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Cinco títulos para cargar en un bolsillo

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SEBASTIAN BROGCA/AGENCIAUNO
POR Periodista Practicante |

Ernesto Pfeiffer, el traficante de libros, estuvo en el jardín de Cristián Warnken comentando algunas pequeñas joyas literarias que, a pesar de su reducido tamaño, albergan grandes historias.

En un formato pequeño y liviano, el cual como referencia debiera entrar en el bolsillo de una chaqueta. Historias que acompañan al lector en sus caminos y viajes, al alcance de la mano y apegados al cuerpo.

“No hay excusa para no llevar un libro consigo”, comenta Ernesto Pfeiffer, el Traficante de Libros, en su visita a Cristián Warnken en Desde el Jardín.

Mendel, el de los libros – Stefan Zweig

“…Dejando a un lado los libros, aquel hombre singular no sabía nada del mundo, pues todos los fenómenos de la existencia solo comenzaban a ser reales para él cuando se vertían en letras…”

Publicado en 1929, narra la historia de un viejo librero judío, quien sentado todos los días en la misma cafetería revisa y lee. No habla con nadie, y entre balanceos y murmullos va leyendo distintos libros. Capturado y absorto, no sabe qué pasa a su alrededor y ni siquiera nota el estallido de la guerra.

Él busca libros raros y provee de ellos a diversos clientes que fervientes buscan dicha literatura.

Un traficante de libros.

Bartleby – Herman Melville

“…Preferiría no hacerlo…”

Cuento del escribano que llega a trabajar a una oficina y empieza a responder a todas las tareas que se le asignan con una frase que hoy en día se ha convertido en un hit literario: preferiría no hacerlo.

“Es una gran rebelión a lo cotidiano, a la alienación del trabajo”, comenta Pfeiffer.

El libro de los bolsillos – Gonzalo Maier

“… En el bolsillo del traje de baño yo escondía un mapa, y estaba dispuesto a usarlo…”

Maier se propuso escribir anécdotas de los bolsillos y las cosas que en ellos se portan. Según comenta el traficante, la historia tiene narrativa, diario de vida y anécdotas, todo en uno. “Quizás todos deberíamos atrevernos a escribir libros de nuestros bolsillos”, sugiere.

Todo sirve o podría servir de inspiración. Incluso aquellas migajas que quedan en los bolsillos son los vestigios de lo que alguna vez existió.  

Elogio del Caminar – David Le Breton

“…Caminar es una apertura al mundo, restituye en el hombre el feliz sentimiento de su existencia…”

Aunque el ensayo en cuestión cuenta con 220 páginas, cabe perfectamente en el bolsillo de una chaqueta o pantalón. Una oda al caminar y las sorpresas que este cotidiano rito ofrece si se realiza con cuidado y atención.

“Se deja sorprender el caminante”, reflexiona absorto el Traficante de Libros.

Contra el fascismo – Umberto Eco

“… El tradicionalismo implica el rechazo de la modernidad. Tanto los fascistas como los nazis adoraban la tecnología, mientras que los pensadores tradicionalistas suelen rechazar la tecnología como negación de los valores espirituales tradicionales. Sin embargo, a pesar de que el nazismo estuviera orgulloso de sus logros industriales, su aplauso a la modernidad era solo el aspecto superficial de una ideología basada en la sangre en la tierra…”

En este ensayo, Eco da su particular mirada sobre el fascismo y la persistencia que esconde tras, por ejemplo, la tecnología.

“Grandes fascistas y conservadores aman ciertos aspectos de la tecnología. Un aspecto superficial de la tecnología que quiere anular todo el resto, en el fondo es una manera de eliminar cierta realidad, ocultarla bajo el vértigo de la tecnología”, comenta Ernesto Pfeiffer ante la mirada concentrada de Warnken.