Economía

Doble impacto para la economía: al estallido se suma el coronavirus

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El centro de Santiago vacío podría ser la nueva realidad ante medidas por coronavirus. Crédito: Agencia Uno
POR Marcela Gómez |

En el mercado creen que, de ampliarse las restricciones, no solo caerá la producción sino también el consumo. La clave es avanzar en decisiones para que el impacto sea transitorio.

La principal preocupación surgida recientemente entre los economistas locales es dimensionar el impacto que tendrá el avance del coronavirus (Covid 19) en Chile. Las medidas que anunció el Presidente Sebastián Piñera se evaluaron como un primer paso en la estrategia sanitaria para contener la epidemia, pero se esperan decisiones más drásticas a la luz de lo que han hecho otros países.

Lo que sí es claro es que el país enfrenta un shock significativo, con una alta probabilidad de afectar en forma relevante la economía, ya debilitada luego de los hechos ocurridos a partir del 18 de octubre pasado.

El ministro de Hacienda, Ignacio Briones, ya sinceró en parte el escenario, enfatizando mucho en la “transitoriedad” del impacto. “Desde el punto de vista de la economía real, haya un shock doble. Un shock de oferta, en el sentido que las empresas que producen van a tener menos capacidad para producir, y también va a haber un shock de demanda, en el sentido que la gente sale menos y consume menos. Entonces, eso genera un efecto económico bien concreto: que durante un tiempo acotado tenemos una especia ‘hibernación’, en que la economía va a estar a media máquina”, dijo la autoridad en entrevista con Canal 13.

Economistas de bancos, corredoras, consultoras y de la academia consultados por PAUTA (que pidieron reserva de sus nombres) dicen que no hay alternativa: las medidas adoptadas globalmente para frenar la propagación del virus, algunas de las cuales ya han comenzado a replicarse en Chile, afectarán el crecimiento económico. La clave es que se adopten los resguardos necesarios para que el impacto sea de corta duración. Así lo planteó el economista jefe de Itaú, Miguel Ricaurte.

Golpe al crecimiento

Si las proyecciones de crecimiento para 2020 ya estaban bajas (el Banco Central estima una expansión de entre 0,5% y 1,5% mientras que Hacienda está en 1,3%), la llegada del coronavirus está deteriorando aún más los pronósticos. Y muchos economistas están revisando los suyos a una cifra más cerca del cero. Algunos ya prevén que el segundo trimestre tendrá un crecimiento negativo y que el tercero podría mostrar algo de recuperación.

Paralizar actividades durante varias semanas le restará algunas décimas de crecimiento al año. A eso se le suma el efecto de la crisis a nivel global, donde la mayor preocupación es el impacto en Estados Unidos, no solo porque es la mayor economía del mundo, sino también porque al parecer el contagio en Asia estaría más contenido y en Europa se están adoptando medidas drásticas. Con todo, Alemania e Italia podrían estar ya en recesión, mientras que EE.UU., que venía con un crecimiento fuerte, podría desacelerarse, todo lo cual resta décimas de crecimiento adicionales para este año.

Así, no resulta extraño que muchos equipos económicos estén monitoreando estrechamente la evolución del virus, como lo hizo el de Santander Estudios en su análisis semanal, como insumo para sus proyecciones en el terreno económico.

Estimación de Santander Estudios, informe semanal con cierre al13 de marzo.

Las nuevas proyecciones para el crecimiento 2020, eso sí, se oficializarán luego de la entrega del PIB del cierre de 2019 por parte del Banco Central (programado para el 18 de marzo y donde podrían corregirse algunos Imacec del último trimestre) y el primer Informe de Política Monetaria del año, previsto para el 1 de abril.

Además, Hacienda ya reveló que está revisando las proyecciones de crecimiento y que las nuevas cifras se entregarán a comienzos de abril, en el marco del Informe de Finanzas Públicas. Y aunque no se ha adelantado una cifra concreta, sí se ha sincerado la dirección que tendrá: “Es indesmentible y claro que estas proyecciones van a tener un sesgo a la baja”, sostuvo Briones hace algunos días.

Asegurando liquidez

Algo positivo es que una de las principales preocupaciones de los economistas, de alguna manera, ha comenzado a despejarse. Es que la incertidumbre y volatilidad en los mercados por el Covid 19 podría endurecer el acceso a financiamiento de personas y empresas, si el sistema financiero no cuenta con liquidez suficiente. Es importante que este shock en la economía real no termine transformándose también en una crisis financiera.

