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La crisis hídrica que seca las cuencas de Chile

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POR Periodista Practicante |

Ríos, lagos y lagunas han modificado sus cauces y los niveles de este cambio afectan tanto a las personas como a sus contextos.

Si hace 30 años por la cuenca de Copiapó corrían 6,6 m3 de agua por segundo, en la actualidad esta cantidad se ha reducido a menos de la mitad y alcanza solamente 2,9 m3/s.

Copiapó no está solo. Desde 1985 a la fecha, distintos ríos a lo largo del país han visto cómo sus cauces han ido mutando: algunos crecen, otros disminuyen; unos cuantos incluso desaparecen.

La cita política

El Informe Nacional de Disponibilidad Hídrica, publicado en septiembre y difundido por los ministerios de Obras Públicas y de Agricultura, entregó algunas señales desalentadoras.

Por ejemplo, para la temporada 2019-2020, el pronóstico de agua en caudales por deshielo y que están disponible para el riego, presentan un déficit del 47% entre las cuencas de ríos Copiapó y Ñuble. Casi menos de la mitad del promedio histórico.

Fuente: Ministerio de Obras Públicas

La sequía es un hecho irrefutable, y para tratar este tema se reunieron en La Moneda, a fines del mes pasado, los ministros Andrés Chadwick (Interior), Antonio Walker (Agricultura) y Alfredo Moreno (Obras Públicas), junto con seis intendentes regionales para acordar distintas mesas de trabajo y enfrentar así la falta de agua que afecta al país.

Además, tras la reunión divulgó el plan del Gobierno de conformar una instancia más amplia, una mesa nacional sobre escasez hídrica, la que encabezará el Presidente Sebastián Piñera, y a la cual serán invitados los exmandatarios con el fin de tratar la crisis del agua como un tema de Estado.

Hoy por hoy la Dirección General de Aguas (DGA), está actualizando su informe sobre “Balance Hídrico” y ya ha catastrado la situación en distintos ríos de la zona norte y centro del país. Así han medido la situación de las cuencas de Aconcagua, Loa, Copiapó, Elqui, Maipo, Rapel y Maule. Y de ellas, solo el Loa mantiene una variación positiva de sus caudales. 

“Si alguien más arriba está sacando agua, y no la restituye, alguien más abajo se está quedando sin el recurso”, comenta a PAUTA Kay Bergamini, geógrafo e investigador del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales UC.

La crisis de las zonas semiáridas

Las cuencas no solo albergan ríos, sino también lagos y embalses. Eso se ve en el caso del Elqui, en la Región de Coquimbo, donde su principal cauce es, precisamente, el río Elqui, que tiene una extensión de 90.716 metros, pero sus afluentes son los ríos Turbio, Cochiguas y Claro. Además, se ubica en ella la laguna de La Rinconada y dos embalses.

Información Hídrica de las Cuencas Priorizadas, Ficha Temática Elqui
Dirección General de Aguas

Si se consideran las zonas norte y centro del país, que son aquellas que ya han sido catastradas por la DGA, la cuenca Elqui es porcentualmente la que presenta una de las mayores variaciones: El desplazamiento de sus aguas ha disminuido en un 46,3%.

En 1985, cada segundo transcurrido en esta zona significaba la afluencia de 20,1 m3 de agua. Hoy, en cambio, su caudal con dificultad supera los 10 m3/s.


Es más, el 28 de junio de 2019, el decreto N° 68 del Ministerio de Obras Públicas (MOP) declaró zona de escasez hídrica a la Región de Coquimbo con caducidad fijada para seis meses, es decir, en diciembre de este año se reanalizará la situación.

Esta declaración se dicta como medida para priorizar el consumo humano del bien hídrico y entregar herramientas a la población para reducir al mínimo el impacto de la sequía. Del mismo modo, el decreto les entrega atribuciones a las autoridades para establecer criterios para la extracción de aguas.

Revise el Decreto N° 68 del MOP:

La cuenca Elqui ha sido testigo también de otro fenómeno que se ha hecho sentir con fuerza a lo largo del país, y que podría explicar en parte el descenso de las aguas: la disminución en materia de lluvias. En las últimas tres décadas la precipitación media anual ha caído en un 29,5%, pasando de llover en promedio 109,3 milímetros al año entre 1985 y 1995, a 77 milímetros entre 2005 y 2015.


Según Kay Bergamini, la zona semiárida de Chile, es decir, desde Copiapó hasta Aconcagua, es aquella que se encuentra viviendo la situación más crítica y con mayor afectación en materia hídrica, pero esto no se justifica solamente en la falta de lluvias.

“También en esta zona el recurso hídrico es bien preciado por distintos usuarios. Además, hay que entender que existe actividad minera, actividad agrícola y consumo humano, y en vista de que varias ciudades han crecido bastante, eso afecta y genera presión en el aprovechamiento del agua”, explica Bergamini.  

Más allá del clima

La cuenca del Río Copiapó tiene una superficie que alcanza los 18.704 km2. Se han vivido cambios en las últimas décadas con respecto a la afluencia de aguas.

Información Hídrica de las Cuencas Priorizadas, Ficha Temática Copiapó
Dirección General de Aguas

La variación percibida entre los años 1985 y 2015, según se especifica en el Balance Hídrico de la DGA, alcanza una disminución de un 56,1% en el caudal de la cuenca, es decir, hoy corre menos de la mitad del agua que fluía hace más de tres décadas.


