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El mal menor

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Agencia Uno / PAUTA
POR Andres Sepúlveda |

Pese a que ambos son fruto de la polarización, Boric no tiene la fuerza electoral de Petro en Colombia. Sin embargo, ha asumido ese papel y lo sabe interpretar.

Cien mil personas arroparon a Gustavo Petro en su toma de posesión. Colombia ha batido su propio récord de gasto en los fastos para proclamar al primer presidente de la izquierda radical del país. Pero el pulso sobre la espada de Bolívar con Iván Duque, el presidente saliente, que éste no le dejó emplear en su investidura, es una mala señal para Colombia.

El Presidente Gabriel Boric, que en marzo invitó a Petro a su toma de posesión y le brindó la ocasión de brillar políticamente ante la prensa internacional, recibió una justa compensación. Petro lo trató con especial deferencia y el presidente chileno fue ovacionado, mientras que el Rey de España, que estaba a su lado, recibió pifias.

Petro y Boric tienen grandes coincidencias, pero también diferencias. Les separa la edad (Boric, 36 años, y Petro, 62) y la formación (el colombiano es economista con estudios de doctorado y el chileno no se tituló de abogado). Ambos fueron elegidos en elecciones muy polarizadas y reñidas. En ambos casos, una gran parte del electorado apostó por ellos como el mal menor para su país.

Petro tiene la ventaja de que su victoria es fruto de la acumulación de triunfos de su sector político en diversos lances electorales. Eso le ha permitido a su partido, el Pacto Histórico, ser la fuerza mayoritaria en el Senado y la segunda en la Cámara de Representantes.

El partido de Boric no ha tenido esa misma suerte en las urnas. Y tampoco en las presidenciales. En la primera vuelta, Petro logró un 40% de los votos y pasó cómodamente a la segunda vuelta, en cambio Boric quedó segundo por detrás de José Antonio Kast con el 25,8% de los votos. Por lo tanto, proporcionalmente, son muchos más los chilenos que consideraron a Boric un mal menor puesto que este necesitó convencer a un 33% de los votantes para ganar en la segunda vuelta, mientras Petro sólo tuvo que atraerse al 12% de los electores colombianos.

Sin embargo, Boric ha tenido la inteligencia de asumir ese papel de mal menor con especial talento. Sabe que llegó a la Moneda con votos prestados y a pesar de que el tiempo ha ido revelando que el diseño de su gabinete fue defectuoso (¡ay, los amigos!) y que ha perdido seis meses de su gestión presidencial tapando vías de agua e hipotecado por el proceso constitucional, no ha jugado la carta del radical carismático que podía haber empeorado las cosas. Afortunadamente para él, en el caso del presidente Boric, su instinto político va muy por delante de sus capacidades.  

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