Actualidad

En Chile, la vida empieza a no valer nada

Imagen principal
Agencia Uno
POR Andres Sepúlveda |

La muerte del contador Riquelme, apuñalado en pleno centro de Santiago, es el resultado de una sociedad donde la gente, la policía y el gobierno miran para otro lado.

El ‘tour delictivo’ de dos jóvenes por el centro de Santiago es un buen ejemplo de cómo la vida humana ha dejado de tener valor en Chile porque todo el mundo se ha acostumbrado a mirar hacia otro lado. La policía ha detenido a dos jóvenes venezolanos, en situación irregular en Chile, que habrían acabado con la vida del contador Luis Riquelme Améstica, de 56 años, quien caminaba por la Alameda la medianoche del lunes 25 de julio. Le robaron su teléfono móvil y le propinaron una estocada mortal. Riquelme buscó ayuda, caminó herido una cuadra y casi al llegar a Portugal lo encontró y auxilió un taxista, que fue el único personaje de esta tragedia que no miró para otro lado.

Las cámaras urbanas grabaron el crimen. Dos carabineros han sido dados de baja por omisión del deber de auxilio. Dos carabineros que consideraron que era mejor no meterse en problemas y mirar para otro lado.

El jueves 28, los acuchilladores siguieron operando y atacaron a otras tres personas. Se investiga si hubo más casos en esos días.

El modus operandi siempre fue el mismo: amenazar y exigir los teléfonos móviles y una vez que los tenían, ‘pinchaban’ a la víctima sin ton ni son.

En 1995 yo dirigía el diario ‘El Universal’ de Caracas, y a finales de ese año hubo una oleada de asaltos similares a estos. Los teléfonos móviles de la época eran las zapatillas Nike, especialmente los modelos que usaba el jugador de baloncesto Michael Jordan, héroe de los Chicago Bulls. De hecho, la gente en Venezuela no decía voy a comprarme unas zapatillas, decía que iba a adquirir “unas Jordan”.

El asesinato que entonces más conmocionó a la opinión pública venezolana fue el de un joven al que le exigieron a punta de pistola que entregara sus ‘Jordan’. El muchacho se descalzó y se las dio a los atracadores, pero estos igual lo mataron a sangre fría. Hubo una gran conmoción que duró un par de días, pero pronto se volvio a la rutina: cada fin de semana se producían 20 muertes violentas en Caracas. Los vehículos 4×4 no respetaban las luces rojas a partir de las seis de la tarde, porque en cada semáforo había un ‘malandro’ (delincuente) con una escopeta recortada escondida entre sus ropas esperando que alguien se detuviera.

Recuerdo que la sola imagen de que cada lunes amanecieran 20 cadáveres nuevos en la morgue de Bello Monte me escandalizaba. Pero a mis compañeros de profesión ya no parecía importarles. Poco a poco se habían ido acostumbrado a la violencia. La muerte, como el buen tiempo, ya no era noticia. Yo exigía que se hicieran perfiles de las víctimas y que se dedicaran páginas a sensibilizar sobre el problema, sin ningún éxito. Creía que si dejábamos que la vida humana dejara de importarnos, reinaría la ley de la selva en el país.

Obviamente, a la vista de la evolución de las cifras criminales en Venezuela -en 2005, con casi 10.000 homicidios se convirtió en uno de los países con la mayor tasa de asesinatos del mundo y en 2020 llegaron a casi 12.000-, fracasé. No cabe duda de que el auge de la criminalidad fue uno de los factores que contribuyó a la pérdida de la democracia venezolana. Cuando las sociedades deciden desentenderse del problema de la criminalidad, el delincuente gana. La delincuencia no tiene nada que ver con el neoliberalismo ni el capitalismo. Presidente Boric, ministra Siches, no miren para otro lado.

John Müller está en Radio PAUTA en dos programas: Primera Pauta, de lunes a viernes a partir de las 07:00 horas, y Marcando Pauta, de lunes a viernes a partir de las 08:00 horas. Escúchelo por la 100.5 en Santiago, 99.1 en Antofagasta, y por la 96.7 en Valparaíso, Viña del Mar y Temuco, y véalo por el streaming en www.PAUTA.cl