Por eso los bancos centrales están pasado a la acción, con medidas “no convencionales” usadas en la crisis subprime, lo que ha sido valorado por los técnicos.

El 11 de marzo el Banco Central Europeo (BCE) anunció líneas de financiamiento a largo plazo para el sistema financiero, condicionadas a que sean transferidas a la economía real, particularmente hacia empresas medianas y pequeñas, mediante préstamos de bajo costo. Al día siguiente, la Reserva Federal de EE.UU. anunció una inyección de liquidez por hasta US$ 1.500 millones en operaciones de recompra durante el mes, además de ampliar la adquisición de bonos. Se sumó el Banco Central de Chile, que amplió las medidas de liquidez en dólares y en pesos ya vigentes, aumentando los plazos para operaciones y extendiendo este programa hasta enero 2021.

Las autoridades monetarias han dicho que seguirán monitoreando el curso de los sucesos, para “ajustar la dosis” de ser necesario.

Adicionalmente, se han producido recortes de tasas. La Fed anunció sorpresivamente este domingo 15 de marzo un recorte adicional en su política monetaria, dejando los tipos de interés en un rango entre 0% y 0,25%, cien puntos porcentuales por debajo del nivel que ya había reducido el 3 de marzo pasado, cuando las redujo 50 puntos base, llevándolas a 1%-1,25%.

En la misma línea, varios países hicieron lo propio, en distintas dimensiones, en la última semana.

Sostener la demanda

En Chile todavía no se han adoptado las medidas más radicales observadas en otros lugares, que tienen que ver con restricciones masivas a la libre circulación. Se suspendieron las clases en todos los colegios del país, se han cancelado eventos masivos, se prohibieron actividades que congreguen a más de 500 personas y muchas universidades también paralizaron la asistencia de sus alumnos. Además, se han declarado cuarentenas masivas en casos excepcionales, pero aún no hay cierres obligatorios de lugares de trabajo ni orden de mantenerse en los domicilios.

Estas últimas medidas, si se adoptan de manera preventiva para “aplanar la curva” de contagios y evitar el colapso del sistema salud, implican un fuerte golpe: la oferta cae al haber menor producción y gente trabajando, pero también la demanda se contrae porque baja el consumo. Esto debido a menores viajes y traslados, comercios cerrados, postergación de compras no esenciales, entre otros efectos. Este escenario de incertidumbre puede traducirse en caída en los precios de activos y afectar la inversión.

La clave, dicen los economistas, es que este impacto sea transitorio, que las empresas logren mantener sus operaciones (aunque sea a nivel mínimo) para que no existan efectos permanentes. Junto con las medidas para asegurar liquidez, podría ser necesario adoptar otras para sostener el consumo.

Entre otras ideas, mencionan aportes directos en dinero (como bonos) a amplios segmentos de la población, complementos a quienes reciben menores rentas (como hace el proyecto que suplementa el ingreso mínimo que está en sus últimos trámites legislativos ) y apoyos para reducir y flexibilizar jornadas, con reducción de salarios, como fórmula alternativa al despido. Esta última medida se recoge en un proyecto para proteger el empleo presentado por el Ejecutivo en enero, pero que aún no inicia su discusión.

Apoyo sectores más afectados

En toda crisis hay sectores afectados y otros que podrían beneficiarse. Entre estos últimos estarían el comercio electrónico, los proveedores de productos de limpieza, insumos médicos y, en general, el sector salud; la industria de las telecomunicaciones y todo lo asociado con trabajo remoto (incluyendo videoconferencias). Entre los perdedores mencionan transporte, turismo, comercio, educación y las actividades deportivas, artísticas y culturales con público.

En general, los economistas estiman que este es el espacio donde la política fiscal puede hacer la diferencia, desarrollando medidas de apoyo para actividades que enfrenten mayores problemas, con un foco especial en las empresas de menor tamaño.

Esto abarca desde aplazamiento en el pago de impuestos, reprogramación de deudas, créditos blandos, las medidas para proteger el empleo ya mencionadas, un foco especial de las compras públicas para proveedores afectados, apoyo de las entidades públicas de fomento para reorganización y búsqueda de mercados. La idea es ayudar a las empresas a pasar crisis para evitar quiebras masivas.

Otra arista está en el sector financiero. Aquí la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) podría flexibilizar los requerimientos de capital exigidos a los bancos y financieras si, en caso de un aumento de los incumplimientos por parte de personas y personas, esas entidades optan por restringir el crédito para cumplir con tales requisitos.