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Malo Hutson: “Si vas ahora y dices Nueva Santa Olga, suena como el renacer del pueblo”

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Santa Olga, Región del Maule, en 2018. Créditos: Agencia Uno
POR Eduardo Olivares |

El investigador de la Universidad de Columbia adelanta las conclusiones del mayor estudio sobre la reconstrucción del poblado destruido por el fuego en 2017.

Un equipo de profesionales de la Universidad de Columbia, con arquitectos de reconstrucción y preservación, está estudiando la reconstrucción del pueblo de Santa Olga, ubicado en la Región del Maule, devastado por los incendios de 2017. El investigador líder es Malo Hutson, profesor de planificación urbana en la Universidad de Columbia y director de Urban Community and Health Equity Lab.

Invitado para la inauguración del Instituto para la Resiliencia ante Desastres (Itrend), de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Hutson comentó a PAUTA cuáles son, a su juicio, los elementos que más valora de la reconstrucción. Y también aquellos donde advierte espacios para mejorar.

Incendios en Santa Olga en 2017
Incendios en Santa Olga en 2017. Créditos: Agencia Uno

— Usted investigó Santa Olga y esto fue después de lo que pasó hace dos años. ¿Qué encontró?

“Como crecí en California, estoy familiarizado con los incendios forestales. Algunos residentes [en Santa Olga] no habían vuelto después de tres meses de que ocurrió el desastre y estaban preguntándole al Gobierno qué tal el progreso, cuándo podían regresar y todavía estaban de luto por las personas que murieron en el lugar. Todo eso me llevó a pensar en los desastres en una forma diferente. Una cosa es estudiarlos, teorizar al respecto y otra cosa es estar en un sitio justo después del desastre y ver el impacto humano que tiene en la gente. Me hizo querer estudiar cómo ocurre el proceso de reconstrucción, qué les pasa a las comunidades en términos de redes sociales, su capital social, sus oportunidades económicas y ese tipo de cosas”.

Malo Hutson, investigador de la Universidad de Columbia, en PAUTA.
Malo Hutson, investigador de la Universidad de Columbia, de visita en PAUTA. Créditos: PAUTA

En sus libros, usted habla de la gente como víctimas, pero también como agentes. ¿No es usual pensar en la gente que experimentó este tipo de desastre como víctimas en primer lugar? ¿No es algo normal verlo de esa forma?

“Al comienzo sí han sido víctimas, han sido impactadas por [estos desastres] y debemos reconocer el trauma, pero después de pasar ese punto hay que decir ‘bueno, ahora tenemos la cooperación’ y acá es cuando pienso que la planificación urbana queda corta y podría hacer un trabajo mucho mejor. Hay que pensar en la planificación como un proceso democrático, siendo más inclusivo al ver quién tiene que estar en la mesa de diálogo para tomar las decisiones. ¿Por qué asumimos que son las autoridades del gobierno o que es solo la comunidad internacional los que pueden autorizar préstamos? Para dictaminar el tipo de desarrollo que ocurre es [necesario conocer] dónde están los niños, la tercera edad, la gente que debería estar en la mesa diciendo lo que necesitan -centros de cuidado de menores, colegios, mejores sistemas de transporte, oportunidades económicas, clínicas de salud, hospitales-, todas esas cosas que hacen que una comunidad esté sana, funcional y en progreso”.

—¿Y en Santa Olga estaban participando en este proceso?

“Lo que descubrimos en Santa Olga es que al comienzo los residentes estaban realmente traumatizados por lo que pasó, porque uno habla de la desaparición de un pueblo de una noche a otra, muy similar a los incendios forestales de California. Con el tiempo, la gente dijo ‘debemos hacer algo al respecto’. Eso es lo que empezaron a exigir: querían hablar con las autoridades y tener un plan. Para darles crédito al gobierno central y a las autoridades locales, estas decidieron comprometerse de una forma mejor para tener conversaciones, y obviamente se vio un liderazgo impresionante de los residentes locales, quienes dijeron ‘esto es lo que queremos ver, queremos una Santa Olga mejor’. Si vas ahora y dices Nueva Santa Olga suena como el renacer del pueblo. No es necesariamente el mismo Santa Olga, pero es algo nuevo: el colegio quedó muy lindo, tiene una clínica, hospitales. Creo que es algo de lo que puedo aprender como investigador estadounidense”.

