Corría 1967 y en esa época la participación femenina en varias actividades de la sociedad era más bien la excepción. El caso del tradicional Maratón de Boston seguía la norma de ese tiempo y sólo permitía la participación hombres en la prueba.
Algunos expertos de la época argumentaban que los 42 kilómetros de extensión de la prueba, eran una exigencia que podía ser demasiado grande para una mujer. Otros, más conservadores, derechamente argumentaban razones morales.
"Se decía que no era conveniente para una mujer. Una mujer corriendo podía ser un atentado a la moral y a las buenas costumbres", comenta a Radio Pauta, Ximena Prado, historiadora y divulgadora de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
Sin duda un completo absurdo, más si consideramos el perfil de deportista de Kathrine Switzer. "Ella era atleta de toda la vida, hacía deporte desde chica, sabía que podía correr una maratón pero convencer a los hombres alrededor de ella, yo creo que fue lo difícil", apunta Isabel Plant, cofundadora de Mujeres Bacanas en conversación con Radio Pauta.
Las trabas no detuvieron a la corredora de 20 años. Se las ingenió para burlar la prohibición y logró inscribirse igualmente, engañando a la organización al apuntar su nombre solo con las iniciales: K. V. Switzer.
La movida resultó y se le asignó el dorsal 261. Cuando largó la carrera y los organizadores se percataron de su presencia vino lo más insólito. El codirector del evento fue donde ella y trató de sacarla a la fuerza gritando "sal de mi carrera y devuélveme el dorsal".
Pero Katherine continuó corriendo. A lo largo de la prueba, siguió siendo atacada por diversos hombres que trataron de sacarla a empujones, al mismo tiempo que su entrenador y otros corredores la defendieron.
A esta altura, se han vuelto célebres las imágenes de aquella jornada que muestran cómo Katherine Switzer fue acosada para evitar que pudiera completar la prueba.
"En la época estaba muy presente eso de que las mujeres son el sexo débil, entonces, como son débiles, no se les podía permitir hacer ciertas cosas de alto rendimiento", explica Isabel Plant.
A pesar de todos los obstáculos, Switzer llegó a la meta tras 4 horas y 20 minutos. Sin saberlo, le demostró al mundo que las mujeres estaban capacitadas para correr un maratón y que la prohibición era absurda.
"En los años siguientes, ella se siguió inscribiendo para el maratón de Boston, aunque cada vez con tenía menos resistencia de los hombres. Finalmente, 5 años después de su primera participación, se hizo oficial el cambio y se permitió que las mujeres pudieran participar", cuenta Ximena Prado.
A pesar de su histórica carrera, Switzer fue cuestionada por parte de la prensa de la época acerca de qué punto quería probar al empeñarse en correr en Boston. La deportista simplemente contestó: "Yo solo quiero correr".
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