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Al borde del rojo

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POR Matias Bobadilla |

“Hay aspectos que hacen que el balance no sea del todo negativo, aunque haya bordeado la nota roja”, dice Fernando A. Tapia. “El equipo de Lasarte se mostró más competitivo en relación con lo mostrado en la era de Reinaldo Rueda”.

Si el balance de la actuación de Chile en Copa América dependiera exclusivamente de los resultados, sin duda que lo correspondería decir que el torneo fue menos que mediocre. Tras tres campeonatos en los que La Roja fue protagonista, alcanzando dos títulos continentales y un cuarto lugar, en esta versión superó apenas la primera ronda, cayendo en cuartos de final ante el equipo local.

En el resumen, de cinco partidos jugados apenas ganó uno —con Bolivia, la selección más débil— empató dos (Argentina y Uruguay) y perdió otros dos (Paraguay y Brasil). Con un 33,3% de rendimiento, sin duda que el aspecto más preocupante es la falta de gol, ya que en esos mismos cinco partidos, apenas anotó tres tantos.

El formato de la primera ronda, que daba pasajes a la siguiente fase a cuatro de cinco selecciones, nos obliga a decir que el haber superado la primera valla en un triste cuarto lugar no fue otra cosa que haber cumplido el piso mínimo, rozando el papelón.

La escasa capacidad para finalizar las jugadas es uno de los aspectos más preocupantes de la Selección, la que sigue dependiendo en un altísimo porcentaje de la denominada generación dorada. De hecho, la ausencia de Alexis Sánchez en gran parte del torneo se notó mucho, quizás por lo mismo el técnico se dejó llevar por el deseo del futbolista que presionó por jugar el partido de cuartos ante Brasil, cuando a todas luces no estaba en plenitud de condiciones. Una decisión al límite de la irresponsabilidad.

Arturo Vidal, como siempre, hizo su mejor esfuerzo, pero fue evidente que las complicaciones físicas derivadas de una nueva operación y las dificultades resultantes de su contagio por covid en la previa del torneo —donde fue exclusivo responsable— le pasaron la cuenta.

Antes de la Copa, cuando aún no existían certezas de su realización, el entrenador Martín Lasarte expresó abiertamente que utilizaría esta instancia para buscar nuevos nombres que pudiesen sumarse al proceso, pensando en las clasificatorias para el Mundial de Catar, claramente el más importante objetivo. Pero luego de la presión a la que fue sometido por parte de la Federación, tal como le pasó a todos los técnicos del continente, resolvió ir con lo mejor disponible y disputar el torneo con la meta de llegar al menos a semifinales.

Ese fue el objetivo que plantearon en privado los dirigentes, conscientes de que la Selección es, en los hechos, el equipo de la ANFP, y que un fracaso deportivo podría elevar el tono de la crítica a la ya cuestionada gestión del presidente Pablo Milad.

Sin embargo, hay aspectos que hacen que el balance no sea del todo negativo, aunque haya bordeado la nota roja. El equipo de Lasarte se mostró más competitivo en relación con lo mostrado en la era de Reinaldo Rueda. El entrenador uruguayo logró recuperar parte de la chispa que por casi tres años se extravió con el colombiano. La selección tuvo buenos pasajes ante cuadros potentes como el argentino y el uruguayo, y vendió cara su derrota ante el principal candidato, Brasil.

En todos los partidos, salvo ante Paraguay, donde se mostró el peor rostro del equipo, Chile dio la sensación de haber recuperado la memoria, aunque haya sido solo por momentos, no pudiendo sostener el ritmo en los 90 minutos.

También habrá que reconocerle a Lasarte haber reparado un profundo error de Rueda, jamás explicado. El retorno de Eugenio Mena a la Selección estaba más que justificado, y seguirá siendo un misterio la larga ausencia del lateral de Racing en la Roja.

Entre los hallazgos destaca lo del chileno británico Ben Brereton, quien pese a que fue contactado mientras el seleccionador era Rueda, lo concreto es que fue el uruguayo quien lo nominó, le dio confianza y lo transformó en una alternativa válida.

Finalmente hay quienes le atribuyen al técnico la definitiva reconciliación entre Claudio Bravo y Arturo Vidal, una imagen largamente esperada por los hinchas y el medio futbolístico por casi cuatro años. Lo cierto que el famoso abrazo de Brasilia no fue más que una puesta en escena de un reencuentro concretado mucho antes, tal como le reconoció el propio capitán de la Selección.

Fue una escena ampliamente difundida en todos los medios de comunicación y que sirvió para enterrar lo que en ese momento invadía los espacios periodísticos y comentarios de los hinchas en redes sociales: las fuertes versiones de un grave acto de indisciplina en la concentración en Cuiabá, en la antesala del partido con Uruguay, lo que la Federación circunscribió a la irregular presencia de un peluquero en las habitaciones del hotel, lo que vulneraba claramente el protocolo sanitario de la Conmebol para la Copa. Un abrazo muy oportuno.

Desde lo táctico el torneo arrojó otra importante señal del entrenador, mostrándose flexible para utilizar un sistema poco habitual en sus diferentes equipos. La línea de tres en defensa no sólo se acomoda mejor a los zagueros con los que cuenta Chile, sino que además permite liberar a los laterales Mauricio Isla y Mena, los que sin duda ayudan a mejorar la faceta ofensiva, la zona más débil de la Selección.

Vendrán ahora los partidos de las Clasificatorias, con un duro calendario para Chile. El margen de error es muy estrecho. Este 2021 quedará prácticamente resuelta la carrera a Catar, por lo que el margen de error es casi nulo. Ya no servirá evitar la nota roja, porque en lenguaje escolar, en Copa América pasamos el curso raspando. Apenas un cuatro, bien mediocre. Pero con algunas tibias señales de recuperación.

Fernando A. Tapia participa en Pauta de Juego, de Radio PAUTA, de lunes a viernes a partir de las 12:30 horas. Escúchelo por la 100.5 en Santiago, 99.1 en Antofagasta, y por la 96.7 en Valparaíso, Viña del Mar y Temuco, y véalo por el streaming en PAUTA.cl.