“Veo los impactos de ese lugar y toma tiempo reconstruir, necesitas que llegue la plata de los seguros, la gente empieza a perder la paciencia y dejan las comunidades, entonces es un proceso largo. Lo que me llamó la atención de Chile, revisando el caso de Santa Olga, es lo rápido que ocurrió la reconstrucción. Bueno, nunca es lo suficientemente veloz, admito que si me ocurriese a mí querría que todo se hubiese hecho ayer, pero si lo piensas desde un estándar internacional, como guía de línea de tiempo, creo que están haciendo un trabajo bastante bueno. Siempre cuando vuelvo, sea después de tres o cuatro meses veo algo nuevo”.

“Desde una perspectiva física de un planificador, ves un pueblo que regresó. Las casas se ven bastante bien; no soy alguien para decir que quedó perfecto, pero creo que desde el punto de vista del análisis de un planificador que orienta, se ve mucho mejor”.

La contribución del sector empresarial

— Veremos los resultados de su investigación en unos años, pero en el proceso que usted está revisando, ¿cuál fue el tipo y rol del sector privado?

“Recién cumpliremos nuestro primer año de investigación, pero el sector privado ha estado bastante involucrado ayudando con la reconstrucción de los colegios, aportando con capital, invirtiendo en la infraestructura. Ha sido una alianza muy pública-privada y eso ha sido parte que genera mucho interés en mí. Es decir, cuando ocurren estos desastres piensas cuál es el costo para el gobierno, cuál es el Producto Interno Bruto de Chile y cuánto gastan cada año en el manejo de desastres y reconstrucción, y en Santa Olga tenemos que pensar cómo levantamos plata del sector privado”.

Inauguración del nuevo colegio en Santa Olga, en 2018.
Inauguración del nuevo colegio en Santa Olga, en 2018. Créditos: Fundación Luksic

“Sí creo que debemos tener una inversión del sector privado, pero al mismo tiempo no a las expensas de un bien público de la gente. Entonces sabemos que la gente necesita aire limpio, agua limpia, un lugar seguro para tener una casa, etcétera. Entonces mi sensación en Chile, en el caso de Santa Olga, es que la gente ha podido elegir en términos de los tipos de casas que querían según diferentes vendedores, sean estos públicos y privados, lo que es bastante único, según mi experiencia”.

— Si tomamos el caso de Santa Olga como ejemplo, ¿podría ser útil para Paradise, California?

“Absolutamente. Las historias son angustiantes en Paradise, California, desde las fogatas a los otros tipos de incendios y mis colegas me han apuntado que si miras a California y sus 10 grandes incendios en la historia, seis ocurrieron entre diciembre 2017 a mayo 2019. Lo que podemos observar es que van a seguir pasando, por ende cómo respondemos a eso, donde la gente se está yendo porque tienen que esperar la reconstrucción de sus hogares y porque están esperando la plata del seguro”.

“Una de las cosas sobre las que tenemos que pensar es que hay diferentes clases socioeconómicas de personas. Hay gente que está trabajando duro todo el día con dos o tres trabajos y ellos no pueden costear la espera de la reconstrucción de sus hogares, ni tampoco pueden costear la espera de que la plata del seguro sea procesada. Están en problemas, en oposición a aquellos que tienen cuenta de ahorro y seguros, quienes pueden ir a un hotel o a otro lugar mientras su hogar es reconstruido”.

“El desafío en lugares como California y a lo largo de Estados Unidos es que cuando ocurren desastres como estos impactan desafortunadamente a los más vulnerables, a los adultos mayores, a los jóvenes, a la gente de color, las minorías, gente con condiciones de salud. Tenemos que crear un sistema que apoye a esa gente. Cuando ocurran desastres, [es necesario] ver cómo podemos ayudar a los más vulnerables, quienes suelen estar en las afueras de las ciudades o están marginalizados de la sociedad. Por ejemplo, en Estados Unidos, si miramos a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias [FEMA], a veces la fórmula para proveer con acuerdos de ayuda depende del costo del daño. Sabemos que las comunidades más afluentes tienen toda la infraestructura. Si piensas en esa fórmula, por naturaleza es bastante…”.

—Desigual.

“Exacto. Entonces lo que estamos haciendo es reproducir esta desigualdad y lo que tenemos que pensar es la razón por la que vamos a lugares como Chile, no para decir que es ejemplo perfecto, pero para viajar por el mundo para descubrirlo. Cuando pienso en lugares como Santa Olga, o si pasa en Santiago, ¿cómo respondemos a estos desastres? Más importante: ¿qué hacemos después? No es siempre solo la respuesta, sino también pensar en la preparación, cómo es la resiliencia, pensar que si se acerca el cambio climático que está ocurriendo, como muestran los datos, cómo nos preparamos y no solo la gente que vive en una región particular, sino todos”.

