Opinión

La columna de Fernando Tapia: Liberen al chuncho

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POR Equipo Radio Pauta |

Esta semana, el periodista Fernando Tapia cuestiona el silencio del presidente de Azul Azul, Michael Clark, tras el dictamen de la CMF. A una semana del escándalo, sostiene que la Universidad de Chile no puede tolerar dudas sobre el origen del dinero, posibles triangulaciones y operadores externos.

Ya pasó una semana desde que estalló la bomba en Azul Azul y por arte de magia desapareció de la escena pública Michael Clark, el presidente de la concesionaria que dirige los destinos del club de fútbol.

Estando al frente de una institución que lleva el nombre de la Universidad de Chile, es simplemente inaceptable que en todos estos días el dirigente, que se había mostrado tan locuaz para referirse a los temas futbolísticos, no sea capaz de transparentar las principales dudas que surgieron tras el dictamen de la CMF: ¿de dónde provino el dinero con el que en su momento Sartor compró el paquete mayoritario de Azul Azul?

¿Es verídico que se realizó una triangulación en esa operación según confesó un ex director de Sartor? ¿Qué rol cumplieron en todo este entramado los ex dirigentes de Huachipato Victoriano Cerda y Marcelo Pesce? Preguntas sin respuestas oficiales, aunque todos intuimos la verdad que hay detrás. El que calla otorga, dice el dicho.

Pero tenemos la obligación de escuchar al Presidente del club, si algún grado de consideración tiene con el equipo que dice amar. En estos días Clark sólo se pronunció a través de una declaración maqueteada, en la que básicamente señaló que apelará en todas las instancias, lo que podría prolongar el proceso varios meses.

Pero el prestigio de la casa de estudios, a esta altura muy dañado, y el bienestar el club y su normal funcionamiento amenazados por esta crisis, obligan a que se fuerce una salida que le dé algún respiro a ambas instituciones, al equipo de fútbol y a la propia Universidad.

Los dos directores nombrados por la rectora Rosa Devés en Azul Azul han ido endureciendo el tono con el paso de los días, a la par con el acceso que han tenido al detalle del proceso que llevó a la CMF a aplicar duras sanciones contra Clark.

Ambos han sugerido que el Presidente de Azul Azul debiera dar un paso al costado, ya que su presencia en el cargo sólo seguirá trayendo males al buen funcionamiento del club. Me temo que no es suficiente. Los representantes de la casa de estudios en el directorio de la concesionaria se han mostrado sentidos con quienes comentan que la inacción y la falta de una respuesta enérgica tengan que ver con los recursos que la Universidad recauda gracias al royalty.

Son dineros ínfimos comparados con el presupuesto con el que funciona el centro universitario, dijeron. De hecho, lo son: entre 300 y 400 millones de pesos anuales. Pero estas cifras agravan la falta. ¿Tan poco dinero cuesta que se pueda jugar con el prestigio de la Universidad de Chile?

Si Clark se niega a renunciar, ha llegado el momento de que la rectora de la Casa de Bello marque con firmeza lo grave de la falta. Señales de que algo oscuro está ocurriendo en la “U” tenemos desde que Sartor tomó el control.

Y no se debe olvidar que los mismos que hoy están bajo sospecha pudieron prolongar el plazo de concesión del club hasta el año 2052, tras pagar la deuda histórica con la Tesorería mediante la emisión de bonos vendidos en tiempo récord por intermedio de una corredora también suspendida por la CMF: STF Capital. Sí, la de los hermanos Sauer y el caso Factop, donde está involucrado el famoso abogado Luis Hermosilla (expresidente del tribunal de “honor” de la ANFP), también conocido por el denominado “caso Audios”. Todo muy turbio.

No alcanza con las declaraciones: la rectora de la Universidad de Chile tiene la obligación de pasar a las acciones concretas. Liberen al chuncho.