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La gloria, el despilfarro y la caída

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Agencia Uno/PAUTA
POR Matias Bobadilla |

A diez años de la Sudamericana de la “U”, Fernando A. Tapia escribe: “En un abrir y cerrar de ojos, la gestión directiva de Azul Azul ha llevado al club de la gloria, pasando por el despilfarro, a una caída cuyo porrazo aún puede ser peor”.

El próximo 14 de diciembre se cumplirá una década del logro deportivo más importante en la historia del club Universidad de Chile. Sus hinchas jamás olvidarán aquella noche consagratoria en un Estadio Nacional repleto en que el equipo, entonces dirigido por Jorge Sampaoli, apabulló sin contemplaciones a Liga Deportiva Universitaria de Ecuador en la final de la Copa Sudamericana.

La “U” fue entonces el mejor cuadro del continente, dominando con un juego agresivo y dinámico a sus rivales de turno. El 2011 se cerró con dos títulos nacionales y un primer —y hasta ahora único— trofeo internacional.

Estuve en la cancha esa noche como reportero para la transmisión televisiva. Imposible olvidar la explosión de felicidad de los fanáticos azules en las tribunas, multiplicado por millones a través de la televisión. En el coliseo de Ñuñoa se reunieron esa noche tres generaciones, abuelos, hijos y nietos, herederos de una pasión por una institución que, como pocas, es representativa transversalmente de la sociedad chilena. Hombres, mujeres, niños y ancianos cuya única ideología es el amor por el color azul. Y también conocedores del origen de una institución que lleva el nombre de la casa de estudios más tradicional del país.

Esa noche en que la “U” ganó la Sudamericana, como pocas veces se ha visto y escuchado, un coro multitudinario cantó el himno Romántico Viajero, en un instante mágico en el que se pudo ver la emoción a flor de piel por el recuerdo de los que no pudieron ser testigos de una noche así y por la sensación de que, por fin, el equipo alcanzaba la gloria.

Pasaron ya diez años desde momento en que la “U” efectivamente estuvo en lo más alto, con un equipo de ensueño, con triunfos deportivos internacionales, con finanzas robustas y la sensación de que a partir de ese momento iba a dar un salto para transformarse en uno de los clubes más importantes y sólidos del continente. Por eso hoy cuesta explicar el contraste que muestra una institución que atraviesa por una severa crisis deportiva, económica y directiva.

Cuando ganó la Copa Sudamericana lo hizo bajo la misma estructura organizativa que ahora tiene, como sociedad anónima, pero con un dirigente a la cabeza que tenía muy claro el objetivo. Federico Valdés, actual rector de la Universidad del Desarrollo, fue el primer timonel de Azul Azul S.A. y logró imponerse a partir de una extraordinaria gestión deportiva y económica, sobrellevando los prejuicios, la crítica despiadada, los insultos, amenazas y agresiones. “Yo tengo un rol que jugar, y el presidente del club no se puede esconder, tiene que dar la cara”, declaró en más de una ocasión.

¡Qué contraste con lo que hoy vive la institución! Porque desde entonces lo que hemos visto ha sido despilfarro, ineptitud y abandono.

El académico dejó el cargo al año siguiente del título internacional, encaminando el tricampeonato conseguido por los azules con la sucesión a cargo del empresario José Yuraszeck. Fue un momento de inflexión, ya que el 2012, los azules no solo dominaban en la cancha. Federico Valdés reveló que ese año Azul Azul tenía en su cuenta de ahorro US$ 15 millones, de los cuales, por acuerdo de directorio, dos tercios estaban reservados para concretar el sueño de la casa propia: el proyecto estadio.

Lo que ha pasado después ha sido una repetición de malas decisiones, literalmente una farra, en la que se confirma una vez más que lo heredado dura menos que lo ganado. La “U” dejó pasar así una oportunidad histórica, cuyo proceso de degradación se explica por las malas decisiones deportivas, con contrataciones millonarias que no dieron resultados, y el abandono de un objetivo institucional, más allá de dar una vuelta olímpica.

Luego vendría la presidencia de Carlos Heller, de quien nadie puede poner en duda su fanatismo, porque fue precisamente eso lo que lo traicionó a la hora de tomar decisiones. Prometió el estadio sin tener más que el deseo y el dinero, pero no un equipo competente para desarrollar el proyecto. Se dejó llevar por el hincha que lleva dentro y se rodeó de asesores que no fueron otra cosa que unos “yes men”. Pensó que encontraría el aplauso y el reconocimiento, pero el 2019 no resistió más, luego de recibir él y su familia amenazas tras una magra campaña. Optó por salir de escena, pero dejando a un hombre de su confianza a cargo, su mano derecha y amigo: José Luis Navarrete.

Eran tan cercanos que fue imposible escapar de la crítica, porque nadie dudaba que tras de cada una de las decisiones del presidente de turno, estaba la palabra de Heller. Hasta que decidió vender y desprenderse de sus acciones y del control.

Lo que vino ahora sigue siendo un misterio sin resolver, lleno de sospechas y con un silencio indecente de los nuevos propietarios mayoritarios. La crisis de la “U” va más allá de lo deportivo, proceso que no es nuevo y que se prolonga desde los últimos tres años. Azul Azul es una empresa que fue vendida a la baja y que probablemente ha sido vista por los inversionistas fantasmas como una oportunidad de un muy buen negocio para comprar barato apostando a una venta futura a un mejor precio dejando un gran margen de ganancia.

La posibilidad de que tras estos nuevos dueños existan representantes de futbolistas e incluso dirigentes de otros equipos, instala potencialmente un conflicto de interés del que todo el fútbol chileno se debe hacer cargo. Y también las autoridades políticas que de una buena vez tendrán que intervenir con reformas una industria que se ha manejado sin control. ¡Y qué decir de la Universidad! Al menos esta última semana el rector Ennio Vivaldi se ha mostrado más frontal en exigir transparencia y, sobre todo, presencia de quienes hoy administran el club y usufructúan con el nombre y los símbolos de la casa de estudios. Porque, así como está, la “U” es un club a la deriva, abandonado a su suerte, con las oficinas directivas en el CDA vacías.

Hace diez años el panorama era diametralmente opuesto. Parece que fue ayer, porque el tiempo corre rápido. En un abrir y cerrar de ojos, la gestión directiva de Azul Azul ha llevado al club de la gloria, pasando por el despilfarro, a una caída cuyo porrazo aún puede ser peor. Una historia muy poco romántica.

Fernando A. Tapia participa en Pauta de Juego, de Radio PAUTA, de lunes a viernes a partir de las 12:30 horas. Escúchelo por la 100.5 en Santiago, 99.1 en Antofagasta, y por la 96.7 en Valparaíso, Viña del Mar y Temuco, y véalo por el streaming en PAUTA.cl.