Entretención

El poder social de la palabra

Imagen principal
Adriana Valdés, directora de la Academia Chilena de la Lengua. Créditos: PAUTA
POR Fernanda Valiente |

“A mí una de las cosas que más me preocupa de este mundo son los pronombres Ellos-Nosotros”, dice la directora de la Academia Chilena de la Lengua, Adriana Valdés.

“Hay que destruir todo por amor” o “No más libros” son algunos rayados que encontró Cristián Warnken en su más reciente paso por Valparaíso.

La directora de la Academia Chilena de la Lengua, Adriana Valdés (1943) lo evalúa como un vómito, como una bilis negra de rabia.

En ese contexto, surge la duda de ¿qué pueden hacer la poesía y la palabra? Frente a esta pregunta, juntos pronuncian el inicio de un poema de César Vallejos, casi al unísono. 

¡Y si después de tantas palabras,
no sobrevive la palabra!
¡Si después de las alas de los pájaros,
no sobrevive el pájaro parado!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo y acabemos!

—Extracto de “Y si después de tantas palabras…”, de César Vallejos.

Lamentablemente, Valdés recuerda tal poema porque insiste en que un panorama de creación se convirtió en uno desgarrador frente a la violencia. “Yo te cuento la pena cuando voy a trabajar, de pasar y de ver esas estatuas transformadas en monstruos, esos parques sin pasto, sin nada, esa destrucción de cosas pequeñas, como dices tú, de lugares pequeños de los que la gente vivía y eso a mí me produce una verdadera desolación”, dice en Desde El Jardín. Frente a esa ceguera, rescata el poder que trae la poesía desde el inconsciente. 

Considera que el lenguaje nos podría salvar, recordando que Raúl Zurita decidió nombrar Purgatorio (1979) a su poemario, y no infierno, porque dijo que en el segundo no existen las palabras. “Entonces, cuando hay palabras, por muy desolada que sea la situación, y lo que describe Vallejos es terriblemente desolador, no puede ser que se lo coman todo y acabemos […] entonces mientras tengamos palabras…”, continúa.

—Hay esperanza—agrega Cristián Warnken. 

—Yo diría—dice Valdés.

{{video:61464}}

Un lenguaje destructivo 

Ante las irrupciones de violencia, Valdés utiliza una palabra que usaba su madre, como cuenta, para describir la crisis. “Quedamos apanucados, así como para nunca”, sostiene, a pesar de que varios historiadores previeron la crisis. 

Respecto de la idea de un grupo minoritario de concejales de Providencia de cambiar el nombre de la Plaza Baquedano por el de Plaza de la Dignidad, la ensayista considera que existe poca memoria histórica, dado que lo primero que se le vino a la mente fue la Colonia Dignidad. 

“A mí una de las cosas que más me preocupa de este mundo son los pronombres Ellos-Nosotros. Cuando se dividen las cosas entre ellos y nosotros, como lo que es la sociedad, desaparece”, explica. Porque cuando se dividen las actitudes entre dos bandos, Valdés señala que se destruye la vida social por completo. 

{{video:61466}}

Un lenguaje que, como indica, también puede describir la segregación, como ocurre con barrios acomodados, con grupos que han adoptado actitudes y lealtades tribales. En este sentido, la ceguera se instala cuando no se quiere ver más allá del propio entorno, “donde había una especie de horror del otro”. dice. De esta forma, señala que existen valores culturales que no se han logrado transmitir y que se han identificado con actitudes excluyentes. 

La directora de la Academia Chilena de la Lengua expresa su incomodidad ante el lenguaje que violenta. “A mí me caen muy mal las malas palabras, como cuando yo no te digo ‘Hola, Cristián’, sino te digo ‘Hola, tal por cual’. […] Yo encuentro que es como un ambiente de agresión que después empiezan a usarlo automáticamente y no se dan cuenta”, acusa. 

Por eso, cree que hace falta una educación pública que pueda igualar la cancha. “Porque cuando tú llegas a los 18 años y no puedes hablar ante una situación, tú has perdido poder social. Ese poder social te ha sido arrebatado de una vez y para siempre”, enfatiza.  

Vea el programa de Adriana Valdés: