Carabineros, la reforma clave de Boric
Si la policía está desprestigiada y deslegitimada, los gobiernos actúan con una mano atada a la espalda.
¿Cómo habría reaccionado la opinión pública chilena si los agresores de los carabineros de Iquique hubiesen sido menos identificables por su color de piel? ¿Se habría producido el mismo respaldo automático a la autoridad que surgió, al parecer, espontáneamente? Cabe la duda. Y esto es importante porque la seguridad ciudadana y el orden público, el desafío del narcotráfico y la violencia en La Araucanía son asuntos que no se van a solucionar solos con la llegada de Gabriel Boric a La Moneda.
Y una herramienta esencial para resolver todo esto es hoy un instrumento descalibrado en Chile. Se puede añadir todo el diálogo, los recursos económicos, los mediadores que uno pueda imaginar, pero al final el Estado debe deslindar lo que está dentro y fuera de la legalidad, y la primera línea en esa tarea la cumplen las policías. Y si la policía está desprestigiada y deslegitimada, los gobiernos actúan con una mano atada a la espalda.
El Presidente electo ha designado a tres personas que tienen mucho que decir sobre la crisis de Carabineros y que jugarán un papel clave en los próximos meses: Lucía Dammert, que ha sido presentada como jefa de asesores del Segundo Piso de La Moneda; Manuel Monsalve, subsecretario del Interior, y Eduardo Vergara, eventual subsecretario de Prevención del Delito. A los tres los une el hombre que dominó los temas de seguridad en el segundo mandato de Michelle Bachelet desde la subsecretaría de Interior: Mahmud Aleuy Peñailillo.
En el caso de Dammert, Aleuy la fichó como jefa de sus asesores. Dammert ha dicho que cree firmemente en la subordinación de las policías al poder civil, una idea académicamente perfecta, pero que trasladada a la realidad tiene muchos matices. Incluso en la mejor de las democracias hay burocracias estatales que conciben sus propios objetivos y actúan defendiendo sus perímetros de influencia. Las policías suelen ser una de esas burocracias. En España, por ejemplo, unas de las patologías que generan estas burocracias son las llamadas “cloacas”, un mundo de ilegalidades de diverso calibre que toman atajos para servir a una supuesta razón de Estado.
Dammert sufrió en carne propia la acción de las “cloacas” chilenas. Ser mujer y de origen peruano despertó recelos en los cuerpos de seguridad desde el primer momento y dio motivos a todo tipo de habladurías. Finalmente, en 2016 dimitió tras ser relegada a funciones de menor responsabilidad después de que hiciera público que su entonces suegro, Daniel Cancino, era un exagente de la DINA condenado por la Justicia y que llevaba meses prófugo.
En cuanto a Manuel Monsalve, diputado por el Distrito 21 de la Región del Biobío, el cual comprende a la Provincia de Arauco, y que ha sido anunciado como futuro subsecretario de Interior de Boric (el puesto que tenía Aleuy con Bachelet), su relación con Aleuy sería de carácter político. Ambos integran la facción Nueva Izquierda del PS.
Por último, Eduardo Vergara, militante del PPD, fue un estrecho colaborador de Aleuy como jefe de División de Seguridad Pública del Ministerio del Interior en el segundo mandato de Michelle Bachelet. Vergara, como Dammert, tiene una larga trayectoria académica en temas de seguridad, especialmente en política de drogas y derechos humanos.
Una de las cuestiones importante que deberán resolver es la reforma institucional de Carabineros. Antes del 18-O, el prestigio institucional de Carabineros ya estaba por los suelos debido al montaje de la Operación Huracán, el cual se desarrolló cuando Aleuy era responsable de la Subsecretaría de Interior.
A Aleuy le tocó meter en cintura al general director de Carabineros, Bruno Villalobos, cuando este se marchó del país en medio de las indagaciones judiciales sobre la Operación Huracán en las postrimerías del segundo gobierno de Michelle Bachelet. Villalobos se sentía tan respaldado por la Presidenta que pensó que se podía ir tranquilamente de vacaciones al Caribe.
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