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Columna de John Müller: “La nueva izquierda de Boric”

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POR Andres Sepúlveda |

Sorprendió en la cumbre iberoamericana el reconocimiento expreso a los derechos y la dignidad humana como límite de la acción política del presidente chileno.

No hubo grandes novedades en la Cumbre Iberoamericana celebrada en República Dominicana el fin de semana pasado. La ausencia del presidente brasileño Lula da Silva, enfermo de neumonía, quitó peso al encuentro. Se aprobaron iniciativas relacionadas con los derechos digitales, la ecología y la seguridad alimentaria, pero este encuentro y su formato no vive sus mejores horas. De hecho, las cumbres iberoamericanas están amenazadas por la competencia institucional que plantean la OEA, el CELAC, Mercosur, Prosur o la Alianza del Pacífico. Muchas organizaciones que en realidad no hacen más que enmascarar la poca cooperación que existe en una región muy fragmentada.

Por eso, una de las mejores noticias fue que la postura expresada por el Presidente Gabriel Boric en la reunión resultó sorprendente y gratificante, especialmente para los actores europeos que estaban presentes, que no sólo eran los españoles y portugueses, sino también el Alto Representante de la Unión Europea.

Sorprendente porque la condena de Boric a las dictaduras de izquierda, como la de Venezuela y Nicaragua, fue explícita y sin ambigüedades y dejó en evidencias a otros líderes que prefirieron callarse cómodamente y evitarse conflictos. Fue el caso, por ejemplo, del presidente español, Pedro Sánchez, aunque no del Rey Felipe VI. Y gratificante, porque el Presidente está señalando que hay una nueva sensibilidad en la izquierda iberoamericana que no está dispuesta a que los derechos humanos sean selectivos y sufran un doble estándar. Boric, además, no sólo habla de los derechos humanos, sino que utiliza un concepto más amplio, el de la dignidad de las personas.

“Ninguna diferencia política explica ni justifica pasar sobre los derechos y la dignidad de los demás”, escribió Boric esta semana en el diario El País tras su intervención en Santo Domingo. “El límite de la acción política radica en el respeto a los derechos humanos”. Un reconocimiento de este tipo no se había oído antes en la izquierda tradicional, mucho más oportunista y obsecuente ante las dictaduras de su signo debido a sus orígenes volterianos y marxistas.