Economía

La compleja instalación del superintendente de Bancos

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POR Marcela Gómez |

Su destacada trayectoria bancaria no bastó para que Mario Farren aterrizara sin problemas como regulador. Ahora su desafío es más político que de gestión.

Luego de tres décadas en altos cargos en la industria bancaria en la región y en Estados Unidos, principalmente ligado a Citibank, fue una sorpresa que Mario Farren asumiera la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financiera (SBIF). Esto porque no tenía experiencia en el sector público y además había estado los últimos siete años fuera de Chile.

Apenas 10 días después de asumir, el nuevo regulador tuvo que enfrentar el ataque informático al Banco de Chile, la mayor contingencia operacional en la industria en esta década. Logró sortear el episodio, pero no sin críticas. Hoy está más empoderado en su cargo, pero las carencias comunicacionales y la política (el arte de hacer alianzas, no el partidismo) siguen siendo sus puntos débiles.

Señales internas

En la industria bancaria aplaudieron el nombramiento de Mario Farren. “Es uno de los nuestros”, dicen, porque conoce a la banca como la palma de su mano. Pero si se pregunta por conflictos de interés, la respuesta también es unánime: conoce a todo el mundo, pero las relaciones personales con sus regulados son escasas. “Es un tipo franco, directo, no le pasas gato por liebre. Ha trabajado la mayor parte de su vida en el extranjero: no le debe nada a nadie”, resume un alto ejecutivo bancario.

Se instaló el 14 de mayo en las oficinas de la SBIF y ratificó en sus cargos a todo el mundo y tomó la decisión institucional esperada para llenar la vacante del intendente de Supervisión: ascender al entonces director del área, Osvaldo Adasme, y en su lugar a Mariela Barrenechea, su segunda. Esto y su discurso de trabajar en equipo fueron bien recibidos al interior de la institución, que no vive tiempos fáciles debido al proyecto que reforma la Ley de Bancos, que transfiere a la SBIF a la recientemente creada Comisión para el Mercado Financiero (CMF).

Evidenciando sus escasos vínculos locales, Farren no tenía nombres para los otros dos altos puestos disponibles (jefe de Gabinete y director de Comunicaciones), que en toda institución son los apoyos más cercanos a la autoridad. Comenzó su trabajo de inmediato, discretamente. Una fuente de la SBIF comentó que se reunió con varios presidentes y gerentes de bancos, pero no los citó a su oficina, sino que fue a verlos personalmente. “Es una señal de que busca una relación de trabajo donde el regulador llega al banco en cualquier momento”, dijo el funcionario.

El cisne negro

Cuando se enfrenta un suceso altamente improbable e inesperado, pero de gran impacto, se habla de un cisne negro. Esto ocurrió con el ataque informático al Banco de Chile el pasado 24 de mayo, que comenzó con un virus que afectó los computadores de las oficinas, lo que era sólo una distracción para encubrir la ejecución de millonarias transferencias automáticas a cuentas fuera de Chile por al menos US$10 millones.

En un primer momento, la información proveniente de la SBIF al respecto fue “estamos monitoreando” la situación. Cinco días después la SBIF admitió un ataque informático, pero la actividad se mantuvo a nivel de monitoreo.

La inquietud pública fue subiendo de nivel. El 6 de junio, el regulador presentó su visión sobre lo ocurrido y las medidas adoptadas ante la Comisión de Economía del Senado, pero fue fuertemente cuestionado por los parlamentarios. Las críticas se centraron en que no se constituyó en las oficinas de Banco de Chile “para no estorbar” a la entidad en su emergencia, según dijo; por no informar claramente sobre los impactos en los clientes y en las cuentas del banco; por admitir debilidad de la SBIF en el control de los riesgos operacionales y no relevar el trabajo que la entidad venía haciendo en ciberseguridad, que incluye una normativa especial dictada en enero.

La performance de Mario Farren fue mal evaluada en el Gobierno. “Le faltó estrategia y visión política para poner sus puntos. En vez de convencer, generó animosidad en los parlamentarios”, comentó una fuente de Gobierno. Un conocedor del superintendente señaló que él es “muy autocrítico y perfeccionista; se dio cuenta de que debía priorizar y apoyarse más en su equipo de la SBIF”.

El episodio demostró que la falta de asesoría política y comunicacional podía volverse crítica. Aunque el puesto de jefe de Comunicaciones sigue vacante, a mediados de junio llegó desde la fiscalía del Banco Central el nuevo jefe de Gabinete, cargo que recayó en el joven abogado experto en regulación bancaria Gabriel Acuña. No se conocían: su nombre le fue sugerido al regulador desde Hacienda, donde hay interés en apoyarlo. Aunque no son amigos, Farren y el ministro Felipe Larraín han sostenido durante años una productiva relación centrada en el mutuo interés por los temas financieros y la internacionalización del mercado de capitales chileno.

Con todo, Mario Farren no se amilanó y siguió trabajando para imponer estándares en materia de ciberseguridad, incluso durante una reunión ampliada con gerentes de los bancos para abordar el tema y detallar exigencias.

En tierra derecha

Agentes de la industria coinciden en que si bien la instalación de Mario Farren fue difícil, ahora se le nota empoderado, con más seguridad y ya incluso puede esbozar cuáles serán sus prioridades: regulación y supervisión del riesgo operacional y ciberseguridad; promover la aprobación de la nueva Ley General de Bancos y garantizar el acceso permanente de los depositantes a sus fondos por medios digitales. Este último tema, de alto interés para todos los usuarios digitales de servicios financieros puede transformarse en un gran foco de su gestión.

En la SBIF también destacan que dictó la norma que estandariza las provisiones por riesgo de crédito a personas con giro comercial y empresas de menor tamaño, que entrará en vigencia el año próximo y que implica que el sistema bancario requerirá aumentar sus provisiones en torno a US$ 300 millones. Se trata de una norma que había enfrentado cierta resistencia en la banca, principalmente por el mayor costo, por lo que este paso también se leyó como una declaración de autonomía de un funcionario cuya extensa trayectoria en el sector regulado seguirá bajo escrutinio.

El superintendente ha seguido encima del Banco de Chile e incluso se reunió con su presidente y gerente general para ver avances en la auditoría forense al ciberataque y plantear medidas frente a los recurrentes episodios de intermitencia en sus servicios que ha sufrido la entidad tras el incidente.

Sin embargo, en la reciente controversia sobre la discriminación a los adultos mayores por parte de los bancos, la SBIF estuvo ausente, con la única excepción de un comunicado oficial que precisaba que no existe normativa que exija un límite de edad para suscribir productos financieros. Incluso Farren no participó en las actividades públicas que realizaron el Presidente Sebastián Piñera y ministro de Hacienda sobre el tema, las que por sí solas relevavan la importancia política y comunicacional de ese tema.

Si bien en la SBIF creen que se actuó correctamente al fijar una postura informativa y dejar en claro que la actual regulación no ampara ninguna discriminación a los adultos mayores, desde la banca comentaron que habría sido muy positivo ver al superintendente al lado del ministro de Hacienda en un tema ciudadano y sensible como éste.