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Educación desde la docencia: el viaje desde el Santiago College a Renca

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POR Fernanda Valiente |

La profesora Luz María Budge cuenta su experiencia y relata que es indispensable formar a los alumnos en los hábitos, dándoles estructuras que no están necesariamente en su entorno.

“Para Gabriela Mistral fue muy importante la dimensión estética y a veces poética-espiritual de la educación. Pero también cosas muy concretas que tienen que ver con el orden, la autodisciplina, el cuidado de la sala. Son cosas que se olvidan hoy, como si no tuvieran que ver con la tarea educativa”, expresa Cristián Warnken.

Así lo muestran algunos extractos de la publicación número 1 (1923) de la Revista Educación:

– Enseñar siempre, en el patio y en la calle como en la sala de clases. Enseñar con la actitud, el gesto y la palabra.

– Vivir las teorías hermosas. Vivir la bondad, la actividad y la honradez profesional.

– Para corregir, no hay que temer. El peor maestro es el maestro con miedo.

– Todo puede decirse, pero hay que dar con la forma. La más agria reprimenda puede hacerse sin deprimir o envenenar un alma.

Dieciocho años como docente en el Santiago College, nueve años como directora del Colegio San Joaquín de Renca con niños de máxima vulnerabilidad, parte del equipo de trabajo editorial de la Fundación Astoreca, decana de la Facultad de Educación de la Universidad Finis Terrae y de la Universidad Andrés Bello, Luz María Budge siempre se ha preocupado por el vínculo entre alumnos y profesores.

“Para mí fue una escuela darme cuenta de que todo eso que era tan fácil de encontrar en el Santiago College, esa curiosidad, riqueza y ganas de compartir discusiones y comentarios no era tan evidente en el mundo de los más vulnerables”, señala la profesora en Desde El Jardín, de Radio PAUTA.

Las metas se construyen

Varias pistas fueron marcando las diferencias y generando la gran necesidad de formación. “No era tan obvio qué significaba la puntualidad. No era tan obvio que la limpieza era una adquisición. Y me di cuenta de que de alguna manera en ese mundo de la vulnerabilidad al cual se refería Gabriela Mistral eran muy necesarios un orden, para ayudar al orden mental. Una limpieza que permitiera ver y distinguir lo esencial y relevante de aquello que ensuciaba. Era indispensable formar a los alumnos, formar hábitos, darles estructuras que no están necesariamente en su contexto”, añade la profesora de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Porque solo siguiendo este camino se puede desarrollar el potencial del alumno. De este modo, sistemas como “la clasificación como patrón mental implica que el alumno empieza a querer un determinado orden en su casa. No nacemos con la capacidad de discernir, lo aprendemos. Eso es formación, y por eso es tan importante el profesor”, enfatiza.

Estableciendo una relación armónica entre alumnos y profesores, Budge siempre confió en sus capacidades. “Cuando salían los resultados del SIMCE lo primero que hacía era ver cómo le había ido al Santiago College y al colegio de mis hijos. No lograba entender que se esperara que les fuera peor a mis alumnos de Renca que cómo les iba a otros niños, cuando como profesores nos comprometemos”, dice.

Sin embargo, ha sido un proceso, donde se les ha hecho ver que cada uno tiene las herramientas de crear su propio proyecto de vida.

Los efectos de la pandemia

Al colegio San Joaquín de Renca de la Fundación Astoreca se entra por un jardín. Se mantienen la escuela pintada de blanco con ventanas azules. “Pero no se trata de un volumen impositivo que rompiera [con el entorno], sino que se abría hacia la comunidad”, señala respecto de la estética del lugar. Pese a que se ha mentido la templanza visual, no ocurrió lo mismo con la confianza ni la perseverancia. “Hoy se instaló la sobreprotección hacia los alumnos. En términos educativos hay una generalización de querer protegerlos de los dolores, los cansancios y los rigores. Es lo que se ve hoy en las generaciones más jóvenes”, admite la profesora.

Hoy se acercan alumnos sintiendo depresión y estrés. En ese sentido, hacen falta tareas mejor pensadas, donde más que copiar se trate de observar y reflexionar. “Un profesor que sepa escuchar las preguntas de los alumnos y que desde ahí genere una interacción con otros. Un profesor que toca la profundidad en cualquier edad es uno que cala hondo”, apunta.

Varios han sido los desafíos que han tenido los profesores con la virtualidad. Y uno de los aprendizajes que se ha visto estancado producto de las clases online ha sido la motricidad de los más chicos. “Un niño tomando un lápiz hoy es una tortura. No están sabiendo pescar el lápiz, les cuestan los trazos. Hay una inseguridad que implica que van a tener muchos problemas para escribir”, afirma.

El retraso del uso del lenguaje ha sido alarmante, además de otras asignaturas. “Las matemáticas y toda su mecánica quedaron muy postergadas. El pensamiento matemático no se construye sin una mecánica, y ella se perdió”, señala. Sin embargo, cree que todo se puede remediar, “pero es muy importante volver a clases. La presencialidad es indispensable, pese a que no se puede volver a la misma modalidad”, enfatiza. Hacen falta menos clases expositivas, y más interacciones.  

Revise la conversación con Luz María Budge en Desde el Jardín