural, su trayectoria se desplegó en los márgenes de la escena oficial chilena, allí donde el arte se vuelve gesto político, cuerpo expuesto y pregunta abierta.
Vicente Ruiz y el arte de incomodar a su tiempo
Falleció a los 67 años, y dejó tras de sí una obra que marcó a la contracultura de los años 80 y siguió resonando en la transición democrática y más allá.
Su irrupción artística se produjo en plena dictadura, cuando la performance se transformó en una herramienta de resistencia simbólica. En ese contexto, Ruiz entendió el cuerpo como soporte y lenguaje, y el espacio público como un campo de disputa.
Trabajó en teatro, danza, y creación audiovisual y multimedia, pero fue en la performance donde consolidó un sello propio: acciones directas, incómodas, de fuerte carga simbólica, que desafiaban tanto al poder político como a las convenciones culturales.
Patricia Rivadeneira y la performance que marcó una época
Una colaboradora clave en ese camino fue la actriz Patricia Rivadeneira, protagonista de la mayoría de sus acciones performáticas. Juntos construyeron una obra que fue leída, en su momento, como vanguardia y provocación, pero que con el tiempo se ha reubicado como parte fundamental de la historia del arte contemporáneo chileno.
El punto de mayor visibilidad y controversia de su trayectoria, fue la performance Por la Cruz y la Bandera, realizada el 27 de febrero de 1992 en el Museo Nacional de Bellas Artes.
La acción, que incluyó la imagen de una mujer crucificada envuelta en la bandera chilena, se presentó durante un desfile de moda organizado para visibilizar la situación de las personas enfermas de sida.
La obra desató una reacción inmediata en la prensa, el mundo político y la opinión pública, revelando las tensiones culturales de un país que recién comenzaba a transitar hacia la democracia.

Del escándalo al legado
Más allá del escándalo, la performance condensó preocupaciones centrales en la obra de Ruiz: la exclusión, la violencia simbólica, la discriminación hacia las disidencias sexuales y otros grupos históricamente marginados, así como la relación entre poder, religión y nación.
Décadas después, el propio artista insistió en la necesidad de releer esa obra en su contexto y restituirle su condición de acto artístico.
En enero de 2025, Vicente Ruiz donó más de 500 documentos de su archivo personal a la Biblioteca Nacional, asegurando la preservación de su trabajo para futuras generaciones.
Su legado será resguardado por la Fundación Vicente Ruiz Maturana. Así, su obra, nacida muchas veces en los márgenes, pasará a formar parte de la memoria cultural del país, confirmando que la contracultura también escribe historia.