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El karaoke de la patria

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Agencia Uno
POR Andres Sepúlveda |

El Festival de Viña es un espejo donde se reflejan deformados los vicios y virtudes del país, pero no cabe duda de que es “nuestro espejo”.

Empezaron las vacaciones más importantes que hay en Chile: las mentales. Comenzó el Festival Internacional de la Canción y de lo que se habla es del vestuario de la alcaldesa de Viña del Mar y de los artistas. La frivolidad airea nuestras cabezas, desplazando las preocupaciones. Los incendios, aun no apagados, pasaron a mejor vida, quedaron sepultados por la polémica de los royalties a las forestales que provocó el ministro de Agricultura, un asunto que la prensa tomó con energía, postergando otras cuestiones como las dos almas del gobierno y el debate constitucional. Hasta la delincuencia y la inseguridad quedaron neutralizadas por la inauguración de una Tenencia de Carabineros y un cuartel de la PDI temporales en la Quinta Vergara.

La semana pasada recomendé un artículo de la revista italiana ‘Il Mulino’ que se titulaba ‘Sanremo, il karaoke della nazione’, donde se analizaba el hecho de que, al llegar febrero, Italia entera se desvivía durante cinco días hablando única y exclusivamente del legendario festival donde cuajó la moderna canción italiana.

El autor reflexionaba sobre cómo Sanremo es un karaoke imperfecto y colectivo que refleja a Italia y sus problemas, una gigantesca licuadora que mezcla las aspiraciones y frustraciones, el presente y el pasado, la pasión y la nostalgia, y, sobre todo, es un espejo de los hechos de la nación. Tan importante es Sanremo desde el punto de vista cultural que acoge en primera fila al presidente de la República, Sergio Matarella, que con su dignidad de jefe de Estado subraya su importancia cultural.

Viña, como Benidorm, es hermana de Sanremo. Y convendría andarse con ojo estos días para ver qué tendencias se pasean por los escenarios y en los carteles del público, qué chistes hacen los humoristas y qué ritmos y letras son los más aplaudidos porque pueden estar anunciando futuras filias y fobias sociales.

El artículo más trascendental que se ha publicado esta semana en los diarios chilenos fue el de Pablo Ortúzar en ‘La Tercera’ y se titulaba ‘¿Es hoy posible una tregua de élites?’. En él no habla de royalties, de los incendios ni de Viña. Ortúzar, que es uno de los analistas que mira más alto en la actualidad chilena, advierte con desazón que se está verificando una ley del péndulo que la extrema izquierda puso en marcha cuando, junto a la izquierda moderada, barrieron al centroderecha en la elección de convencionales de mayo de 2021. Entonces surgió la idea de imponer una Constitución partisana que fue derrotada por la mayoría silenciosa que habló el 4 de septiembre de 2022.

Como subraya Ortúzar, las élites chilenas siguen jugando irresponsablemente con el país, después de haber renunciado a ofrecerle un proyecto a la nación hace ya tres lustros y dedicarse a prosperar con la polarización del país. Parecen no darse cuenta de que las bases institucionales de la nación están terremoteadas, que la Constitución actual quedó reducida a un tijeral que se lo puede llevar el viento en cualquier momento, y que la aparente calma sólo es la antesala de la tempestad.

Mientras, cantemos todos en el karaoke de la patria.    

-Sanremo, il karaoke della nazione’

-¿Es hoy posible una tregua de élites?