La acera de los tontos

¿Por qué sigue Ávila?

Los numerosos desaciertos políticos del ministro de Educación revelan que quizá sea un buen técnico, pero es un mal político.

John Müller:

Agencia Uno / PAUTA

Por John Müller

Jueves 23 de marzo de 2023

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Resulta difícil de entender que el actual ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, sobreviviera al último cambio de gabinete. El ministro perdió los estribos ante una parlamentaria que incurrió en el vicio de pedirle atención a un problema concreto que había llamado su atención. La diputada no sabía que los ministros de un gobierno no están para solucionar problemas concretos sino para supervisar grandes líneas programáticas. Sin embargo, el episodio causó la impresión de que Ávila se siente desbordado por la gestión cotidiana de su ministerio y que, además, eso lo mortifica.

En el lamentable episodio del funeral narco que obligó a cancelar las clases en varios colegios y universidades de Valparaíso, el ministro volvió a estar desafortunado y sus declaraciones sobre el acierto de la suspensión fueron interpretadas como una renuncia del Estado a garantizar las condiciones de seguridad públicas para desarrollar el calendario escolar.

Mortificarse no sirve de nada cuando uno tiene la obligación de gobernar. De hecho, es extraño que Ávila haya sobrevivido en el cargo en una crisis de gabinete donde cambiaron los titulares de cinco ministerios y 15 subsecretarias.

Y llamo la atención especialmente sobre este segundo punto: cambiar 15 subsecretarías, que son las que sí deben encargarse de los problemas concretos y cotidianos de un ministerio, revela un trabajo detallado de evaluación y ponderación política por parte de alguien en el gobierno que tiene el poder suficiente para hacerlo. No es llegar y retirar a 15 subsecretarios así como así, alterando equilibrios políticos y personales. Para hacerlo hay que tener muy buena información sobre la marcha de las secretarias de Estado. De hecho, a Ávila le cambiaron dos subsecretarios, un indicador de que en su ministerio las cosas no marchan bien. Sólo se salvó él y la subsecretaria de Educación Parvularia, Claudia Lagos.

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