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Agustín Squella: “Tú no puedes en la universidad callar ni una voz”

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POR Fernanda Valiente |

El Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales (2009) afirma que la nueva Constitución debería implementar mecanismos de una democracia directa.

“Yo creo que lo que la democracia moderna le agrega a las antiguas, es su compromiso con las libertades”, apunta Agustín Squella, exprofesor de filosofía del derecho en la Universidad de Valparaíso y la Universidad Diego Portales.

La implementación del sistema democrático, al menos en sus primeras versiones, partió en la antigua Grecia. Despertaría en la modernidad. Creció desde la representación de ciudades hasta naciones y ampliando las libertades de sus ciudadanos. Se desarrollarían y defenderían la libertad de pensamiento, de expresión, de movimiento, de reunión, de asociación e incluso poder emprender actividades económicas en beneficio propio, ejemplifica el columnista de El Mercurio.

Y en el marco del cambio de Constitución, el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2009 considera que la versión del 80 fue “muy mezquina” en cuanto a las posibilidades de utilizar mecanismos directos. “Yo confío en que la nueva Constitución que ojalá se dé en este país, contemple, autorice ciertas modalidades de democracia directa, de consulta directa”, sostiene el autor de Democracia. ¿Crisis, decadencia o colapso? (2019).

La tolerancia 

Si bien hoy la tecnología pasó a ser un arma de doble filo, con los linchamientos y funas, Cristián Warnken señala que cuando aquellas reacciones se trasladan al ambiente universitario puede ser muy peligroso, y Squella prevé que puede tener resultados catastróficos. “Es muy grave en la sociedad, pero en una universidad es letal. O sea, las universidades son por definición espacios donde se cultiva, se difunde, se renueva críticamente el país […] Tú no puedes en la universidad callar ni una voz, ni siquiera las voces de los intolerantes”, afirma. Sin embargo, en las asambleas universitarias le preocupan los ataques agresivos o vergonzosos que pueden recibir aquellos que no sigan a la mayoría.

Tal comportamiento puede ir en contra del sistema democrático, donde el respeto mutuo es indispensable. “Si hay algo que la democracia permite muy felizmente, es que todas las opiniones y creencias se puedan expresar en el ámbito público”, dice en Desde El Jardín

Los derechos humanos 

El abogado explica que la idea de dignidad humana —en la base de los derechos humanos— nació en la modernidad, y que más tarde llegó a su máxima expresión con la dignidad de cada sujeto en particular, que comparten desde quien se encuentra en la escala más baja de la humanidad, hasta el ser humano más sagaz.

Sin embargo, el autor de Derechos Humanos (2019) cree que la gran mayoría de las personas desconoce sus fundamentos: “Lo que yo confirmo entre los jóvenes, pero también las personas de mi generación […] es un conocimiento muy débil de lo que son los derechos humanos”, dice. Señala que, si uno detiene a alguien en la calle, posiblemente no sepa responder cuáles son, dónde se pueden encontrar, cuál es su historia, sus justificaciones y protecciones tanto a niveles regionales como internacionales.

Por otro lado, coincide con Adela Cortina en que los animales de otras especies, al tener valor, son objeto de protección jurídica que se vulnera con el maltrato. “A lo que voy es que nadie puede negar la dignidad humana como el especial valor de la humanidad. El especial valor de esta especie que no le quita el valor que les damos a otras especies animales”, el cual se amplía a las plantas y los edificios patrimoniales, agrega. 

Liberales versus conservadores 

Pensadores como Norberto Bobbio intentaron combinar el sistema liberal con las doctrinas socialistas, las cuales valorizan la igualdad, pero no hubo grandes resultados. “Porque si tú te declaras liberal […,] la izquierda te mira feo […,] y si te declaras socialista es la derecha la que te mira con recelo”, profundiza. 

En primer lugar están los derechos fundamentales, que se sustentan en la libertad y que limitan el poder del estado. Dentro de esta categoría se encuentran los derechos civiles. En la segunda categoría están los derechos sociales, que se inspiran en el socialismo humanista y en el socialcristianismo. La lucha por los derechos sociales corresponde a la crisis actual.

Con la llegada de la modernidad, agrega, los derechos sociales, como la salud y la educación, pasarían a ser parte de los derechos humanos. Sin embargo, la demanda masiva sería un problema debido al crecimiento poblacional y pasaría a depender de la estabilidad económica de los países. Sobre el gasto de los derechos sociales, el abogado sostiene que no son los únicos, ya que también se deben considerar otros, como los políticos. “Y en Chile vamos a tener que reasignarnos, que el Estado, aumentando sus recursos vía crecimiento económico, pero también vía tributos, atienda mejor a los derechos sociales”, pide.

Vea el programa de Agustín Squella