Ya el año pasado había sido noticia la baja en el caudal del Río Copiapó, y en aquel entonces el seremi de Obras Públicas de la Región de Atacama, Alfredo Campbell, había señalado que la disminución a lo largo del año se debió a “las condiciones meteorológicas”, lo cual marcó una disminución de nieve respecto al 2017. “Si a esto se le suma la condición de mayor demanda entre los meses de agosto y febrero debido al inicio de la temporada de riego de la uva de mesa de exportación, provoca una disminución paulatina del caudal pasante en el río”, agregó Campbell en aquella oportunidad.

Pero la cuenca Copiapó también ha sufrido disminuciones en cuanto a precipitaciones. Si entre 1985 y 1995 el promedio anual alcanzaba los 38,1 milímetros, la cifra cayó en 13,3% para el 2015, cuando en promedio las lluvias alcanzaron 33 milímetros.

En línea con esto, el director General de Aguas del Ministerio de Obras Públicas, Óscar Cristi, señaló a PAUTA que lo que está ocurriendo con los caudales es, básicamente, “consecuencia del cambio climático”.

Para Bergamini, el principal problema radicaría en causas legales: la institucionalidad del agua, es decir, la asignación de derechos sobre este recurso, las extracciones ilegales e, incluso, el robo de agua.

“En general uno no puede solamente decir de los últimos 30 años que la sequía o la disponibilidad del agua se deba solo al cambio climático, sino que el gran problema que tenemos aquí es de gestión y administración”, afirma el investigador del IEUT.

Otra crítica apunta a que los esfuerzos de gestión y administración del agua en Chile no están centralizados. Existen más de 40 instituciones que tienen algún tipo de injerencia en la materia.

Según publicó Emol el pasado 12 de septiembre, desde el Gobierno se está pensando en la creación de una “nueva institucionalidad” encargada de manejar el agua en Chile, y así unificar la toma de decisiones.

La zona central

El pasado 2 de septiembre el MOP emitió los decretos 97, 98 y 99, en los cuales se decretó zona de escasez hídrica a las provincias de Quillota, San Felipe de Aconcagua y Los Andes, respectivamente, todas ubicadas en la Región de Valparaíso.

Además, dos semanas antes se había decretado lo mismo en las provincias de Valparaíso y San Antonio.  

La cuenca Aconcagua, que se extiende por 7.334 km2 y mueve por segundo una media de 392 m3 de agua, atraviesa cuatro de estas provincias: Valparaíso, San Felipe de Aconcagua, Los Andes y Quillota (y se suma Marga Marga).

Información Hídrica de las Cuencas Priorizadas, Ficha Temática Aconcagua
Dirección General de Aguas

La cifra del caudal parece exorbitante si se compara con las dos cuencas analizadas anteriormente, pero Aconcagua ha sufrido también una disminución considerable en cuanto a la cantidad de agua que mueve su cauce, ya que en 1985 esta cifra alcanzaba los 578,4 m3/s, es decir, ha disminuido en un 32,2%.


El Balance Hídrico de la DGA no se actualizaba desde 1987, es decir, debieron pasar 30 años para que se pudiera verificar cuánta fue la variación exacta en materia hídrica. En esos 30 años dejaron de correr 186 m3 de agua por segundo en Aconcagua; 3,7 en Copiapó y 9,3 en Elqui.

Al ser consultado sobre los motivos por los cuales se dejó pasar tres décadas para actualizar el balance, Óscar Cristi señala que se debió a que en el pasado Chile no presentaba problemas relevantes en materia de disponibilidad hídrica. “Estamos transitando de una situación de relativa abundancia a una de extrema escasez, y cuando el recurso se va haciendo más escaso, la información en cuanto a disponibilidad, cantidad, oferta y demanda es más apremiante”, justifica el funcionario.

Bergamini interviene: el agua es un recurso dinámico y no se puede esperar que siempre esté disponible en los mismos volúmenes que se tienen presupuestados, comenta.

Lo que podría pasar

El artículo primero del Reglamento de los servicios de agua destinados al consumo humano especifica que “todo servicio de agua potable deberá proporcionar agua de buena calidad en cantidad suficiente para abastecer satisfactoriamente a la población que le corresponde atender”. Según comenta el geógrafo e investigador Kay Bergamini, la disponibilidad de agua para consumo humano debe estar garantizada, pero lo que sí se podría ver afectada es la calidad.

Óscar Cristi también recalca las dificultades que puede implicar este desbalance entre oferta y demanda. “En general, lo que estamos viendo es que los más afectados son, en primer lugar, los sistemas de agua potable rural, que ven sus pozos colgados, sus fuentes mermadas y que tienen que terminar abasteciéndose con camiones aljibes, que entregan un servicio de no muy buena calidad y no siempre constante”, indica el director de la DGA.   

Además, y en cuanto a las plantaciones y cultivos, Cristi destaca que la escasez hídrica está comenzando a generar graves problemas en la agricultura. “Hectáreas que dejan de regarse, cultivos que empiezan a morir en su tierra y animales que mueren, son todos resultados de este desbalance”, cuenta.

La urgencia del cambio

En primer lugar, y según el director de la DGA, lo básico que se debe cumplir para abordar la sequía es contar con más información en cuanto a disponibilidad hídrica y que esta se encuentre actualizada, para así enfrentar de mejor manera “las condiciones futuras de escasez”. De esta forma se podrían plantear las líneas de acción a mediano y largo plazo para poder tener “definitivamente una situación de seguridad hídrica en el país y en todos sus sectores”.

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Pero, aunque en esta medida ya se está trabajando, existe otra de suma relevancia pero que permanece desde el 2011 en el Congreso, y es la reforma a reforma al Código de Aguas,  que se planteó en el estudio “Diagnóstico de la gestión de los recursos hídricos” del Banco Mundial, el cual fue encargado al organismo internacional durante la primera administración de Sebastián Piñera.  

Revise el Diagnóstico de la Gestión de los Recursos Hídricos aquí:

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