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Benito Baranda: “Tienes que escuchar a los niños que hoy están marginados”

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Bajo de Mena. Créditos: Agencia Uno
POR Fernanda Valiente |

El fundador de América Solidaria acusa que la juventud que se mantiene al margen de la educación es la que continuará explotando en otros países si no se le escucha.

Benito Baranda, fundador de la Fundación América Solidaria, cree que es esencial el contacto con la realidad. Aquella alejada del barrio alto. Por eso, cuenta en Desde El Jardín, su esposa, Lorena Cornejo, y él decidieron criar a sus seis hijos adoptados en la población El Castillo, ubicada en La Pintana. 

—¿Tú no tienes miedo de volver tarde a tu población?— pregunta Crisitán Warnken.

—No, porque ¿qué puede pasar? Hablas con la gente, vas en el bus con mucha gente y no andas con bienes. Yo no ando con muchos bienes en la calle, no soy atractivo para que me puedan hacer algo con los bienes—ríe.

Para explicar la segregación de la ciudad, Baranda, sicólogo de la UC, recuerda la época de Sigmund Freud en la que se sacrificaba lo individual para darle prioridad a lo social en busca de seguridad. Avanzando en la historia, explica que esta forma de relacionarse chocaría con la sociedad contemporánea, la que defiende un mayor nivel de individualización.

Desde su perspectiva, la transición a “una fuerte carga individual” en Chile se desarrolló desde los 70 con el quiebre democrático, e incluso antes con la polarización de los 60. Y cree que si bien la Iglesia Católica pudo contener tal problema, luego dejaría de ser un referente. “Cuando tú te alejas de la pobreza, te alejas de los jóvenes, y te alejas del servicio a los demás; se acaba la Iglesia y te pones a defender valores… pero muy alejados de la realidad”, dice.

—Valores abstractos. […] Ni siquiera una ética— añade Warnken.

Segregación cultural

Baranda enfatiza que dentro de la sociedad chilena, la carga cultural —que obtuvo su máxima expresión en los zoológicos humanos de Francia del siglo XIX y, luego la discriminación mapuche en Chile—, sigue marcando una herida profunda. La gente se siente maltratada por su clase social, como lo presenta el libro Desiguales (2017), del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Chile. “Al final es una sociedad que humilla a las personas, en los vínculos que generan, entonces yo digo que lo cultural condiciona la mirada que tú tienes de los otros”, puntualiza. 

El sicólogo cuenta que él debió “trabajar interiormente” el condicionamiento de su entorno para reconocer el valor de la dignidad de la comunidad afrodescendiente, cuando viajó a Haití con su señora, quien posee raíces del país. 

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Cree que pronto otras comunidades despertarán en países como Perú, Guatemala y México. “Ese proceso va a pasar en toda América. Prepárense. O sea, va a ser imposible pararlo, porque en el fondo es el proceso que le tocó vivir a Portugal, que le tocó vivir a España, con los cuales nos podemos comparar hoy día”, señala.

Segregación residencial

Para Baranda toda manifestación de violencia esconde un profundo dolor que se debe a una gran injusticia social. Por ende, señala con firmeza que la violencia de la calle no se compara con la segregación de la ciudad: “La segregación residencial es mucho más violenta que la violencia que hemos visto ahora. Es mucho más violento que te saquen de un territorio y que te lleven a vivir a un gueto de pobreza, que te metan en una ciudad de 130 mil habitantes como Bajos de Mena, sin carabineros, sin servicios, a 20 kilómetros de tu puesto de trabajo con la promesa de una vivienda”, comenta.

Asimismo, explica que la destrucción de la infraestructura pública surge cuando se alcanza una autodestrucción, y que tal reacción no es nueva; recuerda los disturbios que sufrió París el 2005, cuando ciudadanos de la periferia incendiaron autos, y atacaron su propio entorno mediante actos vandálicos, cuando Nicolás Sarkozy era primer ministro de Francia.

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Por ende, evaluando el caso chileno, destaca que para salir de la crisis es fundamental escuchar a los jóvenes de sectores populares y enfrentar el problema de la deserción. En este marco señala que los parlamentarios viven “en la estratósfera”.

“Si tú quieres hacer un camino, un trayecto largo […] pesado, para que efectivamente llegues al núcleo de lo que está pasando hoy día, tienes que escuchar a los niños que hoy están marginados, que están fuera del sistema”, sostiene Baranda. Y si hoy en día encontramos a adultos frustrados, dice que no hay que ser hipócritas, debido a que “nosotros los sacamos de la sociedad”.

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