El ejemplo chileno

—Chile no tiene un Estado federal, entonces todas las decisiones del gobierno son igual de importantes para las regiones, las comunidades locales y las ciudades. ¿Encontró algún punto interesante acerca de cómo el gobierno respondió durante el cambio de mandato, pasando de Michelle Bachelet a Sebastián Piñera?

“Como estamos en la mitad de nuestra investigación que trabajó con ambos gobiernos, diría que a puerta cerrada todos fueron lo mismo. Estoy sacando la política, pero se preocuparon de la misma manera de Santa Olga. No he conocido a algún funcionario de gobierno o a alguna agencia que fuera irresponsable, todas ha mostrado la misma preocupación. Puede que hayan existido diferencias en cómo se enfocaban, pero son discusiones que uno puede tener. Una de las cosas que observé al estar en Chile es que creo que hay un país unificado”.

“Diría que en Chile las discusiones que tuve con los funcionarios de gobierno, fueran con el gobierno actual o el anterior, fueron desde una perspectiva humana, es decir, en primer lugar: salvar vidas”.

Visita del Presidente Sebastián Piñera a Santa Olga en julio de 2018
Visita del Presidente Sebastián Piñera a Santa Olga en julio de 2018. Créditos: Agencia Uno

“Una de las personas más interesantes [que conocí] fue el señor [Ricardo] Toro, de la Onemi, quien piensa en todo Chile, en la tecnología, en lo que podemos mejorar, en lo que no estamos haciendo. Cuando interactúas con gente como esa es impresionante, porque te das cuenta de que ponen a la gente en primer lugar, piensan en cómo mejorar y no son perfectos en todo, pero lo intentan, tratan de aprender de sus errores. Viniendo de Estados Unidos, donde hay tanta polarización, a veces te preguntas si es que estamos enfocados en lo que es mejor para la gente… Nunca me he ido de Chile con la sensación de que la gente no va primero, siento que hay un solo Chile, que no es como ese chileno o esa chilena”.

—Uno de los temas que intenta analizar en su investigación es el poder entre diferentes agencias o la reubicación de los poderes de toma de decisiones.

“Entendemos que Santiago es un gran motor económico, es una gran ciudad y puedes dar ese argumento durante todo el día, pero al final [hay que ver] cómo interactúa con el resto de las regiones, [ya que] cada una tiene sus propias características y perspectivas. Mi idea, hasta ahora, al tener entrevistas con líderes es que después de Santa Olga creo que muchos dijeron ‘estamos en desacuerdo con las autoridades locales para ver qué es lo que creen ellos que debemos hacer primero y después coordinar de forma acorde’, y creo que eso hace toda la diferencia, porque tienen el conocimiento local, entienden los temas culturales y sociales”.

—Dijo que debemos estar preparados para lo que viene, para los otros Santa Olga en el futuro. Hasta ahora, ¿ha visto alguna preocupación, aparte de Onemi, acerca de cómo podemos hacer una gestión de planificación para desastres que esté mejor preparada?

“Ahora fue la inauguración de Itrend, el Instituto Tecnológico de Resiliencia ante Desastres, y uno de los portavoces clave fue la doctora Maisa Rojas. Creo que [ella] es bastante conocida en Chile y ciertamente alrededor del mundo, y está ayudando a organizar la COP25 este año. Cuando uno ve el trabajo de la doctora Rojas de (CR)2, [el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia], demuestra que estamos avanzando, y ciertamente acá en Chile donde los datos son abrumadores: vemos que hay una sequía a largo plazo, que las temperaturas están subiendo. Creo que lo que tenemos que hacer es empezar a tomar los datos modelo de mis colegas acá en Chile, que son muy impresionantes, y después pensar cómo coordinamos a nivel tanto central, regional y local”.

“Y todo esto pensando en qué tipos de desastres ocurrirán a futuro, cuando se espera mayor intensidad en las tormentas que llevan a más inundaciones, y cambios en la atmósfera que pueden llevar un número de efectos, desde desastres nucleares, o cuando ocurren los terremotos. Debemos estar realmente preparados para el futuro de un cambio climático intenso que traerá tormentas más frecuentes e intensas, por lo que entraremos en situaciones -viendo el trabajo de la doctora Rojas y sus modelos de sequías seguidos por mucha lluvia-, entonces qué es lo que significa eso. Sé que [esos cambios] están ocurriendo en el Caribe, lo ves en California y en otros lugares, así que tenemos que estar preparados”.