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Por qué un 18 de septiembre se transformó en el Dieciocho

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POR Eduardo Olivares |

En PAUTA contamos por qué esta fecha ganó preeminencia sobre el 12 de febrero y el 5 de abril, el origen de las tradiciones típicas chilenas y quién fue Bernardo O’Higgins.

La elección de la fecha para celebrar las Fiestas Patrias tuvo su propia historia. Al inicio de la república el debate se abrió y había por lo menos tres efemérides en competencia. Claro, estaba el 18 de septiembre de 1810, vinculada a aquella lejana reunión del Cabildo de Santiago que instauró la Primera Junta de Gobierno mientras el rey Fernando VII estuviera alejado del trono tras la ocupación napoleónica en España.

Descripción del Cabildo Abierto de Santiago según Francisco Antonio Encina. Créditos: Memoria Chilena
Descripción del Cabildo Abierto de Santiago según Francisco Antonio Encina. Créditos: Memoria Chilena

Pero otras dos fechas tenían mucho sentido patriótico, considerando que se trataba de elementos indisolubles con la independencia misma. Por un lado, el 12 de febrero de 1818, cuando se proclamó la emancipación, y por el otro el 5 de abril del mismo año, con el triunfo definitivo de las tropas patriotas contra el ejército realista en la Batalla de Maipú.

El historiador Cristóbal García-Huidobro describe cuáles fueron los motivos por los cuales ya hacia 1839 las autoridades de la época se decantaron por el Dieciocho, la fiesta que se celebra sin pausa hasta nuestros días.

El origen de las tradiciones

Tras la fecha, vienen también los otros hitos culturales que fueron urdiendo la imagen de la joven nación. Chile nace, pero sobre todo se forma, como una sociedad con un conjunto de valores y tradiciones compartidas.

La cueca, los juegos típicos, las comidas y, cómo no, las populares fondas o ramadas, tienen también su propio hilo del tiempo. Y Cristóbal García-Huidobro nos deleita en PAUTA con un recorrido por este largo chamanto llamado Chile.

El papel del Libertador

Y en esta fecha resulta revelador comprender cómo Bernardo O’Higgins pasó de una infancia marcada por la distancia de su padre, Ambrosio O’Higgins, al perfil revolucionario que lo identificaría en la posterioridad como el Padre de la Patria.

“O’Higgins era una persona extremadamente conflictiva”, describe García-Huidobro. Tenía pocos amigos, grandes enemigos; fue héroe y villano. “De alguna manera todos se colgaron de O’Higgins”, afirma el historiador, incluyendo al gobierno militar que lo convirtió en un ícono.

Además, revisa el episodio de Desde el Jardín dedicado al prócer: